Dió la casualidad que tenía que retirar unos recibos y un dinero, por encargo de su marido, y recién abrían la empresa a las doce del medio día.
Se sentó en el banco de la plaza, a esperar …diez minutos.
Otoño ventoso, sucio, levantaba cuanto papel se situara en el entorno. Le hizo levantar el cuello del saco y entrecerrar los ojos. Si hubiera llevado los lentes verdes !
Con esa idea cerró del todo los ojos, y la sensación le llegó, » yo me he sentado en ésta plaza, y en éste banco antes »
» No puede ser éstos bancos son relativamente nuevos ! Pero yo he estado aquí !»
Iba a mirar el reloj para ver la hora, cuando sintió una conversación a sus espaldas.
» Te espero en aquella esquina a la salida de la oficina, toco la bocina, a las siete y media. Tengo poco tiempo, ya sabes, Élida va a recibir hoy el préstamo que pedimos, y te puedo dar el dinero que te prometí. Sabés cómo es la insoportable mi mujer..Decí que los intereses corren por cuenta de ella. Te lo doy recién mañana….
– Andrés , no te preocupes mi amor, sé que me lo vas a regalar…mañana, o pasado.Nadie lo va a saber, éste lugar es el más seguro de los que elegimos hasta ahora.
Las voces se dispersaron, y la mujer para poderse levantar se tuvo que tomar de los hierros del banco.
Nunca se había sentado en ésa banco, ni en esa plaza, ahora lo comprendía, pero de lo que estaba segura era que se detuvo relativamente jóven y se levantó mayor, como si el otoño se le hubiera venido encima, con toda la basura de la calle, con todo el viento que soplaba en la plaza.
Aunque su marido no se llamaba Andrés y ella no se llamaba Élida!
Cuento Breve. Menos de 1000. carácteres.
.