Viento norte

Cuando hicieron la calle principal hormigonada  , dejaron un cantero central y plantaron palmeras. Colocaron unos grandes focos, que colgaron huérfanos en el medio, marcando un camino inexistente.

Las palmeras las trajeron crecidas, era un regalo de un departamento vecino. Hicieron una fiesta en el pueblo, colocaron pasacalles, y tocó la banda municipal. Sacaron fotos, de los logros cumplidos.

Fué una linda ocasión para los discursos. Promovieron el hormigón para un futuro auspicioso del pueblo, todos iban a pisar firme !  Fué más propaganda, que otra cosa. La plata se acabó pronto y las calles paralelas y las que cortaban la avenida quedaron algunas con bitúmen, otras con balasto, y las más con tierra.

Algo se había logrado si no fuera por el viento norte. Cuando soplaba ni la avenida principal se salvaba de llenarse de tierra,  de insectos ,  los pájaros volaban guareciéndose, y los focos bamboleándose hacían figuras chinescas.

Tanto era así, que los vecinos si  veían a alguien pronto para la pelea o el malhumor  enseguida se decían…Anda con el viento norte, está para la bámbola, o tiene  los pájaros volados.

Las palmeras se unieron en las copas y anidaron las cotorras. Había horas,  como en el atardecer que  bajaban formando manchones verdes, sobre la tierra colorada.

Manolo, que había heredado la provisión de su padre, estaba para ubicarla bien , cerca de la tierra, y de la principal hormigonada, estaba en la mitad de todo,  en el bitúmen . Todas esas calles tenían el inconveniente del color negro viscoso.  En invierno eran  resbaladizas   y en verano un horno. Se derretían y muchos tacos finitos se perdieron , por llegar a una cita.  Bueno un resbalón, cualquiera da en la vida.

Almacén de techos altos abovedados, ventana con medio arco y barrotes verticales. El calor del medio día entraba por la puerta. El sol pegaba en los dos escalones de mármol blanco, y al llegar al último, se trasformaba en  fuego y daba justito en  el mostrador de madera.

Manolo era un  solterón,  solidario, fiador de muchos, y generoso  con los chiquilines . Raro era el día en que si un niño iba  a comprar,  no le regalara un caramelo, alguna galletita, una picada de queso. Con algo se marchaba.

Tanto lo querían en la escuela, que  los alumnos de quinto,  pensaron en regalarle una manualidad. Juntaron las tapitas de metal de las cervezas ,  vinagre, y de algunos refrescos, las unieron con aritos de alambre e hicieron una cortina para la puerta del almacén.

La cortina tuvo dos efectos, primero que si la dejaba corrida, los clientes  enganchaban el pelo en ella,  evidentemente  era  cortina para pelados,  la segunda  era una bondad ,  tamizaba el sol, y la hacía sonar con un ruidito parecido a campanitas. Bueno parecido no es igual.  Eso sí,  la llenó de aros de luz, y por cada aro, un espacio cubierto  por una pequeña sombra. Dejó a lunares, los fideos en paquetes, la sal, el vino, los salames,  las latas , y los  envases de cartón, aparecían y desaparecían  entre la luz y la sombra, más rojos, más blancos. Sencillamente le dió la magia de que carecía.

Manolo cuando no apretaba el sol la mantenía recogida con una moña de arpillera en uno de los costados.

Un día cuando iba a correr la cortina, paró un auto  pequeño frente al negocio, y bajó un hombre con unos tubos altos de cartón , y una carpeta grande  con dos tiras

Le preguntó a Antonio si tenía alguna mineral fresca para tomar.

– Pase le dijo Antonio. Ya iba a empezar a cerrar.

El hombre se veía cansado y sudado. Colocó los tubos sobre el mostrador. Antonio le acercó un banco alto que tenía para que se sentara y fué a buscar el agua.

– Usted no sabe a que hora abre la peluquería de damas .?

– A las cuatro. Todos cerramos a la una y abrimos a las cuatro.

– Yo pasé hace un momento y ya estaba cerrada.

– No tendría clientela, y como hace mucho calor…debe ser por eso.

– Lamento tanto, traía para que vieran unas láminas. Hace mucho calor para esperar en el auto.

– Creo que sí, pero mientras tanto tome tranquilo el agua. Acá somos quietos, respetamos los tiempos, hacemos la siesta. En invierno, no cerramos al medio día pero nos vamos más temprano.

– Qué bueno, y en invierno a qué hora cierran?

– A las siete . Si llueve a las seis.

– A las seis ? dijo el hombre asombrado. Todos hacen horario madre en el pueblo ?

Se empezaron a reir..

– Si quiere dejar algo para la peluquería de doña Lina, yo después se la puedo acercar.

– Gracias , pero como tienen que elegir, no puedo. Le gustaría ver las láminas..?

– Bueno, si usted quiere. Me llamo Antonio.

– Yo soy Jaime Cola. Y ahí mismo abrió uno de los tubos y puso sobre el mostrador lo que vendía. Eran caras con  melenas de diferentes colores, y peinados y  unos frascos, con las marcas de las tintas. Lindas chicas, algunas con los pelos de punta, que a Antonio al verlas le dió por reir. Se reía sin ningún empacho en la cara del vendedor.

– Ésta no se la compran, si parece que puso los dedos en el enchufe, y ésta la cara en el ventilador..Antonio se reía de sus propios chistes.

Se estaban divirtiendo de la nada.

– Tengo otras, se las voy a mostrar.

Mientras el hombre acomodaba la mercadería Antonio trajo un picado de salame, pan y queso y dos minerales más.

Ahí fué que Antonio vió a las mujeres más lindas de su vida. Tanto que   hubieran logrado hacer llorar a  las del pueblo, de tan hermosas…!!

– Ésta quita el hipo,.. ésta el sueño,… las ganas de comer,.. mamita,!! …Eran la cara y el escote.

Cuando llegó a una morocha, a Antonio los lunares le parecieron más grandes, es decir fueron más lunares.

Foto tomada por Stella


– Si me la vende me quedo con ésta. A mí siempre me gustaron las de pelo negro, así como lo tiene esta jóven, largo, brilloso. Y ésa mirada.! Usted vió?, si parece que lo sigue a uno. Y Antonio se movía de izquierda a derecha. Si la jóven hubiera tenido más escote a Antonio ahí mismo le da el » patapúfete.» •

Arreglaron el precio, igual cualquiera que dijera Jaime Cola estaba aceptado. La morocha entró de ganadora al  almacén. Era en ese momento la» yapa » para Antonio. Por suerte algo le tocaba, no es bueno siempre dar, sin recibir.

Era grande la alegría del vendedor, había logrado llegar casi a la hora que abrían la peluquería, se iba almorzado, y con una venta extra. Le regaló o le dijo que iba de regalo dos maderas con una pequeña hendidura, para calzar la lámina y poderla colgar.

Ya cuando se iba , Antonio le preguntó..- Sabe como se llama?

Y el vendedor para no defraudarlo le dijo, mirando los paquetes de yerba..- Se llama Sara..como la yerba.

Donde poner a Sara..? Miró y anduvo, un paso por aquí, tres por allá, hasta que la suerte fué echada.

Casi a la entrada,  a la izquierda de la puerta, donde se junta la pared con la cortina, arriba de la moña, y para mejor tapaba  la mancha de humedad de la pared.

Decir lo que fué Sara, para los clientes es decir poco. Lo comentarios, algunos felices, jocosos, subidos de tono, hasta históricos. De todo tipo, en colores.

-«Con una de éstas y llego al paraíso,.. Donde están que no las veo,.. Cuando fuí a la capital ví una así.. Hermosa,.. Pone la boca como si estuviera tomando mate.. Yo ahora cambio de yerba..» Sara tiene la piel de Armiño.•. Hasta el padre del carnicero un italiano entrado en años y en mañas,  le dijo a Antonio.

– Linda la chica, pero que hacemos con la foto si la bámbola está en Italia.

Tuvo su momento de gloria, más de quince minutos por cierto.

Fué mirada y halagada, hasta que se hizo costumbre, y pasó ser como una especie de reclame. Llegó a transformase para los clientes, en un Toddy, o un fideo Adria, en un premio de Chaná…fuera de concurso.•

Para todos, menos para Antonio. Para él era la que cuando corría la cortina sabía que pronto iba a cerrar, a la que le contaba sus ganancias, los problemas con los abastecedores. Era la compañera de trabajo, atenta, hermosa.

La secretaria perfecta, la mujer ideal, era muda.!!

Lo fué durantes casi tres años.  El sol le regalaba sus  reflejos, y al mismo tiempo  la fué decolorando, y lo hizo  a manchones producto de las tapitas, pero con todo tenía esa mirada encantadora y ese pelo largo…

Fué un día en que entraron tres mujeres, que venían de una excursión a comprar unas bebidas, cuando una de ellas, se paró frente a Sara y empezó.

– Qué hace ésta foto aquí ? y el iiii se le iba larguito y la otra mujer le dijo.

– Yo te avisé.. te dije..no la dejes sacarse fotos..

Y la tercera porque siempre hay una tercera dijo.

– Mirá donde fué a parar!!

Al  Antonio las tres cotorras lo habían colmado. Bastaba con las de las palmeras. Extrañas en el pueblo, a los gritos en su almacén, y nadie que la defendiera a Sara.

– La tengo porque la compré y porque me gusta.

– La compró usted !,…. a quien, cuando..?..Le gusta ?

– Hace como tres años, me gusta tanto como la Coca y se la compré  a Cola. Al principio lo decía para la chacota. Es mi Coca Cola.

– No puede ser..llegar a ésto…no es para mí…pobre Mirta..

– Qué pena tan joven..!

– Estar acá, entre fideos y salamines.!

– Por dios, si lo sabe la familia.!

– Esperen un momento tanto alboroto, por nada…No se llama Mirta, se llama Sara, y demás está decir que es mía.

– No señor, se llama Mirta, y no es suya  y lo sé muy bien.

– Cuando le cuente al marido…!!

– Sabemos lo que decimos…porque yo soy su madre..

– Tiene marido y se llama Mirta…me mintió dijo Antonio asombrado y derrumbado..Se sentía , un engañado, próximo a la separación.

Ante el  insoportable  griterío.

Fué hasta la pared, y bajó a Sara de su trono con sumo cuidado  y como quien entrega un blasón, se lo dió a la bruja que decía ser su madre.

– La mujer en lugar de agradecer, empezó a mascullar palabras,  furiosa. Quería cargar contra  alguien y no sabía contra quien.

Ya a Antonio lo había agarrado el viento norte, ya sentía tierra hasta en la boca y a los gritos le retrucó.

– Llévesela, además de mentirosa, si de vieja  llegaba  a parecerse  a usted…vaya retrato !!

Los clientes asombrados, el pueblo en revolución…Las cotorras que son plaga nacional, hicieron su agosto en febrero.

» Mirá la Sara, casada..!No podía ser sólo un retrato…De donde será el original..?  El marido durante éste tiempo…donde estaba ?…Bueno mejor que se fuera, no era decente , engañó a su propia madre… Para mí que estuvo en persona en el almacén,…  »

Los comentarios, fueron rodando, saltando al rango,   de calle en calle, de la principal de hormigón  a las de balasto, al bitúmen a la tierra, hasta don Juan un fotógrafo aficionado, tuvo poco que menos que hacer un desmentido público de que – él no había visto nunca a la señorita Sara, y que no era una foto retocada como decían algunos, que no era propaganda, era una lámina.

Todo ésto le hizo mal al pobre Antonio. Se le veía como desplanchado.

Se sentía abandonado, no tenía con quien hablar, a quien comentar, con quien hacer la caja…Le quitaron  su chiche.

La revancha …Pidió otra  lámina  por intermedio de la peluquera , que llamó al señor Cola y logró que la mandaran por correo. El señor Cola aclaró que no tenía más morochas, sólo una tigresa.

Manolo que había pensado en una rubia espectacular ( las tigresas suelen ser rubias )  la colocó ahí, al costado de la puerta, arriba de la moña, ( a rey muerto rey puesto ),  sobraba  un poco de lugar pero no importaba  porque en la parte de abajo puso…con letras grandes..

CUANDO SE RÍA SE LE FÍA


Demás está decir que comenzaron los comentarios.. que es una foto,….que se la mandó Sara en sustitución…que es la cara del marido…que es una alerta…un fiador solidario…se parece al Intendente..No es igual al cobrador de impuestos.? Es tigre o tigresa ? Por la mirada es tigresa…Ni te cuento cuanda abra la boca…

De qué circo se habrá escapado ?

Volvió la magia que se había perdido, los lunares se mezclaron con otros lunares, más satinados , y quedaron algunos en degradé..No son los ojos de Sara que seguía a Antonio por el almacén , pero tiene su compensación..

Como todas las cosas simples de la vida,  abre y cierra  los ojos.

Hay que agregarle que todos querían   saber cuantas manchas tenía el felino… apostaban, por » chauchas y palitos.»

Ahí fué que a Antonio se le hizo »  el campo orégano » y como la economía no es cuestión de moralina,  empezó a levantar jugadas de quiniela clandestina, tantas como manchas tenía el tigre con la cortina corrida, lo que hacía  más interesante  la cuenta.

El  pueblo tiene la modorra de un atardecer sin novedad en el frente, en el fondo, en la principal, en el bitúmen, en el balasto. El chisme se aquietó es solamente una mancha verde, como hay tantas en los pueblos. Una mancha más no hace historia.

Mientras el viento norte no traiga al dueño del circo.!

•Dicho  del cómico argentino Biondi.

•Armiño y Sara son nombres de yerbas.

•Chaná, es una marca de café que sacaba un carro en carnaval que siempre ganaba los premios, hasta que desfiló » fuera de concurso »

•La foto del felino, fué bajada de Woogle. Perdón al autor.