La tijera de podar

Quería gritar, y no podía, fue cuando me desperté sobresaltada, sudando.

Gladys, dormía aún, era mi compañera, de pieza en la Casa de Convalecencia.  Había querido venir a esta casa, después del copamiento de la mía, de haber sufrido en la caída, la fractura de mi muñeca derecha, y de dos costillas, de saber de la muerte de Santiago, desangrándose por los golpes recibidos contra las puntas de estampar en mi taller.  Mi internación en el  CTI en Maldonado, del Sanatorio en Montevideo.

Aquí se estaba por poco tiempo, el necesario para una convalecencia como la mía.  Me encontraba  enyesada, inútil, dolorida..cuando recordaba  aquella noche cuando entramos juntos en la casa,  hermosa e iluminada,y se nos abría un futuro auspicioso para los dos.

Nos conoceríamos más, no solamente por la unión de una computadora, y el recuerdo juvenil del pasado.  En pocas palabras, los médicos  me dijeron que  no podría trabajar más el cuero, es decir dejaría las gubias, las masas, los pirograbadores, las alumnas ,en cualquierl lugar, y tendría que entretenerme en otra cosa.  Fué cuando  llamé a mi hijo, para que me dijera, que familiares, habían venido de Córdoba, para reconocer y estar con Santiago, cuando su muerte. Fué cuando me dijo, que el único hermano de Santiago, estaba en Italia, y que no pudo venir, y que lo acompañaron una sobrina y el abogado de la familia. Que el caballo, fué vendido igual, porque el abogado, tenía Poder.

Le pedí las direcciones y los teléfonos de ambos, y quedó en pasármela por teléfono, y se fué intrigado, con mis preguntas, y para calmarlo, con respecto a mí le comenté que –  quería llamarlos para decirles cuanto lo había sentido. Mi auto donde habían cargado todo lo robado, no había aparecido, nii nunguna de las cosas robadas, ni hablar del dinero sustraído, y ya  hacía cinco meses de todo esto.. Contraté un remise, conocido, de la casa, y partí con mi brazo, acunado en un fuerte pañuelo. Las que pudieron se reunieron en el salón de entrada y me cantaron como hacían con todas..» Chau..Chau…Adiós..que te vaya bien…

Mayo barría las calles de Carrasco, y haciendo adiós con mi mano izquierda, partí hacia mi casa en Punta del Este.
Me estaban esperando los caseros, Julia y Pablo, pero era tan grande mi emoción que hasta el chofer, tuvo que ayudarme a salir del auto, era que las piernas, no me respondían aunque en ellas, no tenía nada, fué que  se amontonaron los recuerdos.. y fueron como caballos en pradera, como los que me discribía Santiago.

Pablo subió las maletas, y Julia me daba el brazo, para que me apoyara, fué cuando empecé a preguntar, y ella respondía pausadamente, afirmando en su voz lo que sabía o le contaron, me llegó a decir –  que no me preocupara, porque no iban a salir más, y que si lo hacían sería de a uno, para que yo no me quedara más sola.  Antes de mirar la casa quise ir hasta el taller, atravesamos parte del jardín , la pileta, y ahí estaba , mi refugio, mis trabajos, la cabeza que había hecho para regalar, y cuando entré.. No había absolutamente nada..nada..Me dijo Julia casi sin voz..- Su hijo hizo sacar todo, no quería dejarle ningún recuerdo de aquí, fué cuando miré hacia el panel que sostenía las herramientas, y en su lugar haciendo las veces de ventana ciega, había mandado colocar un vitreaux, de colores, que Julia se encargó de prender, y las luces rojas y azules, iluminaron las mesas y los bancos, lo único que había quedado, transformando el taller, en el sentido inverso al que yo lo había hecho..era una barbacoa..

Llegamos nuevamente al living, por el día pensaba que era suficiente, me tragieron para tomar un té, y torta, y les pedí que me contaran, que era lo que notaban que faltaba. Después de quedarse un rato callados como para pasar lista, empezaron con aparatos eléctricos, y siguieron .. y el resto me dijo –  que mi hijo lo mandó a guardar en cajas de cartón, y ellos así lo hicieron, después que la policía se fué, que en las cajas había de todo, desde ropa, hasta recibos, que ellos no separaron nada, que hicieron lo que le mandaron.

Cuando llegué a la planta alta, había envejecido, no sé si fisicamente, pero tenía o sentía como si viviera, sólo en el pasado, así que vestida como estaba me tiré en mi cama, y dormí , despertándome al otro día con la luz de la mañana.
Si yo pudiera condensar, reducir , en apretado listado, todo lo que ocurrió, diría en vertiginoso vuelo, que miré las cajas de cartón, que deseché casi todo, y que entre mis cosas había ropa de Santiago, papeles y permisos, estuches,  de una máquina filmadora, y entre las cosas que más lamenté fué mi máquina fotográfica porque tenía fotos, de mis nietas, que me hubiera gustado conservar, para poder pasarlas al PC.  Fué en ese momento que ví la foto, no sé de donde se cayó, pero la levanté, y ví que era el de una niña, de aproximadamente diez años.- Tenía atrás una dedicatoria y con letra infantil decía..A padrino, con cariño, Lucía.

Llamar por teléfono a la sobrina de Santiago, y arreglar con el Señor del remise, fué casi simultáneo, y partimos hacia Buenos Aires, como primera parada. En un apartamento antiguo y lujoso, en Avda. de Mayo, me recibió, con gran deferencia la Sra. Marina, y al verla pensé lo agradable que hubiera sido tenerla como amiga.

Las dos nos entendimos, me abrazó cuando me vió y preguntó como seguía, y empezamos a recordar, ella a su tío, yo a mi amigo. Le entregué una serie de permisos, y recibos, de Santiago, me lo agradeció y me dijo que la policía le había indicado, que existían esos papeles, y entonces saqué la foto, de esa niña. Marina me miró asombrada, y me dijo enseguida, es la ahijada de Santiago,- Donde la encontró ? – Entre las cosas que quedaron de Santiago.- Donde vive le pregunté? – Vive en Mendoza, hace tiempo, y el padrastro de ella  es Bermudez , es el cuidador de los caballos de Santiago, en Córdoba. – es el que viajó antes, con el caballo para ser exhibido en el Hotel Conrad? pregunté  – sí y  nos ayudó mucho al Dr. Salvo  y a mí en esos momentos. Fué el que se ocupó del caballo en todo momento, hasta del remate.

Seguimos conversando, pero una sensación de que por ese lado llegaríamos a la verdad, empezó a asomar en mi mente, y en la de ella.  Me dijo que  siempre los consideró una familia muy buena, que los padres, vivían en Córdoba, y que Lucía hacía tiempo que se había casado, con un veterinario, y estaba radicada, en Mendoza.- Fué un impulso, pero le pregunté si lo habían investigado al cuidador. – Creo que nó, porque al ser un robo, y por accidente la muerte de mi tío.. Ya con una voz entre más débil, y como pidiendo que la entendiera, dijo. – Es una persona excelente muy entendido, en este momento está en la Capital, porque vamos a cerrar el Haras de Santiago , y estamos rematando los caballos. Así como el girar de una rueda, ella me decía una cosa, y la asocíabamos, a otra.  Que  Santiago le legó una cantidad importante a Lucía  y la misma cantidad a todos sus ahijados.–Me dió la dirección donde, podría encontrar a Bermudez, en un barrio, cerca de  de ahí,  porque cuando tenía que venir del interior, paraba en casa de su cuñado…Se ofreció a acompañarme, dentro de dos días..pero rechacé su sugerencia, pero ella tenía razón,  y miedo al mismo tiempo..qué le íbamos a preguntar.!!..Me dijo que nunca había estado en esa casa, que era mejor que no fuera sola…, Buenos Aires..se estaba poniendo peligrosa.. – y Punta del Este..respondí..

Tuvimos, con el Sr. del remisse Don Carlos ,que estudiar sentados en una confitería , un plano de la ciudad, para entender, el barrio, que decía que era cerca de su casa Malvina…Decidimos dejarlo para el día siguientes, porque se había hecho la noche, y temimos perdernos..

Llegamos, más que por el plano, porque nos pasamos preguntando, creo que en un momento estuvimos perdidos, entre calles cortadas, y sin señalizar, era evidentemente un barrio , humilde , de casas iguales, y pequeños jardines al frente.- Hasta que Don Carlos me dijo  – Es aquí.- Él no sabía nada porque una Sra. rica, salía de Carrasco, a Maldonado, de Maldonado, pasamos a Colonia, y de allí a Buenos Aires, y de la calle 25 de Mayo, a este barrio marginal,  pero si lo pensó, no dijo nada, porque todo este periplo a mí me salía de oro. Me ayudó a bajar y se quedó de pié junto al auto, esperando..Crucé el pequeño y descuidado  jardín, y vi  el ventanal y el portón que  tenía una  especie de pequeña ventana con reja.. No encontré el timbre..y golpié las manos ,  fué en ese momento, que una niña como de nueve años se me acercó y me preguntó que quería.- Le dije, que quería hablar con Bermúdez, y me abrió una parte del portón que hacía las veces de puerta y llegamos las dos a una pieza, descuidada, llena de herramientas, era o aparentaba ser un depósito había hasta una máquina de cortar cesped, y tijeras, y gubias, y palas, y motores..y latas..y muebles, como un pequeño remate, casi no quedaba lugar para moverse…La niña  comenzó a llamar… a decir tío Oscar te buscan…Apareció un hombre delgado, y alto..y la niña dijo..Papá buscan al tío…

En ese instante ví que la niña tenía en sus manos, una  máquina fotográfica,.. mi máquina, y supe que era la mía, porque tenía una trencita de colores, que me habían hecho mis nietas,  y ví en la mirada del hombre que me había reconocido, no yo a él porque estaban encapuchados.. quise salir rápido de la pieza, y ví reflejarse en los vidrios del ventanal , una sombra, y no sé como giré y me desvié, y una pala se incrustó en la reja, y yo tomé de una mesa  lo primero que encontré,   y con mi mano izquierda, como si fuera una punta de estampar la clavé en donde pude, y el hombre se fué resbalando delante mío y de los gritos de su hija… Una nube gris, me envolvió, me cobijó,  los vidrios, rotos  se incrustaban , en todos lados y en mi cuerpo, tallando en la madera , como pequeñas gubias, sin masa, y  en la imaginación de mi mente la cabeza de un caballo..

Y Nuevamente, los diarios se ocuparon de las noticias:

Trágico final !!
Una  investigación, iniciada en forma particular y  en defensa propia, la conocida artista uruguaya  Sra. Martha Acuña  pierde su vida e  hiere a su atacante, Sr Silvio Juarez, cuñado del principal sospechoso,  con una tijera de podar.  Se aclara en parte, este extraño caso que comenzó  con el copamiento, robo,  y posterior muerte de Santiago Mac Arrosa …. efectuada en Punta del Este. Uruguay. hace cinco meses..Aparentemente el  robo y copamiento, efectuados  fueron simulados…Lo que se buscaba era la muerte de Santiago Mac Arrosa.   Se hallan incluídos  en el mismo, un cuidador de caballos muy conocido en Córdoba,  su cuñado, una ahijada, su esposo  y se haya emplazado con prisión el apoderado del occiso. ..el Dr Benjamín Salvo, el resto de los implicados no han sido posible localizar, ya que uno de ellos  el Sr Oscar Bermudez, salió por los fondos de la finca. El chofer de la Sra. Acuña, ante los gritos y el golpe en los portones , que provenían de la casa ,  fué el que llamó al 911, y los heridos, y la niña con una crisis de nervios,  fueron atendidos urgentemente.  Nada se pudo hacer por la Sra Acuña, quien falleció mientras era trasladada de urgencia.

La policía, manifiesta que  hacía tiempo venía siguiendo los pasos del hacendado, por maniobras en el lavado de dinero, con caballos de  raza. En presumario ,cuantiosa maniobra con el lavado de dinero, proveniente de la droga.  Uno de los asaltantes, Silvio Juarez  se haya gravemente  herido, no ha sido posible todavía tomarle declaración….. se encontró en la finca de éste último, un enterradero de cosas robadas, todas ellas sin mayor importancia., que hacía de pantalla ante el barrio marginal. Se  especula según Inteligencia  de  Argentina y Uruguay , que todo ha sido una venganza, entre narcotraficantes, que la muerte del conocido hacendado… fué un ajuste de cuentas.. y que la muerte de la artista uruguaya fué porque creyeron que ella podría reconocer a alguno de los asaltantes. Estas maniobras, tendrían según un estudio preliminar del PC, de Mac. Arrosa, conecciones internacionales..

La casa de sus sueños

Sobre casas abandonadas – 2

Conocí a Marita, cuando  ella era una niña y yo un estudiante.

Vivímos muchos años, en el mismo edificio de apartamento. Mis padres, en un apartamento por escalera, en el primer piso y los padres de Marita en uno interior al fondo, y al frente una familia, con tres jóvenes. Era un edificio sin ningún lujo, solo para renta.

Marita, llegó de golpe, la trajieron un día cuando tenía cinco años, y quedó como la hija de Santiago y Nora. Marita era adoptada, y me contó mi madre que estuvieron que esperar tres años para poder hacerlo, a pesar de que  su madre la abandonó en el Pereyra Rossell, cuando nació.

Fué creciendo, y compartimos como amigos y vecinos sus logros, y alegrías. Mis padres se hicieron muy amigos de Nora y Santiago, no sé si por la edad o afinidad de intereses.

Mamá la traía casi diariamente a casa, cuando sus padres salían y no la podían llevar, o cuando hacía los mandados Doña Nora.

Para mamá fué la hija que no tuvo, ya que yo era hijo único, y para mí por momentos un verdadero incordio.

Desde que la conocí, supe, que apesar de ser medida, y solitaria al extremo, tenía  algún doblez, no creo que fuera para mal, pero dentro de sí albergaba, un plisado, que con el correr de los años fuí conociendo.-

Cuando me recibí, tenía treinta años, y mi vecina solamente diez. Fué cuando papá pudo realizar algo muy deseado, la casa propia, compró un terreno, y yo ayudé con todo lo demás. Tenía muchas ideas, había viajado con el grupo de Arquitectura, y creía que todo era posible. Había entrado, en el Ministerio de Obras Públicas, y ahí entre el proyecto, los planos, los permisos y el dinero, fué que  me dí cuenta, que es muy difícil concretar las aspiraciones.

Cuando comenzamos la casa, un día la niña callada, me preguntó, si la casa iba a tener ventanas grandes. Le dije que sí, y le pregunté porque le gustaban las ventanas grandes. Me respondió

– Porque si tenés ventanas grandes y las podés abrir,  las cortinas se van a mover con el viento, y tú lo vas a poder sentir en la cara.

Una explicación sencilla, para esa edad, pero que con los años fué el resúmen de una vida. Su pieza no tenía ventana daba a un patio con claraboya, y de ahí provenía la luz de su pieza.

Nuestra casa quedaba a veinte cuadras, de los apartamentos, pero había una persona que todos, los días hacía esas cuadras para estar junto a sus amigos y recrearse mirando através de las ventanas grandes.  Comprendí, sus deseos, como si fueran míos, y traté de estar siempre a su lado.

Fueron pasando los años, y un día me dijo que quería seguir la misma carrera que yo, y cuando le empecé a explicar lo larga que era, los sacrificios que conllevaba, le hable de los prácticos, de la cantidad de horas que tendría que dibujar, fué todo inútil, terminó su bachillerato, y entró en Facultadad de Arquitectura.

Fué cuando falleció su padre, y las cosas en su hogar se fueron complicando.

Con una pensión, no podrían subsistir madre e hija. Marita entró de cajera en la Tienda El Cabezón. No tenía nada que ver, lo que había estudiado, con lo que hacía, y me dí cuenta, que veía alejarse sus posibilidades.

Tenía entonces veinte años. Con una recomendación de un Ministro, entró a trabajar en un Equipo de Mantenimmiento del Poder Judicial. Al menos su tarea era mejor, tenía que recorrer, los edificios, apuntar sus carencias, primero fué en Montevideo, y después conjuntamente con el interior.

Nos fuimos viendo menos, pero cuando falleció su madre y la mía, la soledad, que sentimos fue infinita, y desde entonces, si estamos lejos nos llamamos por teléfono, y sino, ella viene a mi casa..siempre.

Hace mucho tiempo, Marita la callada Marita, me empezó a hablar de sus sueños…Me contó, que todas las noches soñaba con los muertos de su familia y los muertos de la mía, y amigos de la cuadra.  Era tan veraz su explicación, que empecé yo también a entrar en sus pesadillas. Me habló que siempre, los veía  en la misma casa, que la iban encerrando en las piezas, en la escalera que abarcaba los dos pisos.

Marita comentaba lo que soñaba como si fuera ése el momento, y yo sentía el viento del que me habló de niña, como si me castigara ahora, en éste momento. Con su embrujo del pasado al hoy entré por esa puerta, casi sin querer.

En un primer momento pensé que algo había sucedido, no me podía explicar qué…Me habló de colores, me enseñó a ver, ella a mí.. me dijo de los verdes diferentes, de proporciones, de la relación del color y la forma, y comprendí, que había entrado en algo que tal vez con un psicólogo se cure.

Lo más grave de todo era que yo no quería que ella se mejorara, es más yo quería entrar en su locura, de día y de noche…

Una tarde temprano, cuando, recién había llegado del interior, me dijo que ya sabía cual era la casa, a la cual concurrían nuestros familiares, todas las noches.

Foto de Stella

Foto de Stella

Le pregunté donde la había visto, y me dijo.

– En el Prado, te voy a llevar para que la veas.

Saqué el auto, y empezamos a dar vueltas, por las calles desiertas, paseamos por los vistas de los altos árboles, por el puente de piedra,..  no recordaba  exactamente, la calle, y ahí en ese pequeño delirio de viejas quintas, chalets, caserones de estilo, fue cuando llegamos a la calle Castro…y al grito de pará.. pará…fué que ví la casa soñada, durante años por Marita.

Está abandonada, queda el esqueleto, de algo que fue.  Por una abertura  cerrada en cuadrícula , sin vidrios en el frente, se puede ver la escalera de madera, que lleva al segundo piso, una puerta grande de madera despintada de blanco con evidentes signos de añares  que no se abre, y arriba de ella como figurando un medio arco, una abertura en hierro, que evidentemente, fue una especie de lucernario.

En uno de sus costados adosado a la casa una habitación con una ventana cerrada, y más lejos se divisa una chimenea.

Para completar , hay solamente un pedazo de muro, que sujeta, una hiedra, hasta el árbol de la vereda está seco.

La alegría de Marita, era desbordante, era la niña, con su ventana propia, faltaban las cortinas solamente, todo su sueño era en color, no veía lo que era, hablaba de lo que podía llegar a ser, nada más.

En esa realidad virtual, yo  un hombre de 65 años, le pregunté, a esa niña mía,  a esa loquita mía, si quería casarse conmigo, y así sería la casa de sus sueños y conpartiríamos las ilusiones y los muertos.
Marita, me respondió que – sí,  y por primera vez, en cuarenta años que la conocía me preguntó – Si la quería adoptar.
Y en anochecida tarde, fuimos dos buscando  luz.