Como un sapo cururú.

Cuento breve.

Historia mínima.

Sintió cuando golpeaban la puerta. Le gritó a su hija desde donde estaba planchando.

– Mirá quien es Luisa ?

Elisa sabía quién era. Era el pesado Sr. Ferro, que venía a cobrar el alquiler.

– Mamá es el Sr, Ferro.

Elisa dejó la plancha,  se acercó a la puerta, mientras de decía a su hija.

-Apurate qué llegás tarde a la escuela. – Buenos días ,  Sr Ferro, la última vez le dije que antes del quince por más que quiera no logré juntar la plata.

El Sr. Ferro era algo  extraño, usaba gorra invierno y verano y el mismo traje marrón arrugado.  En invierno se ponía un bufanda alrededor del cuello por todo abrigo. No sentiría calor en  éste marzo  con ese traje y esa gorra se preguntaba Elisa. En eso lo vió secarse el sudor con un pañuelo y se dió cuenta que el hombre estaba a punto de derretirse


– Quiere agua señor Ferro. ? Pase.  Siéntese, que ahora se la sirvo.

El cobrador entró y con su voz ronca , con asombro  le dijo

– Sra Londa, qué bien arreglada que tiene Ud. la pieza.!!

– Bien arreglada, con una mesa grande de planchar, sillas de cardo y esos canastos para poner la ropa pronta. Por favor no me confunda. Ésto es solo un taller de planchado, con una única empleada aquí presente.  El vaso de agua fué bebido con avidez.

Sobre un costado de la mesa el hombre abrió su gastada cartera de cuero marrón  y se vieron una cantidad de recibos prontos, todos unidos por una pinza. Recaudaba todos los meses, el alquiler de cuarenta apartamentos, formados a partir de la división de dos  casas coloniales en un lugar céntrico de la capital. En la casa y en la adosada, todos sabían de  sus lentes oscuros de aro redondo y su  caminar cansino. Tan conocido como el dolor de cabeza y rechazado por los inquilinos como si fuera una lavativa. Nada lo detenía en su afán de cobro. Ya marchándose la niña  se le cruzó y   sin ningún preámbulo le dijo.

– Señor Ferro, tiene  una cartera igual a la mía !! No me diga que la guardó de cuando iba a la escuela !!

Al señor Ferro, le vino a la cara un color morado, que lo hizo parecer un cangrejo de arroyo, pero se aguantó el calor y no contestó.  El comentario hizo que dejara de hablar. Cuando llegaba a la escalera le dijo a Elisa –  Vuelvo el dieciseis sin falta y se marchó.

La madre reprendió a la niña, pero igual Luisa siguió riéndose, con  la inconsciencia de los doce años.

A raiz del golpe de Terra había en el país una mayor desocupación en lo privado, haciendo que el trabajo de Elisa,  planchadora especializada, con mayor énfasis en la parte de encajería fuera  disminuído notoriamente.   Su exesposo  era quien   la ayudaba, con el gasto del alquiler y también  su sueldo se vió  recortado a la baja, por ser empleado público.  Nada alcanzaba, la moneda estaba envilecida. De ahí su atraso en el alquiler.

Cuando volvió el  administrador, sobre una de las sillas estaban los billetes acomodados, como planchados con almidón, mojados con las lágrimas ocultas del sacrificio de la inquilina.  Ésta vez fué Luisa la que lo  hizo pasar, mientras su madre estaba  en el cuarto de baño común que había al final del corredor. Dos baños por piso.

La niña como para entretenerlo, le preguntó con curiosidad, si era casado y tenía hijos. Si tenía hermanos.  El hombre respondía como confundido que no. Después siguío el interrogatorio, lo estaba acosando sin proponérselo.

–  Si tenía padres. Aquí le dijo que padre, pero que era muy viejito. – Quién lo cuida ? – Yo dijo el interpelado . Luisa le dijo – Es bueno tener padres. Mi papá es una persona que me quiere mucho, no nos puede ayudar más porque en el Ministerio de Hacienda donde trabaja, le rebajaron el sueldo a la mitad. Por eso estamos muy mal. ¿  A Usted, cuando sea viejito quién lo va a cuidar ?  Ésta pregunta quedó guardada , sin respuesta.. Después le dijo que a ella lo que más le gustaría tener era…. una pieza con ventana.

– El visitante le dijo, pero esta pieza tiene luz, la puerta es de vidrio  y tienes el altillo con una banderola.

–   Vive usted  en una casa con ventanas ? Sueño con una  ventana que dé a la calle, no una puerta a un pasillo.  La veo grande con cortinas blancas que se mueven . Ver la gente pasar , los árboles,   el viento en la cara, no como ahora, que hay veces , que sentimos que nos ahogamos y sabe envidio a los del frente con ventanas y balcones. Señor Ferro usted no desea algo..mucho…muchísimo.?  Lo único que me consuela es  que algunos no tienen una mamá tan linda , buena , trabajadora como la mía.  Mi mamá es la más linda de toda la cuadra,  de todas las mamás que conozco. Es como dice uno de los inquilinos …Bellísima..como una madona.. usted lo cree así ?.

Cuando entró Elisa, vió con asombro como estaban conversando el señor Ferro y Luisa, mientras él tomaba un vaso de agua.

– Señora Londa, si no puede abonarme hoy vuelvo en otro momento, dijo el sudado visitante.

– Aquí está el dinero, este mes llegué, el que viene no sé.

– Págueme la mitad y el mes que viene hablamos.

La cara de Elisa iba de asombro en asombro, el hombre tan odiado tenía un gesto comprensivo .

– Bueno acepto, porque tuve algunos gastos por el comienzo de las clases de Luisa.. ya que usted es tan amable,.. Elisa se secó las lágrimas ante ese extraño.

Ahí en ése instante, a la inquieta y vivaracha Luisa se le ocurrió una idea y la dijo con esa  manera tan  espontánea que tenía.

– Señor Ferro, no le gustaría que mi mamá le limpiara la gorra, ella hace milagros con el jabón de palo, las cosas quedan mejor que en la tintorería.  Aquí el asombrado fué el hombre. Sin ninguna clase de miramientos aceptó y le dijo a las dos.

– Mañana la traigo, me pongo una vieja que tengo y le dejo ésta..si usted me hace ese favor.

– Señor Ferro porqué no la deja ahora?  preguntó Luisa y ella misma se contestó.

– Ya sé usted es pelado y no quiere que se sepa. No veo nada de malo en ser pelado, mi papá es peladísimo y no se tapa. Además agregó porqué no se quita esos lentes oscuros arriba de los claros, dos pares de lentes me parece mucho. Así dejan de decirle el sapo cururú.

– Todos  me llaman sapo cururú ? – Es por los lentes, la gorra, o por mi voz ?  Ferro era el trueno mismo.

– Por todo eso,  la corbata moñita que parece que lo ahogara , el traje marrón brilloso ,  arrugado.

La niña descubrió la herida y sin pudor con sus palabras taladraba al administrador.

– Luisa,!!..  le recriminó su madre, no sigas, le estás faltando el respeto, hay cosas que no se dicen.  Perdónela por favor…

– Déjela señora, es una niña, dijo Ferro.  Se lo veía extenuado.  Luisa había sidoun  aguijón impensado.  Lentamente como saludando  se quitó la gorra y una melena castaña apareció. No era pelado ni peladísimo.

Había perdido toda impertinencia, era un hombre cualquiera, el contable de la administración con »  el poder sin para qué »

–  Gracias Luisa, por decirme la verdad,  hace tiempo que debería habermela quitado. Como  un crack desmontó los lentes oscuros y por primera vez en años se vieron sus grandes ojos castaños. Los lentes, se deslizaron de su mano y cayeron al piso sin romperse.  No hizo ningún ademán de levantarlos.

Salió Ferro,  bamboleándose como quien recibe el golpe que arrincona contra las cuerdas en el ring.

Cuando la puerta se cerró,  arriba de la silla estaba el recibo y  el dinero intacto. Elisa no salía de su asombro. Estaba furiosa con su hija.

– Aparte de los disparates que oí … Ahora nos viene el desalojo… No tenemos ninguna garantía..Creo que después de esto vamos a la calle.  Ahora sí  que tenemos un problema.!!… Elisa recogió los lentes del suelo… Y con angustia le decía a su hija. – Qué más le habrás dicho que dejó el dinero.!!

– Nada..Nada.. le pregunté por su familia y le hablé de mi sueño…vas a ver que mañana vuelve…

La adolescente  no veía el  problema, más pobre de lo que eran no podían ser !!

– ¿ Mamá sabías que los vecinos dicen que el señor Ferro es el hijo del dueño de todos los apartamentos que él administra  ?   Más de cien apartamentos !! ..,  comentan  que él  es más avaro que el padre , por esos nadie lo hace entrar a las piezas y agregó como mascullando..

– La maestra dice que los problemas para que se resuelvan hay que saber plantearlos..