Lo conocí en el barrio. Fué cuando pasó a vivir un tiempito con su hermana Gladys. Era un hombre de mediana estatura, de pelo blanco ensortijado, de mirada límpida, resaltando sus ojos claros, en su piel curtida . Venía del departamento de Durazno donde era herrero. Ahí habían quedado sus dos hermanos varones. Él se vino según su hermana porque, no se sentía del todo bien.
Gladys era una persona querible, muy servicial, comedida. Nunca la ví caminando. Siempre corriendo. La comida para sus hijos, los logros de los mismos, las novias, los consejos, los refranes. Gladys, era dueña de una casa de dos plantas y tres dormitorios. La recibió de su marido que según ella, era un hombre excepcional pero, que se le ocurrió morirse cuando los chicos tenían la edad de la bobera, y ella fué a partir de ahí, el comodín, en el juego, según su expresión..
Sucedió que traer a un hombre mayor acostumbrado a hablar casi a los gritos, porque desconocía los límites , para peor medio enfermo, y completamente descolocado en la ciudad, fué para Gladys un verdadero martirio. Idas en omnibus, donde Antonio se sentía acorralado, y no sabía de donde agarrarse, con miedo de niño, en cuerpo de viejo. El susto de no saber que tenía, un hombre que nunca estuvo enfermo !
Resultó, que Antonio se mejoró, y se quiso volver. Los sobrinos agradecidos. Su casa lo esperaba, aunque no hubiera nadie dentro de ella.
Al poco tiempo, con el empuje de los hermanos, vendió el campito y la casa, y lo obligaron casi, a comprar una vivienda cerca de Gladys. Al que miraba el panorama, era una de pasárcela al otro» tuya.. ..mía » como brasa.
En el barrio las casas eran bastantes grandes y caras. Le hicieron comprar la única casa, que nadie había querido por mucho tiempo. Grande y en ruinas. Además como marquesina, tenía dos ocupantes precarios
Cómo lograron que se fueran los intrusos, fué un misterio. Unos decían que el hijo de Gladys el procurador, los había amenazado, otros que entre los cuatro hermanos juntaron un dinero, y los tipos se marcharon por su voluntad. El barrio se sintió aliviado, se fueron los dos hombres problemáticos y pasó a vivir uno sólo y viejo.
Fué increíble, con sus manos anchas de dedos gordos, poco a poco, esa ruína se fué transformando. Revoque, persianas en su sitio, lija, pintura. La voluntad de un hombre, hecho a la fragua, hizo el milagro.
Todos felices, ahora había una casa que no desentonaba con las demás. Cuando la labor fué casi terminada, el dueño de la casa comenzó a decaer. Ahí fué cuando Gladys, con la connivencia de sus hermanos e hijos, empezó a maquinar para casar a Antonio, con una vecina. Había un inconveniente. Élida no tenía ningún interés en casarse, y menos con un hombre mayor, y con la salud bastante precaria.
Élida tendría alrededor de cincuenta y pocos años. Cuando la conocí, era bastante linda, pero después empezó a engordar y a teñirse de rubia. Pero eso no tenía ninguna importancia, porque Antonio, nunca iba a mirar a Élida. De todo lo imaginable, estaba salvada.
Gladys hizo un trabajo increíble, convenció a Élida que si se casaba con Antonio, tendría la jubilación, y la casa, dejaba de pagar alquiler.
La agarró justito, cuando la esperanza de un romance es lejana, es decir casi un imposible. Le hablaron tanto, hermanos y sobrinos, que llegaron hasta barrer el último prurito. Había que decir que Antonio y Élida tenían una relación de hecho desde hacía varios años.
Consiguieron unos vecinos que se prestaron para eso. Dijeron que Élida viajaba a Durazno, y se quedaba ahí, porque era la amante de Antonio. El chisme corrió por las calles empedradas, opinaron tantos. » Mirá la Élida, tan pacata que parecía, y tenía un amante de la edad del padre. ! » Seguro que siempre la mantuvo » » Pensar que decía que se arreglaba con la jubilación » » Tarde o temprano todo se sabe, la mentira tiene patas cortas.»
Si Élida dudó, todo lo dicho por los demás la empujó, y saltó al vació. » Se casaba »
Se hicieron los trámites y Antonio firmó, como pudo sin saber que se apuntaba para casarse. Si llevaban al novio al Juzgado era más fácil, más rápido, habría menos preguntas. Y así se hizo. Se casaban en ese momento en los Juzgados de Paz. Así que les tocó uno que funcionaba en una casa vieja, donde al fondo de un corredor se encontraba el despacho del Juez. Me detengo aquí, para poder describirlo. El piso era de baldosas, pero para darle categoría a esa pieza grande y tapar las diferentes estilos en un mismo piso , el Juez trajo una alfombra que lo cubrió totalmente, tanto que una de las puertas quedó inutilizada, porque subía sobre el zócalo. Un escritorio y una silla tallados, y como corolario, cortinas bordeau con bandeau y una estatua de un caballo de tamaño mediano sobre un pedestal de madera. Evidentemente el magistrado quiso darle categoría, al despacho, exhumando de su propia casa las antiguallas inubicables.. Creo que algo logró. Era como entrar por un túnel al pasado de una fantasmagórico remate. Muchos se casaron asustados. Bueno todavía lo hacen sin esa barroca decoración.
Los novios fueron los protagonistas como corresponde. Élida en pleno invierno, tan abrigada, parecía el doble de lo que era y el triple del futuro marido. Para tener algo diferente a los demás se puso un broche sujetando una parte de sus rulos, formado por unos azahares y unas piedritas azuladas. Ahí me dí cuenta que cualquiera sea la edad , y las circunstancias por adversas que se tengan , nunca se pierde ese candor, del tul, del azahar, del azul, y tal vez tenía algo prestado. Eso nunca lo supe.
Antonio tenía un traje, camisa , corbata , y un sombrerito para protegerse del frío, que tapaba su hermoso cabello. Describirlo vestido, te diría que era un gran envase, para un contenido pequeño. El saco caía de las mangas tanto que tapaba parte de las manos, y el cuello de la camisa daba vueltas jugando alrededor del cuello, al no me atrapás y la corbata al ahorcado. Como evidentemente no resistía el peso de un sobretodo, le pusieron una gran bufanda.
Sus hermanos lo sostuvieron agarrándolo cariñosamente para tenerlo de pie, lo que no impidió que se sacara el sombrero, y se lo pusiera al caballo. Nadie osó, sacar el sombrero, de tan ilustre testa , temieron alguna reacción. Para mí, Antonio le hizo un homenaje a su familia, abrigó al caballo.
Cuando dieron el sí, Élida lo dijo clarito, pero el sí de Antonio no sé quien fué que lo dijo y nadie lo averiguó por cierto.
Con seis meses de casados, más los antecedentes, si Antonio se iba a pasear por las nubes, lo podía hacer libremente. Dejaba todo en regla.
Tanto le dió Élida de comer, que parte de su tratamiento de engorde, resultó benficioso para Antonio. Empezó a repuntar en cuesta arriba, pasito a pasito iba mejorando. Los hermanos encantados.
Sí » Seis meses con una mujer de cierta edad «, puede ser una novela , y una experiencia interesante, cuatro o mejor seis meses o un año para redondear , con un hombre treinta años mayor , desconocido, herrero de profesión y que siempre vivió en un pueblo puede ser una novela, entre una realidad decadente, sainete, farsa, a lo más trágico. » el que estoy haciendo yo acá «.
Mejoró fisicamente, pero la mente se le fué en alguna voluta de alguna reja, en alguna campana , en la lanza de un portón. Desconocía la casa que había comprado, y tenía razón, no era suya.
No se quería bañar, no admitía el cambio de ropa, miraba permanentemente por las ventanas a la calle, y creía Élida, que lo único que veía como suyo eran los árboles. Por eso los orinaba cuando salía. Hasta que lo dejaron adentro, sin recreo. Le hablaba a los gritos, a los que pasaban por la calle, cría ver amigos donde había caminantes, y a Élida nunca la vió, solamente ella fué el candado de la puerta, la traba para no salir.
Y redondeando esta historia la que se fué …y dejó el portón abierto, sin importarle nada fué Élida, ya le correspondía algo de la casa y parte de la pensión. Pero viendo a los dos después de ésta aventura , que fué algo parecido a una guerra , pero sin bajas, las edades se fueron acercando, fué como una elipse con dos centros, con dos focos, fueron descendiendo, al ras del piso y sinceramente no sé quien de los dos estaba más .
De la vida real.