Con tranquila avidez…….

 (» ..sorbidos por las peripecias, el afán o la esperanza, el Prado vive con tranquila avidez todos los instantes del día y llega a poseerlos o depositarlos sobre sí.»

( » De gardel, Onetti y algo más » ) de Carlos Maggi.

El Prado.

Tengo un amor especial por mi ciudad, lo tuve siempre. Viviera donde la suerte o las posibilidades me indicaran, veía lo mejor del lugar. Admiré otros sitios a no dudarlo, siempre superiores, o más cerca del mar, o  del centro, o de altas  construcciones.

Hasta que un día se dió. Llegué a uno de los lugares más arbolados de mi ciudad, a un barrio con sombra propia, con flores al alcance de la mano, con jardines cuidados, con rejas centenarias, con muros, con torretas.

Me enamoré del lugar. Estaba en la edad de hacerlo, tenía diecisiete años, y el caballero tenía todo lo que la edad requería. Un pasado forjado a fuerza de leyenda, lugar de quintas, luego de segunda vivienda. Rico en arquitectura, dejando espacio,entre sus viviendas,  una de las cosas que más valoro.

El lugar para los otros y mi espacio. Ése que te da estando sola la sensación de estar acompañada.

Cerca de la naturaleza, y lejos de los lugares de abastecimiento. Nada impidió que mi amor creciera, a mayor obstáculo más olía a rosas, a eucaliptus, a madreselvas y a jazmines. A esas plantas que se veían en otros tiempos aquí eran realidad.

Eras y serás la corteza que me cobija, el corazón.

Caminé con apuro por sus calles, pero ahora el tiempo es mío, lo guardo en mi bolso, lo regalo si quiero, o lo atesoro para mirar, para detenerme en los detalles, para hacerlo silencio, voces o letras, por éso  nunca lo conocí tan bien como en  éstos últimos años.

Ahora es todo para mí. Como un amor posesivo, quiero el sol filtrado por sus  ramas, me agrada pisar senderos curvilíneos, ver sus blancas balustradas, sus amplias escaleras, sus estatuas que piden ayuda, sus faroles, sus rejas, sus increibles portones.

Soy parte de él. Con los años adquirió  una pátina que tiene la poesía de otros tiempos, con sus esculturadas puertas, sus canceles de vidrios grabados, sus buzones,  sus balcones y sus verjas. Después de una lluvia se  forman pequeños reservorios de agua entre sus muros, en la emarañada vegetación de sus arbustos, en sus calles adoquinadas, en sus altas persianas, en sus macetones de bronce..

Me asombran tus casas abandonadas, tan solas, tan desposeídas, y hablan tus muros, tus trancas, tus cerrojos, tus alambres torcidos, tus hiedras. Donde haya una fisura siempre habrá una semilla, una hoja, una historia. Yo llamo a esos lugares, donde habita el caracol, la araña, el grillo, la casa de los otros.

Túneles  de plátanos, semillas doradas en bellotas, plateados álamos esbeltos como mujeres jóvenes, violacios jacarandaes,  rojos ceibos, acacias torturadas por el viento, robles, anacahuitas, cipreses, magnolias, cedros, viejos olivares en las márgenes de tu arroyo, eres alto de palmera, y nido de pájaros.

Pide , dí el nombre de un árbol y te será dado.

Puentes anchos para carruajes inexistentes, castillos para estudiantes, mansiones para ancianos, iglesias góticas,  colegios para niños, museos. Toda tu arquitectura aúna los estilos los enlaza, y forma un lugar creado por el hombre y la vegetación,  donde existe la paz y el sosiego.

Muchos de tus lugares, fueron el núcleo de amores imposibles, que se hicieron poesía y drama, de historias violentas, de prejuicios infundados.

Tienes por momentos el roce de enaguas, gracia de sombrillas, secreto de abanico, seguridad de bastones, cadenas de relojes.

Supiste ser galera, bombín, capelina, canotier.  Quintas de donde se detuvo el tiempo en tus campanas, en tus caminos de piedra, en las iniciales de tus rejas. Sabor de linaje de otros tiempos.

Hoy te muestran a los turistas, como un museo al aire libre,  pasean por  tu Rosaleda, muestran  la placidez del Botánico,  la vida de la Rural,  las marquesinas del Hotel del Prado, las míticas Avdas 19 de Abril, Agraciada, Castro,  la Casa Presidencial, la capilla de Las Carmelitas, el castillo de Soneira.,  la Casa quinta de Aureliano Berro, exquisita residencia que supo ser embajada  por muchos años, y hablan de  José de Buschental, que fué un hombre que soñó y creó el Prado. Nacido en 1802 en la ciudad de Estrasburgo, trajo  maravillosos árboles  de otras partes del mundo y  plantó aquí, en éste Prado y con la ayuda  al Ingeniero paisajista Lasseaux,  le dió un toque europeo a sus parques e hizo un retiro encantado. Construyó lagos, artificiales, puentes de arquería, piscinas con juegos de agua, y todo lo que la imaginación pudiera concebir, para que su adorada Mariquita, viera el paraiso. Creo que nunca llegó a conocer el palacio que se le brindaba, La quinta del  Buen Retiro.

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Te vivo intimamente, te siento vital en tu  placidez, en tu fantasía,  estás ahí, me hablas, me cuentas, y  escucho abrazada al ensueño, con  los pasos de muchos,  que han caminado y aun lo hacen en la leyenda de tu túnel de sombra.

Fotos de Stella.

Les dejo una presentaciòn en Power Point con fotos del barrio.Haga  Clik…en .→……………. EL PRADO 

 

» Después de todo el secreto es mirar hacia arriba /Y ver cómo las nubes se disputan las hojas/ y ver cómo los nidos se disputan los pájaros. «

Mario Benedetti.