Una mano sujeta la mía. Un balde de lata litografiado . Una palita , un pequeño rastrillo y dos o tres moldes del mismo material. Una sombrilla grande con su envarillado de madera, un bolso de lona y el omnibus completan el paseo.
La playa es una cinta blanca , como las que llevo en mi pelo.
Las piernas largas, delgadas, el traje de baño de lana, cerrado con escote redondo, casi monacal. Un sombrero blanco de ala levantada, y mis juegos de latón.
En esa humedad deliciosa, la frescura de piedritas redondeadas por el mar, conchillas de almejas , mejillones, pequeños caracolitos , vértebras y espinas de pescados que lastiman los pies, aprendí en la infancia a hacer castillos.
Tan fácil es !! Llenas el balde de agua y después le pones arena hasta que tenga la consistencia de crema , la del postre del domingo.
Caminas , mejor saltas, porque quema la blanda arena, alrededor de la sombra con flecos blancos, donde se esconden los toallones, alisas con la palma y haces un círculo a pala, lo más profundo que puedas, como cimiento, como contención. Un foso… le pones piedritas, porque ahí pueden existir los más extraños seres !!
Luego te sientas y metes tus manitas y sacas esa mezcla húmeda y la dejas gotear lentamente entre los dedos. Se forman las torres, los puentes, y cada vez más alto, el desafío.
Cuando se acaba vuelves a repetir el viaje.
Tú castillo es único, porque tú eres la princesa, tú haces el cuento. Con tu dedo índice, lo hundes a los costados de la torre y tienes las ventanas, o una gran puerta .
Con uno de tus moldes, ése del sapito, haces al príncipe. No importa que tenga el mismo color que el castillo, porque el color lo pone el que sueña.
Tienes los miradores, que cortas cada tanto, por ahí, espían los que cuidan. No saben que se puede ver desde lejos al caballero andante, en el camino formado a rastrillo.
Haces estrellas de molde, árboles de alguna madera que trajo la ola, puentes de piedritas y vallas de resaca.
Dejas ahí desprotegido al sol, tu castillo, la senda, tu príncipe, tus sueños, y alguién sin querer o queriendo lo pisará, o la ola lo barrerá, pero no importa, con la igenuidad de un niño volverás a empezar.