Pipi cucu..

Historia mínima

A  Adelita se la veía preocupada desde hacía varios días, mejor dicho desde que recibió una invitación de sus excompañeras de trabajo,  para tomar el té. Hacía más de diez años de su jubilación y a todas las había visto esporádicamente, en alguna citación para cobrar algún haber, o en velorios. De los que se jubilaron en esa época con los beneficios de los llamados incentivos, muchos habían fallecido, y otros se fueron a vivir definitivamente a la casa de la playa, huyendo de los altos alquileres. Ella quedó viviendo en la misma casa  con su marido, pero para pasarla mejor, es un decir, para ajustarse el cinturón , fueron achicando los gastos superfluos, otro decir.

Adelita llamaba de ese modo, entre otros condimentos a la ropa de ella y del susodicho. Si algo duraba un año, lo hacían durar diez y siguientes. LLegó a tener guardada ropa de su madre, de unas tías de su marido, y para justificarse de todo eso, aunque no tenía ante quien hacerlo, decía que esos eran recuerdos.

Así, que el día del té llegó, y desde la mañana estuvo  entre ruleros, y sacadas de trajes, es decir vistas previas. Después del almuerzo se fué preparando para la festichola de las 6 de la tarde. Hacía bastante tiempo, que no veía muy bien, en un primer momento pensó que tenía conjuntivitis, y con ese autodiagnóstico, fué al oculista de la sociedad. Lástima que lo que pensara no fuera cierto, cuando le dijo cataratas en los dos ojos, ahí mismo quedó planchadita,  se le borró la comisura de los labios y quedó un poquito almidonada.

Desde ese día  con más ahínco, ahorraba todo lo que podía y lo que no podía también. Quería operarse en forma particular, y cuando supo  lo que costaba la operación, casi lleva hasta el marido al Monte de Piedad, a ver cuanto le daban. La detuvo ese nombre antiguo que recordó, sobre todo el de Piedad, el de Monte  lo asociaba a otra época de su juventud.( Traduc. Préstamos Pignoraticios-Bco de la Rep. Oriental del Uruguay. ) Sacó más condimentos de su canasta familiar, algunos por prescripción médica, y otros por el bolsillo. Es decir dejó la canasta medio vacía. Pero muy a su pesar fué a la confitería y abonó el tique y un poco más porque incluía el de una compañera que cumplía  cincuenta años en el  trabajo. Lo encontró tan justo, tanto tiempo de aguante, que todo lo pagó sonriendo. Si sabía ella lo que eran esos años, llevaba con hidalguía  esa fecha de » Esclavitud en los Patagones »

Empezó por embadurnarse con crema la cara, tanto que tuvo que sacarse un poco, y de la cara pasó a las manos. Siguió con la base para polvos, y ahí pudo comprobar que todo se seca. Todo !! No había forma de que saliera , hasta que osadamente salió un chorro, que le hizo acordar a la pasta de dientes, imposible de volver a meter dentro del pomo.

Siguió el polvo y luego una parte que siempre le resultó difícil, el pintarse los ojos. Dió la vuelta a ellos como pudo y como vió, pero el párpado de arriba resultó como una prueba de evaluación ( de las que tuvo que dar para ascender ). Estirar el párpado y ver al mismo tiempo no es difícil es dificilísimo !! El rimel el que nació cascola que llegó para pegar una pestaña a la otra y levantarlas en ángulo exclusivo, llevó su tiempo de maduración.

Luego la boca , fué el lápiz de izquierda a derecha, del borde al centro, y esto hace  comprender que el orden de los factores altera el producto . Sólo con mirar el resultado se entiende lo dicho, contrariando el axioma.

Finalmente se puso los lentes para ver lo hecho, notó algunas imperfeciones , que corrigió con el dedo, de la misma forma que antes borraba cuando se equivocaba cuando escribía en la máquina, para un lado y para el otro, y le quedaron los ojos igual al papel carbónico que antes usaba. Siguió en fila el colorete, y la brocha redonda, y luego  movió los labios para que se pintara un poco más , el  inferior,  dando una clase de mímica frente al espejo  que  envidiaría Marcel Marceu. y  pasó a la vestimenta.

Pipi Cucú Luego de meditar  pensando el ser o no ser, traducido a éste o al siguiente, se resolvió por lo que le pareció que era más moderno, aunque lo que ella veía en la tele no era lo que tenía a la vista. Las comedias brasileras, con las mujeres medio desnudas,  sabía que ella no podía ir ni un cuarto desnuda. Si eran las mejicanas, llenas de volados, aretes gigantes, y escotes de vértigo, era para quedar desahuciada , las que pensaba que mejor le iban eran las argentinas, pero la lástima era que fueran todas jóvenes que pudieran mostrar las piernas sin complejos

Así que a ponerse lo que uno tiene, a sonreir  y a disfrutar y chusmear lo más posible.

Así marchó con un traje tejido  de lana, beige, comprado en Introzzi,  que gracias al régimen , le entró perfectamente, es más si levantaba un poco los senos, y entraba la barriga, hasta se diría que le quedaba holgado. No quiso la cartera que tenía más nueva, porque se la habían visto mucho en la oficina, así que optó, por una de su madre, que tenía pinta, con el  cierre de bronce, aunque era tan chata, que entraban solamente, el pañuelo, las llaves y poca cosa más. No importaba mucho, el resto lo iba a poner en los bolsillos del saco.

El saco merece un aparte. Cuando se lo compró ella habitualmente usaba tacos altos, ahora que bajaron las pretenciones, junto con tantas cosas, el saco le llegaba a los tobillos, y eso era algo del todo. Era rojo, de un rojo hermoso, vistoso, único. El color de la alegría pensaba.

Cuando Adelita estuvo pronta, hasta perfumada con Siete Brujas,   y cerró la puerta de su casa, vió un poco borrosa la figura que venía hacia ella,  igual la reconoció. Quién no va a reconocer unos vaqueros gastados y finitos terminados en zapatillas blancas y la mochila a la espalda y esa mata negra y enrulada de cabello atada con una gomita. Era una de sus nietas, era la más chica de todas, era la adorable Marisa.

– ¿ Abuela tú vas a salir ? Le preguntó asombrada.

-Sí, voy a una despedida de una excompañera del trabajo.

-¿ Vas a ir  pintada y vestida así ? Abuela hueles muy extraño..

– Qué tiene, lo que pasa es que nunca me ves arreglada.

-Abuela no podés salir así.  Pareces…Pareces… con un entrecortado arranque la adolescente siguió. Sos igual a un cartel de no estacionar con la raya ancha roja. Sólo te falta la E…

Un bufón verdad ?  Y yo que creía que estaba PIPI CUCU.

–  Un  bufón qué…es..?    y aún más horrorizada le preguntó.   ¿ Abuela no me digas que te hiciste Pipi ?

Adelita instintivamente apretó todo lo que pudo, la barriga y la cola, esto era demasiado fuerte para ella pensó, y entre la neblina de sus ojos, que lloraban rimel. contestó.

-Vamos… vamos a tomar un piscolabis ,  así me saco este emplasto . En tono de reproche le manifestaba, mientras  su brazo se apoyaba en el hombro de la  jovencita. –

– Marisa, sos una pipiola, y  tendrías que saber más sobre sinónimos ,  bufón,  titiritero, payaso,  y tu  abuela ,  son cosas  similares . El resto de lo dicho te lo explico luego.   Y..  Juntas,  muy juntas ,  entraron a la casa…

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