A lo Verónica.

Siempre adoré el cine. Me gustaba soñar como cualquier niña llegando a la adolescencia.
La primera vez que fuí al cine sola con dos amigas y vecinas, un poco mayor que yo, estrené por primera vez, mi primer par de medias de seda, y para no ser menos,  imitando a una estrella de la pantalla,  me tapé un ojo con un mechón de pelo a lo Verónica Lake.
Fuimos al cine Defensa, un cine de barrio, que olía a humedad.
Era tan grande mi entusiasmo y el miedo a que mis medias se pudieran enganchar en  las duras  butacas de madera, que pasé toda la Matineé y la Vermouth, sentada en el borde, sintiendo encapsuladas las dos piernas.
Por la ósmosis prestada  que daba la media luz, el telón bordeau y dorado, las voces , los sonidos, ese tener que leer lo que no se entendía, salíamos del limbo en que estábamos,  para  comprender  que el mundo era tan amplio y tan ajeno al entorno en que vivíamos.
El chocolatinero podía ofrecer las golosinas que tuviera, caminando por los pasillos,  pero en las cintas pasadas, se volaba sin alas, se fantaseaba  despierto, se sentía el primer beso dado, en los besos de los otros.
Más dulce que éso nada!

PD. Relato de menos de 1000 carácteres. Tema elegido por la radío.