Las diferencias….

“El tiempo en general no es lo que parece. No se mueve  solo en una dirección, y el futuro existe simultáneamente con el pasado”.

Parte I.

Pellizcando el album familiar.

Serafín en 1883. Barcelona.

Tenía cita con el fotógrafo que se encontraba en La Plaza del Angel, entrando por la calle de Cadiz, antes Pincesa Nº I .

Cuando faltaban unas pocos cuadras  para arribar , comenzó a llover copiosamente, los adoquines se transfomaron en pequeños hoyos, y  antes de llegar a la puerta,  se quitó la galera y el capote. Lamentó enormenente no haber llegado en coche. Se secó su cara y cuello con su pañuelo blanco, mirándose en los cristales biselados  de la cancel y guardó los guantes en el bolsillo del capote.  No se presentó en las condiciones que quería. Se había arreglado con sumo esmero. Su leviton con vivos de  seda,   su chaleco, el reloj en el bolsillo, la cadena , y su traba, le daban un aspecto  importante.

Quería parecer y así se lo dijo al fotógrafo lo más delgado que pudiera. El Señor Ramón Roig, hizo todo lo posible. Los  muslos gruesos, y bastantes cortos de su cliente, hablaban  de que ni con  botas  con taco podían ocultar su poca altura.

Tenía el fotógrafo unos pedestales donde colocaba  los guantes , la galera , el tocado  de la dama, o simplente como al desgano los hacía apoyarse sobre él. El estudio tenía grandes cartones, para los fondos de las fotos, algunos con arcos mayores, imitando iglesias, palmeras en mayólicas, cortinas que no cubrían ninguna ventana y hasta reclinatorios para las famosas fotos de comunión.

Con los pedestales..nada resultó . Serafín era un cliente abundante en el ancho y escaso en el alto. Así que…

Sentó a Serafín , trajo una mesa vestida con un tapestry,  que lo había sacado de múltiples problemas, puso un libro alto de tapas de cuero, que nadie había leído  y armó la escena con una silla de estilo..Le podría poner un sillón tallado,   pensó ,..No, mejor no,  con el cliente era suficiente.

Serafín se peinaba la barba, se la sentía húmeda, igual que su poco cabello castaño claro. El fotógrafo trajo un espejo de mano.  Se miró, tenía facciones pequeñas, delicadas,  un bigote sin mucha gracia, así que enfrentar con lo que había a la caja. Se peinó la cejas, y entornó los ojos claros e hizo  la raya marcando la entrada. Pronto, antes de lo esperado, quedaría pelado.

Le explicó al fotógrafo que  la foto era para una señorita que le interesaba muchísimo , que se había ido a vivir a América…

– A América ?…Tan lejos…!!

– Tan lejos, es verdad dijo con nostalgia…Pensaba en voz alta, que la señorita, al verle se decidiera, y regresara a España…

– Y si usted la va a buscar…? Le preguntó el fotógrafo… Cómo diciéndole, es más seguro.

– Puede ser…puede ser…Es tan hermosa…es más jóven que yo…..una santa…

El señor Roig, pensó en los milagros, trató en todo lo posible de achicar con luces los brazos.  De que manera ?  Llevando la atención hacia el libro, a  las manos de caballero que tenía el cliente. Una foto era más segura que una tarjeta de visita. Era la presentación completa de un personaje, él que se veía y lo que decía su porte, su vestimenta.

El señor Roig, cuidaba la imágen . El fotógrafo era el confidente circunstancial. Era algo más que un artista,  el hacía el escenario, colocaba al actor, y dirigía la escena.

Le sacó dos fotos, con diferentes poses. En una luce con una mano apoyada en su cara y la otra con los nudillos sobre la pierna. Está pensativo..recordando a la amada . En  la otra foto está con su mano sobre  el libro, acompañando la lectura de ésta historia, como un hombre culto, casi..casi un poeta.

Serafín, demoró tres horas y treinta  minutos, en bajar y subir la mano, en sentarse más al borde de la silla, más derecho, un poquito más atrás,  en poner el libro bajo el codo, o bajo la mano. Entre abrir más los ojos, o cerrarlos. La foto tenía que converger, con lo que él quería ser…Culto, apuesto, sensitivo, y en lo posible delgado.

– No se mueva, por favor quietito….Ya está..El tapete negro, el trípode,  flush y listo..

– Dentro de una semana pase de nuevo por aquí que el trabajo va a estar pronto…

Pasaron los días convenidos, un mes , cuatro, y casi llegando al sexto mes, apareció un joven de iguales facciones que el señor Serafín, pero más alto y delgado.

– Me manda el señor Serafin…soy su hermano…

– Estaba esperando, que viniera a retirar las fotos, tenía tanto apuro…se las quería mandar a la novia…

– No pudo  se enfermó,  él dice que tenia las botas empapadas  y a la salida, se volvió a mojar…y se agarró una gripe…y después derivó en una neumonía.

– Y ahora está mejor.? preguntó Roig

El jóven meneó la cabeza,  está más flaco, y apurado o nervioso le explicó.

– Mire señor, me pide que usted, me haga el sobre , acá tengo la dirección y yo lo llevo al correo.

– Se ve que no le  tiene confianza, para hacer un sobre.!  El problema dijo el fotógrafo, es que tendríamos que hacer una encomienda , porque son dos las fotos..y

– A mí me habló de una  foto, pero es igual dos, o tres..total…

– Pero a la novia le va a parecer, muy interesante observarlo, en  actitudes diferentes. Ella está tan lejos, y  no puede verlo personalmente..!! No piensa ponerle alguna esquela ?

– El joven, se lo quedó mirando..

-Se vé que sólo sabe una parte de la historia…la jóven, es tan jóven como yo,  y además es la prometida de un conocido nuestro…

– Y su hermano, le va a mandar dos fotos a la prometida de otro. ?

–  Él me habló de una foto. Y no sólo eso, él tiene novia o algo similar acá.  Lo que sucede es que Serafin, es un soñador..Sueña despierto con una jóven lejana, y sueña acostado con una mujer cercana..

– Su hermano, me parecio, un hombre de mucha sensibilidad, no me parecio un soñador en el sentido que usted lo recalca.

El fotógrafo que siempre tenía, los ojos entornados, los abrió con asombro…Puro obturador!!

– Bueno yo cumplo, hacemos la encomienda…

– Espere dijo el jóven, creo que sería bueno, hacer lo siguiente…Usted hace el sobre con la foto que va a América, y en otro que no diga nada ponemos la otra, y yo se la llevo, es decir la dejo en el buzón de la que tiene acá…Total si son dos fotos iguales..

– No son iguales, si se fija…son tan diferentes.. Lo otro que usted dice …sería su responsabilidad…no la mía.. Usted es estudiante verdad, debe entender de lo que estoy hablando ?

– Sí, y  justamente  estudio leyes, pero ésto no va a traer ningún litigio.  Deje, él ni sabe que son dos…la de América estoy seguro que  no le contesta y la de acá…es…

El señor Roig, estaba entrando en la trama. Tantas fotos sacadas en la sociedad, y cuantas habladurías había escuchado entre plumas, abanicos y bastones. Así que susurró..

– Un ángel…

– No, diría eso, el joven hizo un gesto con las manos, como diciendo exuberante…

Para el  fotógrafo, el jóven había llegado al límite. Vestido con su tunica de impecable azul, sacó  del bolsillo y  se calzó los impertinentes, y pluma en mano confeccionó el sobre, colocó la foto, y goteó con lacre, colocando encima su sello de bronce. No si antes decirle.

– Yo me hago cargo de la escritura de un solo sobre, entregándole el otro en blanco.

– Pagó el joven, las dos fotos,   y  partió para efectuar las diligencias..

Antes de irse el fotógrafo le preguntó su nombre…y le ofreció sus servicios..

– Me llamo Román, y si algún día vengo me voy a hacer tres o cuatro fotos iguales, y las voy a repartir entre las jóvenes que van a la iglesia…y se reía ..de esas ideas locas..

– No son iguales tienen por lo menos siete diferencias….y venga cuando quiera…

Se sintió la campanilla, al cerrarse la cancel.

El joven ayudante del fotógrafo apareció, con su camisa sujeta a la altura del antebrazo, con las características ligas negras y le preguntó.

– Necesita algo señor Roig, porque hoy tengo que llevar al correo, la foto de la señorita Iribarren…

– Qué suerte que me lo recordó ! Lo había olvidado…pero ahora que pienso, ésa foto va también para Buenos Aires.?

– Sí, se acuerda, que dijo que quería que su novio la viera muy hermosa y usted, le sacó dos fotos diferentes, una sentada y la otra de pie…para que se le viera bien la pequeña cintura que tiene…

– Señor Leiz, guarde los comentarios sobre mis clientes…pero al menos usted parece que ve mejor que otros…

– Sí señor perdone…pero es que ella… es …y murmurando se retiró por donde había llegado.

El fotógrafo meneó la cabeza,  cavilando… que se puede esperar de esta juventud, lo que va a ser dentro de diez años, …si ahora  no se  respeta nada.

Ahora le dicen a uno en la cara , lo hermosas que son las clientas, y para peor el hermano del señor Serafín…qué ideas descabelladas que tiene , le va a arruinar el futuro, a un comerciante tan prestigioso!…pensaba..y, que falta de observación que  ni siquiera ve las diferencias…

Pero el señor Roig,  empezó a sentir un malestar, que de apuro lo hizo llegar al baño, y del alto botiquín donde tenía  sus potes de loza,  sacó el Bismuto.

Él no tenía ninguna culpa si las personas complicaban la labor.

Porque su trabajo era sumamente delicado,muy reservado,  todos querían salir mejor de lo que eran…

Vaya..vaya qué profesión la suya, por algo se la pasaba tomando Bismuto.!

Puerto de Punta del Este. II.

Éste es  un pantallazo del Puerto de Punta del Este  y sus alrededores. Son sus lanchas, cruceros, yates, botes, gomones, son sus cadenas, sus boyas, sus redes,  sus amarras. Son sus inquilinos permanentes, las gaviotas, los lobos, los patos, los pájaros.

Sus marinas las hacen sus curtidas gentes y verás , la pesca de altamar, la artesanal, y el palangre.

Es…   La isla Gorriti,… El Faro,…  La Candelaria,…

Huele a salitre a yodo , a cuerda, a vela, a palo mayor,  a ensenada, a marejada y a mar abierto.

Es El Foque de un velero.

Cuando Gustes  Te estoy esperando.

Power Point.

Puerto de Punta del Este – Parte II

Música. Bajo Fondo.

Un golpe de bocha

Usos y costumbres.

Una vivencia

 Experiencia que contribuye a formar la personalidad del sujeto.
El huevo tenía un color amarillento, que lo hacía parecer  real. Estaba confeccionado con hueso. Dedales de varias medidas, algunos con sus puntas perforadas, agujas , hilos mercerizados, tijeritas, elásticos de colores, lanas. Lugares de alfileres, y broches de presión. Entre ellos sobresalía una pieza de plata pequeña, de mango trabajado, con una pequeña vara terminada  en una bocha que se angostaba en la unión.. Nunca supe su nombre.Me comentaron que pertenecía a un equipo de costura
Un cajón no muy ancho pero sí profundo, ahí se guardaban las medias para zurcir, las bombachas para cambiar el elástico, los botones de repuesto . Había también un huevo de madera, que tenía tantos agujeritos, que muchas veces le ponía alfileres, hasta que parecía un erizo.Costurero de piezas chicas.
Lo que me fascinaba eran las medias.
Se intruducía el pesado  huevo dentro de la media , se hacía un pesquiza a lo Sherlock Holmes, hasta encontrar el maldito agujero,  se buscaba el color del hilo o de la lana  si no lo habías elegido previamente, y de derecha a izquieda de arriba a abajo, formando trama, apoyándose en el dedal, impulsando la aguja. La aguja siempre entrando por debajo, nunca cerca  del borde, porque sino el agujero te quedaba  de boca abierta.
El remate, el corte y después esa pieza de plata y a darle golpecitos  con la bocha a la media, sobre el huevo.  La trama quedaba casi del mismo espesor  del resto de la prenda.
Una media, otra, el par. Se juntaban las puntas se doblaban y se hacían nido con los extremos. Prontas y al canasto.
Viendo el despliegue de medias y colores, parecía ser una familia de ciempiés.
Lo que sucedía es que en esa época no se podía, no se debía, tirar nada. No se heredaban las medias, pero si el concepto, de usar la ropa hasta su último suspiro, el tuyo y lo que llevabas puesto.
Agradezco a mi abuela lo enseñado, sin palabras, en ese gesto de cabeza inclinada, de lentes, de manos rápidas, de silencios.
Siempre pienso en esa  pieza   sin nombre propio, y en darle una función actual; Dar golpecitos a los nudos para evitar la trabazón ,  para que tenga  la urdimbre la  misma contextura,   para que el grosor de las diferencias sean  menores,  para poder caminar libremente   sin mirar los talones..
Para que no se note el zurcido  mío y el de los otros…

Su propio grillo.

Foto de Stella.

Cuando Ifrán quiso cerrar el porche de entrada y el patio trasero  con baldosas o piedra laja, le pidieron tanto dinero que le resultó imposible.

Consiguió muy barato unos tablones anchos de madera, para poner a la entrada. El mismo vendedor le dijo

– Píntelos con aceite de linaza, y no los ponga muy pegado al piso porque la humedad, hace estragos. Tiene piso para dos o tres años, después las tablas se rajan si las pisa seguido, y al final son peligrosas, se forman cuñas.

– Tres años es tiempo. Me alcanza para ir juntando.

Le dió mucho trabajo el bendito piso, a puro serrucho y clavo lo levantó   como diez centímetro. Le quedó como una cajita de madera, si se miraba  de costado. Cuando se dió cuenta que el sol empezaba a torcer las tablas , le hizo como una marquesina, un resguardo, un techito con una chapa. Todo era transitorio, hasta que consiguiera la plata. Un mamarracho dirían los vecinos.

Lo que le gustaba a Ifrán era sacar la mecedora, y a la tardecita mate en mano, ver pasar la gente.

Ifran con poca escolaridad, era limpiador de una empresa, que tenía a cargo el mantenimiento del edificio de un Ministerio. Más modesto imposible. Lo que tenía  era la casa. Primero se la prestó un tío, y después se la dejó de herencia. La pequeña vivienda la  mantuvo limpia, y prolija.

Pero para él lo que le faltaba era tener donde colocar la mecedora.  Era una pieza de madera, con el respaldo esterillado. El tío le dijo que pertenecía a su madre, es decir a la abuela de Ifrán. Sea por eso, o porque era cómoda, o porque le gustaba hamacarse, la sacó  a tomar aire y a bambolearse sólo de tardecita, un rato antes de irse a trabajar . La cuidaba como a una niña pequeña.

Los tres años, fueron alargándose y lo transitorio fué definitivo. A la falta de dinero se le sumaron canas,y crujieron huesos .

Bastante hacía levantando baldes con agua jabonosa, recogiendo papeleras, puchos, sacando bolsas enormes de basura, cuando no los baños, y sus paredes escritas, con groserías o bobadas. Lavó tantas veces los corredores, que sabía hasta las depresiones que se formaban al llegar a las puertas, y donde se ensuciaba más porque el público,  ponía el taco del zapato y   se apoyaba en las paredes. Nunca vió al público

Conocía por dentro cada despacho, sabía que el director tal o cual, era el que llevaba el  sillón para atrás hasta marcar la moquete, formando un círculo. O aquel que recibía tanta gente, que el desgaste se hacía en fila, como si entraran de a uno.

Sabía cuantas tazas de café se tomaban,o cuantas botellas tiraban los turnos,  quien dejaba el escritorio sin expedientes, y aquel que no dejaba espacio, ni para mirar. Sabía como olía cada división cada simple despacho. Conocía cuando había un cumpleaños en las secciones,porque la papelera se llenaba de cintas, cajas, papeles de regalo.Un día encontró en unade ellas un llavero con  un pequeño osito, con dos llaves de candado.

Puso el osito sobre el escritorio, y escribió unas líneas. – Espero que sea suyo.  Al otro día había un pedazo de torta, y debajo un papel que decía – Muchas gracias. Que le agrade la torta de mi cumpleaños..

Tenía el trabajo y su casa, poca cosa más. Por eso se quedó tantos días pensando como sería la simpática señorita del llavero.

Un día cuando fué a recoger la canasta  de la correspondencia,  del despacho del director para entregarla en portería, cosa que hacía todos los días,     encontró en un rincón  una pulsera. Le pareció extraño, porque el turno anterior había lavado todo y no vió ésto. Pensó así es como limpian !

La pulsera era de plata tenía una filigrana y cada tanto una piedra turquesa. Ifrán no sabía ni de pulseras, ni  de valores de las mismas. Le extrañó porque ahí solamente trabajaba el director general, y en un corredor a donde daban las otras puertas, estaban las secretarias.

Pudo haber entregado la pulsera en portería , o haberle comentado al encargado del turno su hallazgo, pero se le ocurrió hacerlo personalmente con el director general. No lo conocía.

Si lo hizo para lograr un reconocimiento, o por curiosidad, o por miedo que la pulsera se la quedara alguno, no lo sé.

Antes de la cinco de la tarde se anunció con una de las secretarias, a la que nunca había visto, pero él la reconocía, ella era la que se ponía un perfume denso, que dejaba el olor hasta en el asiento de cuerina. No le dijo quien era, y ella no lo dejó  pasar. –  Qué  está en una reunión. – Qué usted puede decirme su problema.  –  Qué le doy cita para el mes que viene…

Hizo algo simple, esperó en una curva del corredor, donde había un pequeño armarito, y  se guardaban implementos de limpieza, por cualquier emergencia. Sencillamente esperó a que la puerta se abriera y saliera la persona que estaba adentro.

Ifrán sólo dijo – Señor director. Cuando el hombre relativamente jóven se dió vuelta, supo que había encontrado a la persona que quería.

Ahí le explicó quien era, y su hallazgo. Puso la pulsera en la mano del  director  y vió como se movió,  molesto . En lugar de agradecimiento, sintió la sensación de alguien que conocía la pulsera y a su dueña.

Con un simple. – Muchas gracias, lo tendré en cuenta,  se cerró la puerta.

Antes de fin  de mes la empresa para la que trabajaba Ifrán lo llamó para decirle que estaban en un plan de achique, y que todas las personas que tenían años para jubilarse, lo debían hacer. Que por su buen desempeño como una excepción le iban a dar un premio en dinero. Así que no comentara con nadie lo del incentivo. Es para el año entrante, le estamos avisando con quince días de anticipación. En personal tienen su carpeta,y lo felicitamos por su cumplimiento. Unas palmadas en la espalda y se acabó la conversación.

Ifrán marchó para su casa, faltaban quince días para terminar el año 2001.  Pensó que  el año entrante sería mejor, con la plata que le iban a dar podría hacer el piso.

Después con los días empezó a ver más claro: Por querer entregar lo encontrado, por comedido, por honrado, perdió el empleo. Estaba por irse, pero no es lo mismo a que le digan, – El mes que viene se jubila. Jubilación de prepo, pura pechera.

Había sido  testigo sin querer, sin ver, sin presumir, sin comentarlo con nadie,  de una aventura, que no convenía que se supiera.

El hilo se cortó por el lugar más fino.

La crisis, cerró el círculo.

La mecedora ya no se entra.   Le habla a la noche y ella le dice que no tema, y  la luna la viste, le deja una pátina grisácea, que le da una distinción que no condice con el entorno..

Pero para Ifrán es su porche, es su rum rum que lo adormece,  acuna a su mate, y le comenta su soledad,  mientras ve pasar la gente apurada, para comprar, para trabajar, para pasear, indiferente a todo.

Las cuñas son vértices que lastiman,

Su utilidad no tiene fin,  sirve para encajar dos piezas, mantenerlas separadas, fijarlas….

Foto de Stella.

Las tablas se van separando, hay muchas rajadas, otras no guardan compostura y se mueven de lugar,  se quejan  con los pasos, los extremos se transformaron en cuñas. Le falta aceite  y ha durado mucho más de lo anunciado.

Muchos de nosotros a igual que Ifrán  nos hamacamos , en pisos semejantes, y sin querer o queriendo llevamos nuestro propio grillo.

En algunos casos puede ser una pulsera de plata, una filigrana…

No digas palabras.

Usos y costumbres.

Cuento breve.

Mis primos.

El mayor de todos  tenía la idea de que como sabía leer y escribir antes que nosotros era  Supermán…Él decía que había nacido en Kripton, y nosotros pobres chicuelos  en Montevideo.

El hermano más chico no entendía porque sus padres se habían mudado, y quería una capa roja, y mientras no llegaba, se la pasaba saltando para el ensayo, pero sin  la camiseta con la S, porque era exclusiva mía.  Todas las S fueron mías por el nombre, la sopa, lo supina que era y que soy. Faltaba más.

Iba al Gran Cañón como decía,  y concurría seguido a leer en  la Gran  Enciclopedia del Saber, que estaba en la biblioteca de casa de los abuelos.

Bueno para  decir la verdad era el único que la visitaba.  Eran muchos tomos de color verde y letras doradas que estaban altos y pesaban mucho y de ahí sacaba palabras, y nos llamaba con nombres extraños como decirme que yo era preeminente, y dejarnos pegados contra la luna de Valencia.

Con abuela y alguna tía o mamá  cuando nos reuníamos los domingos después de almorzar, jugábamos al Veo..Veo..que ves..?

Lo hacían para ampliar nuestro lenguaje, para dejarnos quietos a la hora de la siesta, para que no hiciéramos ruidos, para entretenernos los días fríos o lluviosos.

Pero si algo no sabían, lo supieron.

Copiaba palabras increibles, y sabía aplicarlas. Así que cuando ganaba, abuela tenía que explicar el significado de la palabra. Muchas veces hacíamos ejercio de familia de palabras.

No éramos bobos, éramos jumentos, no éramos niños éramos infantes, que recién empezábamos a leer, y rudimentariamente a escribir, éramos iletrados!

En un principio pensábamos que todas las palabras que decía y que no sabíamos eran          » Malas Palabras «

Cuando la palabra no se sabía replicábamos » No digas palabras »

Pedimos ayuda, es más pedimos una palabra para decirle, para dejarlo pegado y alguien sugirió Autócrata. Pero como no sabíamos en que sitio de la casa quedaba, nos conformamos con decirle, no vale…no vale…tú sabes  leer !!

Veo..Veo..Qué vez ? Una cosa que empieza con…C…

Nosotros.. Cara…Copa… Cometa…el decía Copérnico..

Una cosa que empieza con …O

Oso…Olla…Ola… el decía Ósmosis..

No les cuento con la H….bueno no sonaba y en esa época era…humo..

Así hicimos una sopa de letras, tantas que un día llegué a decirle a mi papá… Que yo tenía un tubérculo, que era parecido a un boniato, pero que no lo podía comer porque el parénquima estaba podrido.

Se dió cuenta que yo era una pollina, que estaba en la etapa vegetal..

A partir de ese día se fijaron reglas, por las dudas y no tanto.  Se debían nombrar los objetos que estaban dentro de la pieza, y decir las dos primeras letras, por ejemplo…Cu..

Nosotros…Cuchillo…Cuchara…el dijo Cucaracha..

La buscamos, y al no encontrarla…repetimos el Veo…Veo…y

le sacamos …Un punto..

Veo… Veo…Una palabra que empiece con Cu..

Nosotros…No se podía repetir las palabras…después de mucho pensar… cuadro…caliente…caliente…más abajo…cuello…caliente…más abajo…el dijo  Culo…

Todos sabíamos la palabra y más caliente no podía estar, estábamos sentados arriba de ella.

Ganó un punto.

•En quienes está basado éste pequeño y querido  recuerdo, no están para leerlo.

El mayor entró en la política, para escribir sobre políticos,  fue un entretenido fabulador  y un autócrata conversador.