Todo en bandeja

Usos y costumbres.

Un gran salto atrás. año 1920.

Le impresionó a la jóven  el día que llegó, el frío y el viento, con la que la recibió el puerto de la ciudad,.

Le había ayudado a pagar el viaje en barco desde su  ciudad natal en Recife,   el  tío Modesto,  que estaba establecido, como ayudante de sastre y además  le había conseguido una recomendación como mucama en una casa del barrio.

El tío dormía en una pieza que había en  la misma sastrería, así que pidió a su patrón si podía tener a su sobrína un día mientras descansaba del viaje, y además él quería que conociera algo la ciudad. El permiso le fué concedido.

Lo que calló Modesto es que María Concepción, desde que desembarcó se la pasó llorando.Despedirse de su madre fué lo peor,  y al ver la ciudad entre la niebla, tan gris y frío todo,  le trajo una tristeza, que no la conformaba con nada.

– Vas a ver que te hacés a la ciudad, es tranquila y la casa en la que vas a trabajar es de  buena gente. No son muchos , el matrimonio Antunez, y tres hijos. Dos mujeres y un varón. No llores, pensá que vas a estar mejor que en casa.

Para de llorar mujer.!

Ahí María Concepción, dejó de llorar porque vió que su tío se enojaba porque él había hecho un sacrificio muy grande para pagar el pasaje. Ella tenía sangre brasileña por parte de madre, y su padre el hermano de Modesto era un español, que en cuanto se trasladó  de Brasil al Uruguay para trabajar con el hermano lo agarró una gripe que lo llevó al cielo. María Concepción vivía  bien en el norte de Brasil, con su madre, donde el calor funde las piedras.  Entendía mejor el portugués que  era su idioma materno, pero también comprendía el español.

El resto del día lo pasó durmiendo. Casi no conoció la ciudad un poquito el barrio y donde se encontraba la casa en la que iba a trabajar.

Ubicada en la ciudad vieja, era una casa de altos y en los bajos había un estudio donde ejercía el señor Antunez. Se veían desde la calle los balcones de hierro forjado, las altas celocías, y  los bajos formados por un zócalo de granito, y  la  gran puerta doble de madera y hierro, desde donde partía la escalera de mármol.

El tío al ver la cara de desilución, antes de que dijera nada le aclaró

– Hace frío. No hay jardín por cierto, no hay plantas, no vas a tener que limpiar la escalera, porque tienen una chica que lo hace, y no vas a tener que cocinar porque hay cocinera. Así que si tienes pajaritos, ponelos en la jaula, y sentí bien lo que te dice la señora. Ella habla pausado, la vas a entender, pero hacé lo que te manden.

El primer día llegó, fué como la entrada a un nuevo mundo.  La recibió la chica que decía su tío, y lo que dijo sólo lo entendió Modesto. Cuando llegaron al gran patio donde terminaba la escalera, vió con asombro la gran luminaria en el techo que daba color y luz .Del patio salían varias puerta y un ancho corredor.

Apareció la dueña de casa, una señora grande pesada, vestida de negro y sobre todo sonriente. Modesto habló unas palabras con ella y se marchó apurado tenía que abrir la sastrería.

Quedó la señora Antúnez, la chica y María Concepción.

La señora le preguntó tomándole las manos.

Cuanto años tenía. La pregunta la hizo despacio, como para que fuera comprendiendo lo que le estaba diciendo.

– Me llamo María Concepción y tengo 23 años.

– Bienvenida a nuestra casa. Quiero que se sienta a gusto. No sabía que era usted, tan delgadita y la hacía algo mayor…y la señora siguío hablando  hasta que María concepción prestó más atención cuando sintió…..

– Pero quiero decirle que va a tener que  cambiar su nombre. No tiene usted un sobrenombre ? Yo le había hablado  de ésto al señor Modesto.  María se llama mi hija y Concepción se llama la cocinera, así que usted  elige otro nombre, fácil y cuando le llame sabe que es a usted  a quien estoy llamando. Me comprendió ?

Viendo la cara de la jóven la señora lo repitió dos veces, bien despacio. Luego dijo. Alma lleva a la jóven a que vea su cuarto y dile a Concepción que le enseñe sus labores.

Se marchó la señora , entró en una de las piezas y la jóven se quedó mirando ésas puertas altas que conducirían a un mundo desconocido, y desde ése momento su casa.

La cocinera era afable, de buen ver, y muy conversadora. Le mostró el cuarto que compartiría con ella y empezó a enumerarle sus labores. Era según le dijo , mucama de adentro. De adentro de donde ? Éso era hacer los cuartos, poner la mesa y servirla. La lista era extensa pero María Concepción, la mitad no la retuvo. Estaba demasiado nerviosa, y la cocinera podría haber hablado más despacio.

Alma era apenas una adolescente, que llevaba sus tareas bien aprendidas. Concepción le dijo que vino casi una niña de un departamento donde el señor tenía conocidos, y que siempre habló mal y que por eso y porque querían alguién educado nunca la pusieron de mucama. Alma iba al colegio, aunque había repetido varios cursos, los señores querían que terminara la escuela.

María Concepción, por varios días siguió a la cocinera, que le explicó tantas cosas, de cómo le gustaba a cada uno que hiciera sus cuartos, de cómo era que dejaban las señoritas su habitación, del jóven que trabajaba casi todo el día y lo ordenado que era. Las exigencias del señor Antúnez y su reconocida generosidad.

Todo iba bien, pero tenía que elegir un nombre. Porque su tío no le dijo que tenía que elegir otro nombre ? Además él tenía  que achicar  el uniforme azúl.  Ella se había criado entre colores, y ese azul oscuro, con el cuello y los puños blancos lo veía casi religioso.

Además. !-  La señora le dijo un nombre fácil!, empezaron a desfilar por su cabeza, nombres de gente del pueblo, no ése no, ése puede ser, el de la abuela, no si nunca me gustó, el de una santa, si miraba en el almanaque seguro que encontraba alguno. Santa y vestida de azul…casi monja…No éso sería un desperdicio!

Fué la cocinera la que le dió la solución.

–  Mira si le dices a la señora que para no perder tus dos nombres a los que quieres mucho, pones las primeras letras de María y las primeras de Concepción y ya está. Maco..Ahí tienes un nombre corto, fácil de decir, y es el tuyo, el que te puso tú mamá…Aprovechá ahora que la señora está tranquila, porque no tiene que atender a las señoritas que se fueron a Buenos Aires, y el señorito sale temprano a trabajar…

Maco ésa noche, con un uniforme  más grande que ella, con los puños doblados dos veces,  sujetado todo por un delantal blanco con puntillas, que casi le llegaba a las rodillas , se aprontó a retirar la mesa. Primero fué la sopera, los platos,  después la fuente, y después las copas…y después…cuando todo estuvo terminado, la señora la llamó a solas y le dijo.

– Maco, por ser la primera vez, no la estoy reprimiendo pero veo que no miró a Concepción, cuando puso la mesa. No quiero que retire nada si nos es en bandeja…

– Perdón  señora, no sabía…en bandeja…

–  En ésta casa, se retira todo en bandeja..y lentamente lo volvió a repetir.

Al otro día sonó la campañilla del timbre y la señora le pidió.

– Maco atienda la puerta, Alma está en la escuela,  por la hora es el carnicero.

Maco recibió el paquete y mientras subía pensaba, pero en ésta casa compran media vaca, pero igual llegó hasta terminarla.

Estaba la señora esperándola y fué cuando le dijo.

– Hagáme el favor llévela a la cocina y dígale a Concepción que la carne la quiero limpia como siempre.

Marchó Maco, hasta la cocina y al no ver a Concepción, para ayudarla, metió la carne en el piletón de gres, y ahí empezó a enjabonar a la vaca.

Estaba en éso cuando apareció Concepción y horrorizada..exclamó

– Qué haces Maco ?

-La señora me dijo que la carne la quería limpia, y la estoy lavando. Lo hice para ayudarte.

Al final terminaron riendo juntas y tratando de sacarle con agua el jabón de piso que tenía , y secándola.  Le explicó  que lo que la señora había querido decirle era que tenía que desgrasar la carne.

– Ves se hace así, y el cuchillo quitaba la grasa blanca y  el gusto que pudiera tener a legía.

A la mañana siguiente, le tocaba por primera vez los cuartos. Mucho trabajo no había,  las dos señoritas no habían regresado de su viaje,  así que sería quitar el polvo y poca cosa más. Qué lindos cuartos que tenían. Esas cortinas hermosas, con un voladito al terminar, y desde las ventanas se podía ver la calle, la gente que pasaba.El tranvía amarillo, y su alegre campanilla.  La libertad de poder salir. Miró todo, olfateó el resto y se dirigió al cuarto del señorito.

Era lindo el señorito!! Muy alto y un poquito gordito, pero tenía unos cachetes colorados, saludables, y él se interesó por su nombre. Cuando se lo dijo él le preguntó.

– Sabe lo que significa su nombre? pero ella no le entendió y él respondió no importa a mí me gusta fumar..

Y ahí quedo todo. Ahora estaba en el cuarto de él,que olía a tabaco,  iba a hacer su cama, con esas sábanas  finas de hilo, tan bordadas,y  la almohada de plumas, guardar en el ropero el traje que estaba cuidadosamente colocado sobre la silla, y la corbata.   Así lo hizo.

Empezó a llevar para un costado lo que iba para la lavandera,la camiseta,  la camisa, las medias, el canzoncillo de felpa,  tan largo, tan abrigado…fué ahí que recordó como un pantallazo las instrucciones..

Fué cuando la señora Antunez vió, a la mucama de nombre corto, bajita y flaca, con el uniforme arrastrando casi hasta   los talones, con ese inmenso delantal, haciendo pininos agarrando por las dos asas   una bandeja grande  de platina en la que había colocado, las medias, el canzoncillo, la camiseta, y  la camisa , pero lo que sobresalía era la bacinilla desbordante, de los pichís del señorito.

Maco, dijo con asombro la señora Antunez !

y Macu respondió.

– La entendí señora…todo en bandeja.

Pescado infraganti…

Cuando el sol empezó a llorar, lágrimas saladas,  porque se vió acorralado por la nubes,  las olas se levantaron blancas de furia, la traviesa arena comenzó jugando  a hacer remolinos ,  y doña niebla se plantó fuerte y dijo ésta es la mía.

La Abuela , recogió las toallas, plegó la sombrilla y llamó a la pequeña Adriana que estaba haciendo castillos en la arena.

La Abuela con mayúscula era heredada, fué la que cuidó desde antes de nacer a la madre de Adriana, era  la que estaba para llevarla al colegio, para darle la merienda, la de la cena, la que conocía los secretos de su corazón, la que vió crecer a Adriana desde el vientre. Era parte de la puerta, era la ventana de la casa, era la raíz aérea de la familia.

– Vamos Adriana que se viene la lluvia.

– No podemos quedarnos un poquito más, le decía a la niña, y  le sonreía con su carita graciosa, y su pelo cobrizo. Un poquito más…

– No ves como los gaviotines levantan vuelo, y esa nube enorme los viene persiguiendo , éso quiere decir tormenta.

– Viene la lluvia  ?  Yo creí que los pájaros estaban jugando.

– Jugando a qué ?

-A la escondida, el primero que toque la arena gana. Y que hago con el fuerte, y con el pozo ?

– Tira el castillo y rellena el foso. Que hoy no vas a ver a ningún caballero andante.

– Qué palabras raras dices , si es solo un fuerte, con indiooosss

– Vamos, querida, vamos rápido . Tú sabes que tu Abuela no camina muy  ligero.

– Pero si estamos cerca, tu dijiste tres cuadras.

Y  la pequeña, mientras caminaba por la arena, iba contando, haciéndo ver a las otras personas que también se marchaban que ella sabía contar hasta ..veinte… Hasta veinte !!

Al comienzo del repecho, las dos ya estaban cansadas. Una pelota roja hacía de faro en sus manitos. La mano de la abuela tomó la de la  pequeña y se formó el nido. Y  empezó don viento a darle en cara la demora, jugando a la ronda.. Cuando , entre el asombro, y algo de temor le dijo.

– Mira Abuela..mira un extraterrestre.

– Donde?..donde…?

– Ahí…ahí…detrás del alambrado.

Estaba quieto, mirándolas con un rojo sonriente, con sus ojos chanfleados, su ancha y abierta nariz, su frente marcada, de lengua afuera y su pelo parado.

Fué cuando la Abuela, compadeciéndose del prisionero, con el palo de la sombrilla hizo palanca en el piso para liberar al extraterrestre.

– Pobrecito decía, tanto rato al sol, pobre marcianito,  te has quedado llagado, tienes sed, y más hundía el palo y más grande hacía el agujero en el tejido.

– Porqué rompes el tejido?, preguntó la niña. Él puede salir cuando quiera, el puede volar..

– Entonces preguntó la Abuela, porqué se quedó ahí, mirándonos como si fuera el que le tocó la cuenta en la mancha agachadita,  porque no escapa, porque no vuela.

–   Porque todavía no vino el ovni a buscarlo. Él va hacia las estrellas.

– Lo pasa a buscar ?

– Claro hace lo mismo que papá, el ovni es su auto para ir a la escuela.

Fué cuando el cuidador de la manzana,( personas que contratan los vecinos para vigilar la zona ) apareció y les dijo.

– Pare abuela, pare de romper el tejido! El tejido tiene dueño ! Ud. se está metiendo con la propiedad privada..privada.y las palabras las alargaba…

– Primero, no soy su abuela, y segundo si tanto cuida, no vió usted al extraterrestre, o como le quiera llamar, que se metió en la propiedad privada…privada… o es el dueño de la casa ?

– Vaya, señora siga, no sé como le dejan a usted llevar a un niño.

– Yo le dije a la Abuela, dijo Adriana,  que no había necesidad, porque ellos vuelan, saltan..

– Por favor sigan, dijo el hombre, ya comenzó  a llover.

La abuela cuando ya había dado unos cuantos pasos, como desde la lejanía le gritó.

– Déjelo salir, no ve que se va a mojar inutilmente, no creo que sepa volar..es muy pichón, está en la guardería. Va a ver lo que le espera cuando venga el ovni, a buscarlo.!

El cuidador, empezó a enlazar los alambres forzados, cuando lo vió.

Estaba casi pegado a su cara, lo tenía al desgraciado tan cerca, y no tenía nada con que pegarle. Por el agujero no podía salir, no podía..aunque si volaba como decía la niña, bueno sobre las cosas que vuelan  él no tenía ninguna responsabilidad así que cuando terminó la tarea, ya no le parecía tan peligroso el extraterrestre.

– Ahora si querés volar junto con los gaviotines,o  si te querés mojar allá tú. Pero si llegas a la tierra de ET, aunque el tenía otro color, no creo que seas del mismo pago,  contale a todos tus amigos, que yo te protegí de la abuela y de la niña, que soy tu amigo.Mientras se reía y se secaba los gotones de su frente.

– Tú no eres mi amigo dijo el personaje ? y ya rojo de ira agregó.. Mis amigos fueron los que me encontraron » infraganti » y se apiadaron de mí,  los que tú  echaste.!

Porque tú solamente miras, tú no ves. Dejá que vengan en el ovni a buscarme !

Se sintió el trueno, y una luz de relápago apagó con su  click el cielo.

Fué cuando el cuidador salió corriendo tras los gaviotines, en la dirección del viento y en ése momento un amigo  de los dueños le dice,  cuando llegaban a la casa.

– Quién sería esa niña que llevaba una luz  en la mano, que raro!  y la anciana que la acompaña que  además  saludaba al cielo como si viera a alguien que viniera  a buscarlas.. Todo este paraje  parece fuera de control. Además  a  quien contrataron para cuidar la manzana, que en cuanto empieza a llover y a oscurecer, sale corriendo como si hubiera visto al diablo.?

– Por dios, creo que el vino de la inauguración  te cayó fatal, el faro está por  aquel otro lado y si viste una  luz  deben ser los reflejos de la luces del auto en la lluvia.

Yo sinceramente no ví más que al cuidador corriendo. Eso sí que me preocupa.   No sé bien quien es, lo contrató el administrador, lo que sucede es que ahora las cosas se han puesto complicadas, no encontrás gente de  bien… hay cada marciano suelto !!…

• Algo muy sencillo, muchas veces lo que se ve no es la realidad, y otras lo que es tangible pasa desapercibido. Para mis dos pequeños, y los que vengan, para que cuando crezcan alguién se los pueda contar.

Ante los pasos del extraño…

Foto de Stella. Prado

La reuníon fué señalada. Año, mes, día, hora. Lugar…elegir el lugar fué lo más difícil, no sabían los presentes donde sería acertado hacerlo. En un principio pensaron cerca del arroyo, ahí donde se unen las dos riberas, al costado del puente.

Pero vieron que el viento corría salvaje, silvaba  entre ellos, que las crecidas barrían los verdes, los desagues afeaban el entorno, y el sol en el verano con  despiado vigor, dejaba al descubierto las carencias.

Entonces donde ?

Buscaron un entorno de sombra, donde fueran más llevaderos los encuentros. En la penumbra de una senda, donde habitan las especies y los hombres.

Allí , como soldados uno tras otro, como camino de hormigas,  con una ley imposible de definir, los colocaron, juntos, muy juntos, formando fila.

Los más arraigaron, crecieron seguros, sus ramas palparon las de los vecinos, sus hojas inundaron el camino, sus frutos germinaron, y su perfume recorrió el espacio, porque era el de todos los perfumes, y sus raices se hicieron tejido.

Fué imposible entrar a la senda, tenía prohibido el paso, estacionarse, doblar, detenerse.

Y ahí uno sin querer, por ser más alto, más fuerte, más vigoroso, o más ruín en salvaje  ley de supervivencia, empujó,  ahogó al otro que quedó sin poder llegar, casi sin destino.

El hombre entró, taló, tronchó, dejó el espacio al mejor, y a los huecos una mano amiga los talló.

Se formó la  asamblea, con lugar, día, hora…Nadie faltó a ella. Podrás ver a los extraños  exponentes, en  tristeza, alegría, sufrimiento, fortaleza, honradez, mezquindad, amor, indiferencia, ambición, odio, pasión, avaricia  y  todos los sentimientos cuyos nombres quieras tallarles…

Ahí están las caras de todos, nuestras caras, la tuya, la mía , la de los que vendrán y las de los que se han ido.

Las cortezas hablan, sus sentimientos tienen caminos, forman mares interiores, donde late en su cobigo, el corazón en llamas,  tienen rostro, con sus ojos abiertos sin mirada,  sus bocas en gélido gesto, mudas ante el asombro,   algunas sujetan sus menguados cuerpos en las arterias  de la escasa  savia, pero todas respiran el aire,  de eucaliptus y magnolias, o el del agua estancada, revuelta, en podridos ductos.

Porque los sentimientos afloran,  ante los  pasos del extraño, y  fluyen  al sol o a la sombra,, te miran, te hablan, te escuchan  porque son tuyos , míos, de los otros, de nuestros amigos , de esos desconocidos…

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Foto de Stella. Prado.

Foto de Stella. Prado.

Nota.  Las fotos son , del Arroyo Miguelete, Jardín Botánico, Prado,y  Museo Blanes.

Quería decirles a todos los que entren a mi post, que no quería subirlo, porque encontré que las fotos no se encontraban al nivel justo. Toqué una tecla que no debía y ya está.

Con tranquila avidez…….

 (» ..sorbidos por las peripecias, el afán o la esperanza, el Prado vive con tranquila avidez todos los instantes del día y llega a poseerlos o depositarlos sobre sí.»

( » De gardel, Onetti y algo más » ) de Carlos Maggi.

El Prado.

Tengo un amor especial por mi ciudad, lo tuve siempre. Viviera donde la suerte o las posibilidades me indicaran, veía lo mejor del lugar. Admiré otros sitios a no dudarlo, siempre superiores, o más cerca del mar, o  del centro, o de altas  construcciones.

Hasta que un día se dió. Llegué a uno de los lugares más arbolados de mi ciudad, a un barrio con sombra propia, con flores al alcance de la mano, con jardines cuidados, con rejas centenarias, con muros, con torretas.

Me enamoré del lugar. Estaba en la edad de hacerlo, tenía diecisiete años, y el caballero tenía todo lo que la edad requería. Un pasado forjado a fuerza de leyenda, lugar de quintas, luego de segunda vivienda. Rico en arquitectura, dejando espacio,entre sus viviendas,  una de las cosas que más valoro.

El lugar para los otros y mi espacio. Ése que te da estando sola la sensación de estar acompañada.

Cerca de la naturaleza, y lejos de los lugares de abastecimiento. Nada impidió que mi amor creciera, a mayor obstáculo más olía a rosas, a eucaliptus, a madreselvas y a jazmines. A esas plantas que se veían en otros tiempos aquí eran realidad.

Eras y serás la corteza que me cobija, el corazón.

Caminé con apuro por sus calles, pero ahora el tiempo es mío, lo guardo en mi bolso, lo regalo si quiero, o lo atesoro para mirar, para detenerme en los detalles, para hacerlo silencio, voces o letras, por éso  nunca lo conocí tan bien como en  éstos últimos años.

Ahora es todo para mí. Como un amor posesivo, quiero el sol filtrado por sus  ramas, me agrada pisar senderos curvilíneos, ver sus blancas balustradas, sus amplias escaleras, sus estatuas que piden ayuda, sus faroles, sus rejas, sus increibles portones.

Soy parte de él. Con los años adquirió  una pátina que tiene la poesía de otros tiempos, con sus esculturadas puertas, sus canceles de vidrios grabados, sus buzones,  sus balcones y sus verjas. Después de una lluvia se  forman pequeños reservorios de agua entre sus muros, en la emarañada vegetación de sus arbustos, en sus calles adoquinadas, en sus altas persianas, en sus macetones de bronce..

Me asombran tus casas abandonadas, tan solas, tan desposeídas, y hablan tus muros, tus trancas, tus cerrojos, tus alambres torcidos, tus hiedras. Donde haya una fisura siempre habrá una semilla, una hoja, una historia. Yo llamo a esos lugares, donde habita el caracol, la araña, el grillo, la casa de los otros.

Túneles  de plátanos, semillas doradas en bellotas, plateados álamos esbeltos como mujeres jóvenes, violacios jacarandaes,  rojos ceibos, acacias torturadas por el viento, robles, anacahuitas, cipreses, magnolias, cedros, viejos olivares en las márgenes de tu arroyo, eres alto de palmera, y nido de pájaros.

Pide , dí el nombre de un árbol y te será dado.

Puentes anchos para carruajes inexistentes, castillos para estudiantes, mansiones para ancianos, iglesias góticas,  colegios para niños, museos. Toda tu arquitectura aúna los estilos los enlaza, y forma un lugar creado por el hombre y la vegetación,  donde existe la paz y el sosiego.

Muchos de tus lugares, fueron el núcleo de amores imposibles, que se hicieron poesía y drama, de historias violentas, de prejuicios infundados.

Tienes por momentos el roce de enaguas, gracia de sombrillas, secreto de abanico, seguridad de bastones, cadenas de relojes.

Supiste ser galera, bombín, capelina, canotier.  Quintas de donde se detuvo el tiempo en tus campanas, en tus caminos de piedra, en las iniciales de tus rejas. Sabor de linaje de otros tiempos.

Hoy te muestran a los turistas, como un museo al aire libre,  pasean por  tu Rosaleda, muestran  la placidez del Botánico,  la vida de la Rural,  las marquesinas del Hotel del Prado, las míticas Avdas 19 de Abril, Agraciada, Castro,  la Casa Presidencial, la capilla de Las Carmelitas, el castillo de Soneira.,  la Casa quinta de Aureliano Berro, exquisita residencia que supo ser embajada  por muchos años, y hablan de  José de Buschental, que fué un hombre que soñó y creó el Prado. Nacido en 1802 en la ciudad de Estrasburgo, trajo  maravillosos árboles  de otras partes del mundo y  plantó aquí, en éste Prado y con la ayuda  al Ingeniero paisajista Lasseaux,  le dió un toque europeo a sus parques e hizo un retiro encantado. Construyó lagos, artificiales, puentes de arquería, piscinas con juegos de agua, y todo lo que la imaginación pudiera concebir, para que su adorada Mariquita, viera el paraiso. Creo que nunca llegó a conocer el palacio que se le brindaba, La quinta del  Buen Retiro.

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Te vivo intimamente, te siento vital en tu  placidez, en tu fantasía,  estás ahí, me hablas, me cuentas, y  escucho abrazada al ensueño, con  los pasos de muchos,  que han caminado y aun lo hacen en la leyenda de tu túnel de sombra.

Fotos de Stella.

Les dejo una presentaciòn en Power Point con fotos del barrio.Haga  Clik…en .→……………. EL PRADO 

 

» Después de todo el secreto es mirar hacia arriba /Y ver cómo las nubes se disputan las hojas/ y ver cómo los nidos se disputan los pájaros. «

Mario Benedetti.

Blog on Fire Award

Mercedes Molinero expresa al recibir su premio

Para continuar con la tradición de estos premios, debo seguir y mencionar otros blogs  que  continuarán con la cadena de amistad…

rubengarcia – México

bypils – España

stellamantrana – Uruguay

giselzitrone – Alemania

Emy Tecuento – España

Marília – Portugal

Doy las gracias a todos mis amigos de siempre por su participación y sincera amistad.

Mercedes.

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Gracias amiga, muchas gracias Mercedes,  por compartir tu premio. De mi parte vuelvo a como la vez anterior a colocar la foto de un nuevo reloj, que está por dar las cinco. No es que marque ninguna hora de vencimiento..

Artesano RM. Foto de Stella.

Sucede que mis relatos son como cuentos para oir a la hora del té, entre amigas que se reunen y recuerdan, entre compañeras de estudio, y ven sus ansias juveniles, sus logros o frustaciones, son los relatos de alguien que ha vivido y necesita compartir, pero por arriba de lo manifestado quiero dejar un pequeño recuerdo de los que fueron mis usos y costumbres.

Me había olvidado las cinco situaciones que me importan. Creo que en el día de hoy se Juega EL CINCO DE ORO. Con él si aciertas puedes festejar en grande.

No a la utopías.

No a la violencia doméstica.

No a los NI NI…( Ni estudian, ni trabajan )

No…el no definitivo ( A veces se logra )

No a la corrupción, política, económica, social..( A veces se logra )

Dejo los nombres de otros blogs Zambullida,   Pipermenta,  Florí, Doradita, Winnie,  para que se conozcan si ya no los han leído.

Que sean los  mensajes hechos blogs, los  que cruzan los continentes, porque no existen las fronteras, llegan a los paises, se instalan en los barrios, y llegan al hogar, hasta tí , ahí donde está tu mesa, y tu PC, es donde está Mercedes, Ruben, Carlos, Florí, Zambullida, Inés, Joaquín,  Elizabeth, Emmy, y tantos otros, Donde estoy yo esperando para  servirte una taza de té porque son la cinco de la tarde y pronto llega el otoño…

Un abrazo a todos.

Hasta pronto.

Donde siempre hay cambio para dar.

Usos y Costumbres.

foto sacada por Stella. Estación Yatay

Sucedió  que la gente dejó de confiar en el ferrocarril , cada vez en peor estado, más lento, y menos cumplidor en el horario. Los trabajadores, empezaron a traslarse de otra forma.  La mayoría que hacía trechos cortos, dejó el ferrocarril, y empezó a comprar bicicletas, motocicletas o subir a omnibus interdepartamentales..  Pasó algo muy simple, en la estación se empezaron a vender menos boletos, y  aquella fila larga que hacía el viaje hasta el centro de la ciudad, fué languideciéndo y terminó en unos pocos.

Víctor vió, palpó lo que sucedía,  lo comentó en la casa y los tres su mujer y sus hijos,  pensaron o le dijeron…» se va a arreglar, va a pasar, seguro como el ferrocarril no hay nada.»

La nada vino, empezaron a mandar a otras oficinas a los empleados administrativos. Practicamente dejaron los imprescindibles. Casi todos los que se quedaron eran del taller.

– No creo que te toque  a tí ir a  otra oficina, siempre va tener que existir  alguien que venda los boletos del tren. Sin boletos, no hay boletería, no hay caja, no hay estación.

La estación quedó, pero el tren se salteó esa parada, y a Víctor lo mandaron como excedentario para la casa.

Excedentario ?

Ni la palabra conocían. Víctor explicó. – Me dijeron que cuando encuentren un lugar voy a ir a trabajar. Que buscaron pero no lo hallaron , porque boleterías hay muy pocas en la Administración.

– Mientras lo buscan estoy en casa con el mismo sueldo. Hay una bolsa con todos los trabajadores en la misma situación.

– Con el mismo sueldo y sin hacer nada ? Éso es ser excedentario ? Estás en una bolsa ?

Después de más de treinta  años, en que su mundo consistió, en una ventanilla con barrotes, un pequeño mostrador con tres cajones, un banco alto y un minúsculo perchero, sintiendo arriba de su cabeza  su techo de dolmenit, la lluvia, el sol quemante, el frío y el viento a estar en la casa como un tábano haciendo ruido sin servir para nada, trajo más problemas que beneficios.

Corina era unos años mayor que su marido, pero tenía un empuje, una vitalidad que la hacía incansable. Hacía viandas para tres bares, y cuando su hijo Omar no tenía tanto trabajo en la farmacia donde era cadete, esperaba a la hora que que salía el tren y les vendía las viandas a los que esperaban. Lo de las viandas del tren se acabó el mismo día en que Víctor llegó a la casa, y el reparto a los bares, lo empezó a hacer Víctor  a pié, porque no sabía andar en bicicleta. Iba y volvía sudando, empezando que no estaba acostumbrado a caminar, y casi no conocía las calles por las que transitaba.

Su mujer Corina le reprochaba, – Éso te pasó por hacer tantas horas extras, siempre encerrado en la jaula, pendiente del cambio..te olvidabas hasta del día que te casaste…y otros rezongos por el estilo.

Pasaron los meses y no había noticias. Fué y habló con el encargado, de los excedentarios, porque el director de Recursos Humanos, aceptó un incentivo y se jubiló. Lo único que le supo decir fué :-  Estamos buscando. Lo que hay es en el departamento de Durazno, así que tendría que salir de la ciudad e instalarse allá.

– De éso ni hablar, dijo Corina. Y contrario a lo que se veía en la casa,  empezó a temer que su marido aceptara y  se fuera. Quedarse sóla con Víctor, sin Omar, y  no ver a sus nietos chicos y a su hija Viviana ni pensarlo.

A partir de ahí, cómo una pequeña revancha,  al encargado  de los excedentarios,  lo llamaron el hombre de la bolsa.

Víctor hacía pocas salidas y Corina sabía que iba hasta la estación, porque un día sin querer dijo – Cómo está de abandonada, completamente dejada a la mano de Dios.

Corina le replicaba, no sos el que va a arreglarla,  si hasta mandaron a la bolsa, a los limpiadores. Fuiste para ver tu jaula.! Estás sin andén.!

– Jaula no, boletería. No te olvides que te casaste con un boletero que ahora es boleta. Todavía tengo mi propio andén.

Un día Corina y al siguiente,  observó que Víctor hacía un gesto con la mano, repetitivo, pasaba varias veces el dedo pulgar por el del medio, como si estuviera contando dinero, o boletos. Lo comentó con su hija, y de acuerdo las dos pensaron que dándole algo para que lo tuviera en la mano ya se resolvía el problema. Pero al darle una jarrita comprobaron cómo Víctor la acariciaba del mismo modo.

También movía la cabeza y la bajaba continuamente, miraba un tique imaginario y daba el cambio.

Pasado el tiempo Víctor empezó a hablar solo  .- Cambio por favor, o – sale a la siete y cuarenta y cinco, o –  por favor hagan cola..- hay lugar..- señor no tiene vuelto?..

No pudo salir sólo a hacer el reparto de las viandas, ahora venía un chico de uno de los bares y las repartía pero Víctor empezó a confundirlo, y a decir casi gritando

– Viene el hombre de la bolsa.!

No supieron cuando fué que todo se vino barranca abajo, lo que sí supieron que las situaciones engorrosas  se hicieron habituales. Ahí fué cuando Corina se subíó al andén de su marido, para siempre.

Empezó a sentarse en el lugar de la cocina frente al pasa platos, se vé que le hacía acordar a la ventanilla.  Para que tuviera la mano ocupada su hija Viviana le compró boletos de juguete, y llegó al límite cuando en carnaval llegaron los nietos de cinco y siete años con pitos.

Fué cuando Corina colocó la campana de bronce, que compró en un anticuario, cuando deshicieron la Estación Central, y la colgó  en un tirante de la puerta del líving y empezó a hacerla sonar.

Los chiquilines y Viviana, hacían trencito por la casa, atrastrando los piés y haciendo adiós con unas servilletas y la abuela dando campanadas.

Los niños no se querían ir de casa de los abuelos, que sabían tener una estación propia, con boletero y todo.! Hacían que le daban dinero a Víctor y el les daba el boleto, y les pedía cambio.

Los abuelos vagones, les decían,y Viviana comentaba las estaciones…Toledo..Manga…

Víctor se puso tan contento !

Entre pitos, campanas, su propia ventanilla, Víctor veía pasar el tren, aunque los vecinos comentaban asustados.

– La familia se volvió loca, antes no se sentían y ahora dan unos campanazos cada hora que sobresaltan a cualquiera, cuando no con pitos, sí hasta el chico de las viandas, estira las manos y sale volando con el pedido.

Víctor siguió viendo pasar el tren, hasta que pasó de excedentario a jubilado, y ése trámite duró cinco años..  Es más lo sigue viendo arrancar, solamente que ahora para horror de los vecinos, hay dos luces de colores en el porche de entrada , una roja y otra verde, es para bajar o subir la barrera.

Serán dos chiflados, los abuelos vagones,  pero encontraron su propio andén. Nunca se quisieron tanto como ahora !  Es porque  comparten la última estación, en la que el tren  para, y donde siempre hay cambio para dar.

Foto sacada por Stella. •Fotos de Stella.