La cara de un maniquí.

Aldo Severino y Víctor Silva ( el Chicho ), trabajaban en la misma oficina, de arreglos y  repuestos de computadoras, y enseñanza en el manejo de las mismas. Eran dos analistas de sistemas. Cuando bromeaban los llamaban  trastocando sus apellidos  » Los del Canal »

Tenían en común, que habían entrado en la misma fecha y por el mismo llamado a concurso. Salvo la edad en la que rondaban, cerca de los treinta años,  y en que eran dos solterones, en todo lo demás eran polos  opuestos .

Aldo, vivía todavía con sus padres, en un apartamento relativamente cerca del trabajo. Callado, prudente, capaz, y muy buen empleado, era más apreciado por sus jefes, que por sus compañeros. Era alguien al que siempre te podrías dirigir, que serías bien atendido, y las respuestas serían siempre correctas, y ágiles.

Víctor ( Chicho ), era más simpático, abierto, buen funcionario también, pero más apreciado por los compañeros que por los jefes. Era el tipo ideal, para compartir, una farra, un asado, el futbol, mujeres, y Whisky. Vivía solo, en un apartamento en Pocitos, donde se llevaban seguido  como el decía a sus amigos »  fiestas divertidas » Le llamaban Chicho, porque tenía la costumbre de llevarse la mano derecha al pecho y ponerla sobre el corazón, y decir con cara de » No me lo creas «..»  Es cierto «,  y luego esa carcajada, que compraba. En cierta medida era un conquistador. Hay que sumar a esta descripción los ojos claros que tenía que fueron durante años su mejor sponsor.

Los padres de Aldo al regreso de un viaje que hicieron al departamento de Colonia, tuvieron un accidente en el auto  que conducía un sobrino, y con tan mala suerte que fallecieron los dos con pocas horas de diferencia. Para él alguien de naturaleza, tan cerrada, lo que podía ser  algo de liberación,  de apoyarse,  más en la libertad recibida, fué lo opuesto. Tratamiento con sicólogo, y licencia en el empleo.

Cuando las cosas se pusieron más difíciles, Chicho apoyó a Aldo y lo ayudó en todos los sentidos a levantarse. En el sentido que él conocía mejor. Le presentó chicas para que saliera, le hacía tomar uno o dos o tres whisky, cuando lo veía depresivo, y lo llevó hasta Maroñas a ver una corrida de caballos. Que algunos remedios no surten efectos en el organismo, es por todos conocidos, pero en este caso si resultó . Aldo después de dos meses largos se pudo reintegrar. Si antes trabajaba y rendía por dos, ahora se podía decir que eran tres Aldo trabajando. La empresa, agradecía a Aldo, cuando tendría que haber felicitado a Chicho.

Tanto es así que cuando algún suceso difícil ocurría, Chicho, se llevaba la mano al pecho y por unos momentos era Almada, y girando la mano en el pecho decía – » soy blanco como hueso de Bagual » y al instante – » soy colorado como el sobretodo de Balle – » o soy  compañero de Uds, señoras, señores, señoritas, niños, bebes del FA » Todos reían y el momento de tensión  pasaba. Era un buen cómico.

Una de las tantas veces, que Chicho fué al apartamento de Aldo lo convenció de que si quería mejorarse del todo, lo que tenía que hacer era deshacer el apartamento, vender todas las cosas de los viejos, y comprar en la medida de las posibilidades, lo que a él le gustara, »  desbaratar los recuerdos. »  Había que » soñar con algo nuevo » o » aprender a jugártela » le dijo.

Mercado libre, conexión mediante, solucionó la venta de todo, desde los muebles hasta la cristalería, desde la ropa hasta los aparatos eléctricos. Fué una pequeña empresa que instalaron los dos, y fueron tan buenos vendiendo como en sus trabajos. Es decir éxito seguro. Cuando Aldo quiso reaccionar con algún dejo de nostalgia, el apartamento estaba vacío, exceptuando su cuarto. Ahora Aldo a pintar, y todo a nuevo, se decía para sí.

A la salida de la oficina, rumbeó para la ferretería, y al pasar por uno de los locales, que daban por la calle San José,  lo que llamó su atención es que vió que se había desocupado. Lo miró , vió lo amplio que era, – » lindo local para poner..».Y ahí se quedó con su duda. Empezó a pintar de blanco, y cuando  no le alcanzó  la pintura, volvió a la ferretería y al pasar vió que estaban pintando el local. Ya habían pintado la tarima de la vidriera. Pensó este local es del tamaño de mi apartamento, vamos a ver quien gana. Una apuesta sin oponente.

Fueron casi al mismo tiempo, el local y el apartamento, como una carrera, fueron pintados hasta los  domingos, y los dos llegaron  «cabeza a cabeza » a la meta. Un día  al pasar vió en la vidriera medio manequí. Era la figura de mujer, pero sin tronco, y sin cabeza…Fué cuando comentó en el trabajo del local, de que estaba terminada la pintura, y de que probablemente pusieran algún negocio de ropa de mujer. No fué novedad para nadie, todos sabían que se instalaría una casa de compra venta de ropa de usada. Ropa de mujer. Aldo sintió un frío, que le subía desde sus manos  – » Por dios, que no sea  la ropa de mi madre,  algo de lo que  vendí «.

Desde ese momento, debido a la soledad que solamente compartía  muy de vez en cuando  con una chica que trabajaba en una casa de alquileres de DVD, fué cuando comenzó su seguimiento. Día a día como si fuera el dueño, miró la instalación , a la entrada del trabajo, y a la salida por mucho rato. Fué un fiel espía. Esperó y logró ver el maniquí terminado, pero fué para él  asombro y  fascinación ,  la cara hermosa que tenía.  Pensó,  –  parece una joven de verdad.

Pero su asombro fué mayor cuando la vió vestida con un traje rojo de fiesta, le habían recogido el pelo con un broche, le pusieron guantes negros, y  la mano derecha sostenía una copa de cristal , en actitud de brindis. Se acercaban las fiestas, y la vidriera tenía luz, estilo, clase. Pero para Aldo, fué el principio de recordar lo que había olvidado. Las caras hermosas, esten donde esten, en una joven que pase a tu lado o en un maniquí…y la copa era del juego de sus padres, con ese tallado de guarda griega,  de color borra de vino  con su pie liso y claro.  La culpa era de él ya no había tiempo para el retorno..

Al otro día estuvo ahí , y volvería todos los días y cada vez veía más hermosa a la muñeca hecha de algún plástico o cera, y los ojos eran cada vez más azules, todo fué obsesión.  Desde ese momento fué su novia virtual.  Aldo estaba perdiendo la sensatez. Se había enamorado de un maniquí, lo último que le faltaba le diría si supiera  esto su amigo Chicho, »  sería comprarse una muñeca inflable.» Pero su locura no debía saberse, era suya solamente. Todo lo comparaba a  una enfermedad a la piel, que empieza, a tomarte de a poco, y cuando tenés el diagnóstico , te  arrebató  la cara ,  las manos y los brazos, te dejó inutilizado.

La inaguración del local ,  en su mente , lo dejó sin abrazos y sin besos.

Tantas veces pasó, y tanto tiempo miró la vidriera de cerca o de lejos, que ante tamaño asedio, la última vez, una joven salió del local y le preguntó.

_ Señor desea algo,  ? – tenemos cosas muy bonitas para estas fiestas. Puede pasar y ver algo para su novia.

Aldo no podía creer lo que veía, la vendedora era igual al manequí, es decir era más hermosa, más esbelta y los ojos eran más azules, y su cuerpo, era delgado y blanco, una auténtica belleza. Era alguien para hacer » los sueños  virtuales realidad »

Fúe cuando la joven le preguntó. ¿ Yo a Ud. me parece que lo conozco de algún lado .?

– No creo, pero Ud. es igual al manequí,  y tatamudeando siguió – es decir yo a tí  sí que te  conozco, he mirado mucho esa figura.

– La cara de la figura, es mi cara, me sacaron un molde y después lo vacían  en un producto, y hacen la muñeca.. le ponen unos ojos de vidrio… una peluca  y  la completan…Le gustó. ?   ¿ Pero, Ud. no es amigo de Víctor ?. No trabajan juntos..?

– Sí, veo que conocés a Chicho ¿  De donde  ?

–  Le dicen Chicho,  no sabía. -Nos conocimos cuando el empezó a vender la cristalería  de un amigo por Mercado Libre, y yo le compré varias cosas para poner en  el local.

– Hace ya unos meses de esto..dijo Aldo..?

– Sí,  como seis meses.

– Y lo has vuelto a ver, preguntó Aldo casi sin voz.

– Muy seguido, porque veo que no sabés que  estamos arreglados. Por  ahora salimos , pero más adelante vamos a ver…si resulta.. Estiró una mano, y la sonrisa la iluminó como si fuera una muñeca de porcelana .

– Perdoná que no siga charlando tengo que  trabajar.. Ha sido un gusto conocerte, así que cuando necesites algo para alguien ya sabés… Tenemos mercadería bella  , cosas usadas, casi nuevas..casi sin uso..

–  Volveré, le respondió no lo dudes

 

La copa

 

, porque creo que aprendí hace un rato .. de golpe ..

» A  jugármela..»

Pipi cucu..

Historia mínima

A  Adelita se la veía preocupada desde hacía varios días, mejor dicho desde que recibió una invitación de sus excompañeras de trabajo,  para tomar el té. Hacía más de diez años de su jubilación y a todas las había visto esporádicamente, en alguna citación para cobrar algún haber, o en velorios. De los que se jubilaron en esa época con los beneficios de los llamados incentivos, muchos habían fallecido, y otros se fueron a vivir definitivamente a la casa de la playa, huyendo de los altos alquileres. Ella quedó viviendo en la misma casa  con su marido, pero para pasarla mejor, es un decir, para ajustarse el cinturón , fueron achicando los gastos superfluos, otro decir.

Adelita llamaba de ese modo, entre otros condimentos a la ropa de ella y del susodicho. Si algo duraba un año, lo hacían durar diez y siguientes. LLegó a tener guardada ropa de su madre, de unas tías de su marido, y para justificarse de todo eso, aunque no tenía ante quien hacerlo, decía que esos eran recuerdos.

Así, que el día del té llegó, y desde la mañana estuvo  entre ruleros, y sacadas de trajes, es decir vistas previas. Después del almuerzo se fué preparando para la festichola de las 6 de la tarde. Hacía bastante tiempo, que no veía muy bien, en un primer momento pensó que tenía conjuntivitis, y con ese autodiagnóstico, fué al oculista de la sociedad. Lástima que lo que pensara no fuera cierto, cuando le dijo cataratas en los dos ojos, ahí mismo quedó planchadita,  se le borró la comisura de los labios y quedó un poquito almidonada.

Desde ese día  con más ahínco, ahorraba todo lo que podía y lo que no podía también. Quería operarse en forma particular, y cuando supo  lo que costaba la operación, casi lleva hasta el marido al Monte de Piedad, a ver cuanto le daban. La detuvo ese nombre antiguo que recordó, sobre todo el de Piedad, el de Monte  lo asociaba a otra época de su juventud.( Traduc. Préstamos Pignoraticios-Bco de la Rep. Oriental del Uruguay. ) Sacó más condimentos de su canasta familiar, algunos por prescripción médica, y otros por el bolsillo. Es decir dejó la canasta medio vacía. Pero muy a su pesar fué a la confitería y abonó el tique y un poco más porque incluía el de una compañera que cumplía  cincuenta años en el  trabajo. Lo encontró tan justo, tanto tiempo de aguante, que todo lo pagó sonriendo. Si sabía ella lo que eran esos años, llevaba con hidalguía  esa fecha de » Esclavitud en los Patagones »

Empezó por embadurnarse con crema la cara, tanto que tuvo que sacarse un poco, y de la cara pasó a las manos. Siguió con la base para polvos, y ahí pudo comprobar que todo se seca. Todo !! No había forma de que saliera , hasta que osadamente salió un chorro, que le hizo acordar a la pasta de dientes, imposible de volver a meter dentro del pomo.

Siguió el polvo y luego una parte que siempre le resultó difícil, el pintarse los ojos. Dió la vuelta a ellos como pudo y como vió, pero el párpado de arriba resultó como una prueba de evaluación ( de las que tuvo que dar para ascender ). Estirar el párpado y ver al mismo tiempo no es difícil es dificilísimo !! El rimel el que nació cascola que llegó para pegar una pestaña a la otra y levantarlas en ángulo exclusivo, llevó su tiempo de maduración.

Luego la boca , fué el lápiz de izquierda a derecha, del borde al centro, y esto hace  comprender que el orden de los factores altera el producto . Sólo con mirar el resultado se entiende lo dicho, contrariando el axioma.

Finalmente se puso los lentes para ver lo hecho, notó algunas imperfeciones , que corrigió con el dedo, de la misma forma que antes borraba cuando se equivocaba cuando escribía en la máquina, para un lado y para el otro, y le quedaron los ojos igual al papel carbónico que antes usaba. Siguió en fila el colorete, y la brocha redonda, y luego  movió los labios para que se pintara un poco más , el  inferior,  dando una clase de mímica frente al espejo  que  envidiaría Marcel Marceu. y  pasó a la vestimenta.

Pipi Cucú Luego de meditar  pensando el ser o no ser, traducido a éste o al siguiente, se resolvió por lo que le pareció que era más moderno, aunque lo que ella veía en la tele no era lo que tenía a la vista. Las comedias brasileras, con las mujeres medio desnudas,  sabía que ella no podía ir ni un cuarto desnuda. Si eran las mejicanas, llenas de volados, aretes gigantes, y escotes de vértigo, era para quedar desahuciada , las que pensaba que mejor le iban eran las argentinas, pero la lástima era que fueran todas jóvenes que pudieran mostrar las piernas sin complejos

Así que a ponerse lo que uno tiene, a sonreir  y a disfrutar y chusmear lo más posible.

Así marchó con un traje tejido  de lana, beige, comprado en Introzzi,  que gracias al régimen , le entró perfectamente, es más si levantaba un poco los senos, y entraba la barriga, hasta se diría que le quedaba holgado. No quiso la cartera que tenía más nueva, porque se la habían visto mucho en la oficina, así que optó, por una de su madre, que tenía pinta, con el  cierre de bronce, aunque era tan chata, que entraban solamente, el pañuelo, las llaves y poca cosa más. No importaba mucho, el resto lo iba a poner en los bolsillos del saco.

El saco merece un aparte. Cuando se lo compró ella habitualmente usaba tacos altos, ahora que bajaron las pretenciones, junto con tantas cosas, el saco le llegaba a los tobillos, y eso era algo del todo. Era rojo, de un rojo hermoso, vistoso, único. El color de la alegría pensaba.

Cuando Adelita estuvo pronta, hasta perfumada con Siete Brujas,   y cerró la puerta de su casa, vió un poco borrosa la figura que venía hacia ella,  igual la reconoció. Quién no va a reconocer unos vaqueros gastados y finitos terminados en zapatillas blancas y la mochila a la espalda y esa mata negra y enrulada de cabello atada con una gomita. Era una de sus nietas, era la más chica de todas, era la adorable Marisa.

– ¿ Abuela tú vas a salir ? Le preguntó asombrada.

-Sí, voy a una despedida de una excompañera del trabajo.

-¿ Vas a ir  pintada y vestida así ? Abuela hueles muy extraño..

– Qué tiene, lo que pasa es que nunca me ves arreglada.

-Abuela no podés salir así.  Pareces…Pareces… con un entrecortado arranque la adolescente siguió. Sos igual a un cartel de no estacionar con la raya ancha roja. Sólo te falta la E…

Un bufón verdad ?  Y yo que creía que estaba PIPI CUCU.

–  Un  bufón qué…es..?    y aún más horrorizada le preguntó.   ¿ Abuela no me digas que te hiciste Pipi ?

Adelita instintivamente apretó todo lo que pudo, la barriga y la cola, esto era demasiado fuerte para ella pensó, y entre la neblina de sus ojos, que lloraban rimel. contestó.

-Vamos… vamos a tomar un piscolabis ,  así me saco este emplasto . En tono de reproche le manifestaba, mientras  su brazo se apoyaba en el hombro de la  jovencita. –

– Marisa, sos una pipiola, y  tendrías que saber más sobre sinónimos ,  bufón,  titiritero, payaso,  y tu  abuela ,  son cosas  similares . El resto de lo dicho te lo explico luego.   Y..  Juntas,  muy juntas ,  entraron a la casa…