El niño prestado.

Parte I.   El remitente.

Parte II. El niño prestado.

 

Jueves, día del hombre del carrito.

Cuando lo volvió a ver,  Beatriz  sabía , que compraría la cama de Michel, y el hurgador estaba consciente del negocio.

– Traigo la cama doña, si la quiere es suya.

– Se la compro, pero la tiene que llevar a la  dirección que yo le voy a indicar..

– Son $ 2. 000, y no le cobro el viaje, porque yo creía que era para usted.

– Bueno vamos, dijo sin regatear..

Nos sigue con el coche ?

– No tengo coche, voy en el carro con usted. La puerta y un portazo.

El hombre asombrado caminó  unos pasos  mirando a Beatriz.

Parecía un carro de carnaval, solamente que no era verano, ni era carnaval y ésto era una realidad. El colchón en un costado, había almohadas, mantas, todo formaba una gran bolsa amorfa.  La cabecera sobresalía  del carro, la cama estaba completamente armada, el hombre le explicó :

– No hubo forma de sacarle los largueros, y la tuvimos que atar como ve.

El sol se reflejaba en el oscuro tinte de la madera, haciéndola parecer más alta de lo que era, una cama de las de antes, con coronación de rosas en desnivel, atada burdamente con pedazos de cintas de enrollar persianas.

El caballo se veía resignado, y arriba del carro el cuñado y un niño.

Mientras Beatriz, miraba todo como si fuera algo irreal, una cama armada a cielo abierto, entre bolsas que caían de los costados ,y en ése escenario  el niño se dedicó a saltar sobre el elástico haciendo piruetas entre las correas. Beatriz aterrada les preguntó.

– El niño es de ustedes ?

– No, es prestado. Trabaja algunas mañanas con nosotros.

– Pero si es un niño , tan chico y prestado..!      Se va a caer!

– No, no es chico Lito tiene ocho  años. Y doña,  viene o no  con nosotros, porque si se decide, saco el bidón que pesa mucho, lo dejo en su casa y al regreso de la mudanza, lo vuelvo a cargar. Mientras piensa , llamo  en la casa verde, la de allí que siempre tienen diarios para darme.

-Ahí Beatriz, comenzó a volver a la realidad, sus impulsos le cobraban factura.  No se iba a subir a ningún carro, no acompañaría a ese cortejo grotesco, con dos desconocidos y un niño que parecía imposible de contener.

El niño al ver a Beatriz mirar con desconsuelo la escena, desde la cama le preguntó.

¿ No le gusta la cama ? Es fuerte y pesada, no sabe lo que costó sacarla por la ventana , la ataron y en una de esas Pufff, se fué al suelo y perdió dos flores.

– No es por eso, es…

– Ya sé, no  quiere la cama  porque usted duerme con su mamá..

– No duerno con mi mamá. Tú duermes con tu mamá ?

– No, con mi mamá duerme mi abuela.

– En el mismo cuarto ?

– No en la misma cama, y es un poco jodido porque la abuela ronca. Ronca..ronca, porque cuando chica se metió un poroto en la nariz, y le creció una planta.

– Qué horror, y después que pasó. ?

Le sacaron la planta, y le quedó el ronquido,   que no nos  deja dormir, diga que mamá trabaja de noche, sino la mandábamos a la cocina con Gorgojo.

– Con Gorgojo, quien es Gorgojo ?

– El perro.

– Tú tenés hermanitos.

– Dos hermanos grandes  y una gorda. La gorda es mi hermana Lilí, la que se fué con el hermano del Tito. Lo dijo señalándo al cuñado que se habia  puesto a tomar mate y fumar , en el medio de todo ese revoltijo.

Le hizo otras preguntas al niño y la decisión de Beatriz fué  tomada, en ese carnaval del cual ni mascarita era.

Cuando llegó el patrón de carro le dijo.

– No tiene que bajar ningún bidón, siga como está hasta la casa de Lito, y la cama es para la abuela de Lito.

– Cambió de opinión otra vez..  La abuela de Lito…?   Está segura doña…

– Segurísima, la abuela la de la planta, la  que ronca..ronca..

– Mire que tiene suerte éste ! Yo digo siempre que nació parado, ahora diría acostado. Es usted muy buena, al regalar la cama !

El caballo dejó al tranco el estacionamiento junto al contenedor.  Ya los tres estaban en el carro, dos de gorro de lana y el niño, y su pelo pincho, pegado, parado en sectores.   Estiraba los brazos en la cabecera, haciendo equilibrio, como si quisiera medir el ancho de la cama. Así le parecía a Beatriz, y su ensoñación que siempre le hizo ver algo, donde no había nada.

Pero antes de arrancar el hombre del carrito le dijo.

–  Sabe que soy honrado, no miento. El colchón es mío. La cama queda en lo de Lito, pero doña, no se la puedo dejar a la abuela que ronca…ronca…

– Porqué preguntó Beatriz, mirando al niño.

– Porque dijo persignándose con su mano izquierda…. Lito no tiene abuela! ..

Hasta el jueves…

Cuando arrancó el cortejo, el niño levantaba  su sucia mano derecha,  cerraba el puño y dejaba el pulgar al aire como hacen los vencedores.

Cuando Beatriz cerró la puerta, comenzaron sus dudas.

Siempre tuvo miedo. Miedo a arriesgarse, en muchos aspectos de su vida. Calculó tanto  que se quedó en ese estar blando del que no se decide.

La caja que le mandó Michel, despertó su pasado dormido, y en menos de un mes, un hurgador la hizo entrar a los empellones, en los recuerdos. En marchas y contramarchas, ahora dudaba nuevamente.

Será verdad que Michel está muerto ! El reloj, era el que ella le regaló a él, de éso estaba segura, ahora la cadenita y la cruz no, y la mudanza y la cama…La cama será  la de Michel, o es  una cama cualquiera, más  los dichos de un niño prestado.

Se decidió al fin, sabía la dirección,  el número de teléfono y llamó.

Lo que sintió Beatriz, mientras sonaba el teléfono sólo ella y su palpitar lo sabían, al quinto llamado…cuando contestó el contestador, supo que si hubiera sido una  voz, no hubiera sabido que preguntar.  Pedir para hablar con Michel…o con una señora que no sabía su nombre, que podía ser cualquiera, desde la esposa, la hermana, la amante, la sirvienta..

Con pesar, miedo, curiosidad, y malestar, volvió a llamar y de nuevo el contestador…

Cuando el jueves llegó, abrió la puerta y en lugar de mirar al que llamaba, los hermosos ojos de la dueña, se fueron hacia el carro.

Dentro del mismo, casi vacío, estaba sentado adelante el cuñado y atrás dos niños, pero ninguno era el prestado Lito, o todos los niños eran  prestados!

Sus ojos se detuvieron en el caballo. Tenía puesto un sombrero de paja, y para que le entrara sin tener que cortarlo para pasar las orejas,  lo habían  aplastado  en el medio de la cabeza, y lo sujetaron con un elástico.

Beatriz se acercó, su cara miraba la del caballo, y ante el asombro de todos le hablaba.

– Entonces era verdad Michel, y yo dudaba,.. nunca te hubieras desprendido de él  sino  te hubieras marchado,  de  tu hermoso sombrero Panamá !

De un tirón arrancó el sombrero y rapidamente entró a su casa con él en la mano.

El asombro fué general, el caballo quedó con su mechón al aire y sus ojos cansinos, el  hombre del carrito,que había regresado con diarios ,  no había sentidos las palabra  se acercó y preguntó.

– Le habló al caballo, y le sacó el sombreo ?  –  qué le decía.?

– No entendí bien dijo el cuñado…-  lo llamaba Michel Panamá, para mi está…hizo un gesto con el dedo en la cabeza.

– Vámonos rápido, no creo que esté sonada para mí es media bruja… bruja…ve lo que viene, dijo persignándose …

– Bruja ?

– Sí rápido… rápido… antes de que se nos muera el caballo.

 

 

El remitente.

La señora Beatiz Bean ?

-Sí, soy yo.

– Traigo una caja ..el remitente es el  señor Michele Mussi.

– Una encomienda   de Michele ? Una caja ?

– Firme aquí señora, su cédula de identidad y su teléfono.

– Tome.

– Gracias.

Se oyó el ruido del arranque de la moto, y el pasar rápido del mensajero, quedó en blanco y rojo.

Una caja de Michele, envuelta con esmero, y la etiqueta con su nombre,  dirección, y  teléfono.

Beatriz, comenzó a temblar, Michele todavía la recordaba!

Ahí  en el  descanso que daba inicio a la escalera, se sentó y comenzó a despegar el papél por los extremos. Acariciaba ese dibujo a rayas, pero la cinta engomada, hizo que por más cuidado que pusiera, se rompiera en las uniones.

Llegó a descubrir toda la caja.  Se sentía el envoltorio con su  caja de cartón,  se reconocía así como fué ella, burguesa, reservada, bien empaquetada. Una caja cualquiera.

Tenía un hilo fuerte, anudado en la tapa. Luchó con él y no podía  destrabarlo, lo quería correr hacia un extremo, imposible, fué cuando casi la cara pegada a la tapa, con los dientes,  se abrió en retorcido esfuerzo.

Ahora vería lo que había adentro, lo que le mandaba Michel. Cuantos años hacía que no lo veía…Cuantos..más de diez..más de doce..más de quince..más..

Beatriz, diluyo lentamente  sus deseos de saber  el contenido de la caja.

Ella había sido  el regalo de navidad, el de fin de año, el de Reyes..la presentaron envuelta y perfumada, y fué abierta en fiesta de sentidos,  fué en su fina piel, casi trasparente, donde dejó él en los poros, esa mezcla de incienso, y de miel.

Todo lo acontecido, pertenecía a su íntimo ser. Él era de identidad desconocida, en un mundo denso,  una gran equivocación .

Compartirlo nuevamente , sería una fiesta sin sentido,   un sitio sin música, un deseo inconcluso.

Beatriz, tomo el papel a rayas, tan iguales, alternadas las azules con las doradas, como los días de las semanas como los meses, y  los años, tomó la caja con cuidado, volvió a anudar el hilo a la caja, el cual quedó, tenso y húmedo.

Abrió la puerta, y cuando iba a tirar la caja al contenedor,  el  hombre del carrito, un hurgador, de esos que hay tantos en la ciudad, la vió y le dijo

– Si la va a tirar, yo la llevo.

– Bueno, es suya.

– Qué es.

– No sé, la quiere o no.

– La quiero.

Ya cerraba la puerta Beatriz, cuando sintió la voz, del hombre que le decía

– Señora,..señora,  no cierre,  adentro de la caja hay un reloj de hombre ,  muchas fotos y ésto..,   El hombre mantenía en alto una cruz y una cadenita, … la zarandeaba, con asombro..Yo le aviso porque soy honrado. Sabe ?

– Son suyos, como todo el contenido de la caja…son de un muerto…

– De un muerto y tira todo hasta la cruz…! Con su mano izquierda se persignó y comentó…   Pero ésto vale..!

– Valía..

– Gracias señora,… Si tiene más cosas para tirar…ya sabe…me las puedo llevar. Usted y el muerto, me alegraron el día.!

Pasaron más de quince  días, cuando Beatriz al abrir la puerta vió con asombro que el que llamaba era el hombre del carrito.

– Perdone , que la moleste…Sabe fuí a la dirección que decía el papel de la caja que me dió. Una linda casa !

– Usted fué a la dirección del remitente… de Michel ! …qué atrevido!…Para qué..?

– No me diga eso, usted iba a tirar la caja así como estaba, envuelta y todo……..Fuí yo que le avisé del reloj y de lo demás,  usted me dijo que no quería nada, y que todo era de un  muerto. Yo pensé, que algún familiar,  podría querer algo de lo que usted tiraba…Nada más…Pensé me dan algo por el recuerdo  y estamos. Sabe yo no uso reloj, y ese es muy fachero…

– Usted habló con Michel ?

– Doña, cómo voy a hablar con ese Michel si está muerto ? Me recibió una mujer…y yo le expliqué…

– Usted le dijo que yo había tirado la caja con todo…? Beatriz se iba poniendo pálida…Quién era la mujer ?

– Eso no lo sé, es..es.. más o menos como usted, más gorda, no tan linda…La señora no sabe quien es usted,  me preguntó su nombre y le dije.

-Que no sabía como se llama, y que había ido a verla a ella  porque usted me dijo que eran cosas de un muerto…  Se puso más pálida que usted, se quedó muda…Aaa… Que no sabe porqué ? Porque parece que ése Michel, cuando mandó la caja  estaba enfermo…!!

– Y ahora…se mejoró…le dieron algo por  la caja…si  la tiene se la compro…ahora que le parece ésto!  Beatriz, metió la mano en el bolsillo temblando y sacó los billetes que había en el bolsillo,  y se sentó en el descanso.

El hombre salió corriendo, y volvió con la caja y la puso en las manos de Beatriz, que temblaba…

Se ve que usted es adivina, y volvió a persignarse…Se apoyaba en la pared, como si fuera un conocido mientras hablaba.

– Usted me  dijo que estaba muerto, pero si usted lo hubiera llamado cuando le mandó la caja , lo encontraba vivito y coleando…Bueno coleando no sé porque estaba enfermo…Por eso parece que mandó varios paquetes…

– Varios paquetes !

Beatriz estaba tratando de asimilar, todo lo que le estaba diciendo…

– Cuando se murió Michel ?  gritó.

-Cálmese.!  Bien no sé, creo que hace unos  días, pero se ve que no era muy querido ! Usted tira todo lo que le manda y la señora que me atendió no quiso saber de nada de ésto y me dijo…si yo quería ropa, y me dió tres bolsas!    y a qué no sabe ? Me dió un paquete llenos de fotos con marco y todo !

– Habló algo de mí.?

– De usted  nada  si no la conoce. Le hablaba bajito como un confesor.

– Me ofreció hasta la cama del finado, pero como iba solo, no me la pude llevar así, que voy a ir con un cuñado y  la coloco en el carro, y está. Tiene colchón y almohadas.  De  él lo que me dijo fué  »  que estaba donde se merecía .»

– Tiene las fotos que le dió? dijo entrecortada Beatriz ?

– Las tengo, pero sin los marcos, las quiere igual. ? Los marcos ya los vendí. Mire que las fotos son viejas, llenas de personas vestidas de novia, y de comunión, hay algunas en colores. !

– Si las tiene se las compro…

– Las tengo en casa,  las traigo  y se las regalo…Doña no le interesa la cama, la voy a buscar el jueves?

– La cama ?

– Es muy buena, pero es de una plaza, y tiene unos tallados grandes de flores.. Si tiene marido no sirve, si tiene algún hijo…La ofrezco porque no me entra en mi casa sabe?..

-Marido..hijos.. estoy muy confundida no puedo pensar..Beatriz  ante el temor de que supieran algo de ella,  se iba desarmando en el escalón igual que la caja de cartón que estaba bastante aplastada..

El hombre se calzó hasta las orejas el gorro de lana, y desde la puerta casi le gritó

–  Ya vendí la cruz y la cadenita, me la compró una doña de la cuadra, que parece que conocía al finado…es lo único que falta de la caja.

Usted sabe que soy honrado , yo aviso..Sabe ?  Hasta el jueves…

Conmutar.

Cuando lo conoció no le gustaba. Pensaba en otro jóven que nunca la miró.

Pero fué así como se formó la elipse. Se vieron varias veces en la playa, cuando el calor abre los poros, y la juventud la imaginación. Esos fueron los focos.

Se inventaron ser otros. Él había soñado con la hermana de un amigo, y ella ya tenía una idea aproximada de lo que no quería.

Ninguno de los dos  sabía que era lo  esencial.

Por mucho tiempo fueron los extraños conocidos. Esa fué la recta directriz.

Hoy son como la imágen sobre  el espejo.

Esperan ver si de tanto mirarse aparece el otro, para conmutar.

El préstamo.

Dió la casualidad que tenía que retirar unos recibos y un dinero, por encargo de su marido,  y recién abrían la empresa  a las doce del medio día.

Se sentó en el banco de la plaza, a esperar …diez minutos.

Otoño ventoso, sucio, levantaba cuanto papel se situara en el entorno. Le hizo levantar el cuello del saco y  entrecerrar los ojos. Si hubiera llevado los lentes verdes !

Con esa idea cerró del todo los ojos, y la sensación le llegó, » yo me he sentado en ésta plaza, y en éste banco antes »

» No puede ser éstos bancos son relativamente nuevos ! Pero  yo he estado aquí !»

Iba a mirar el reloj para ver la hora, cuando sintió una  conversación  a sus espaldas.

» Te espero en aquella esquina a la salida de la oficina, toco la bocina, a las siete y media.  Tengo poco tiempo, ya sabes, Élida va a recibir  hoy el préstamo que pedimos, y te puedo dar el dinero que te prometí. Sabés cómo es la insoportable  mi mujer..Decí que los intereses corren por cuenta de ella. Te lo doy recién mañana….

– Andrés , no te preocupes mi amor, sé que me lo vas a regalar…mañana, o pasado.Nadie lo va a saber, éste lugar es el más seguro de los que elegimos hasta ahora.

Las voces se dispersaron, y la mujer para poderse levantar se tuvo que tomar de los  hierros del banco.

Nunca se había sentado en ésa banco, ni en esa plaza, ahora lo comprendía,  pero de lo que estaba segura era que se detuvo  relativamente jóven y se levantó mayor, como si el otoño se le hubiera venido encima, con toda la basura de la calle, con todo el viento que soplaba en la plaza.

Aunque su marido no se llamaba Andrés y  ella no se llamaba Élida!

Cuento Breve. Menos de 1000. carácteres.

.