Cuando lo conoció no le gustaba. Pensaba en otro jóven que nunca la miró.
Pero fué así como se formó la elipse. Se vieron varias veces en la playa, cuando el calor abre los poros, y la juventud la imaginación. Esos fueron los focos.
Se inventaron ser otros. Él había soñado con la hermana de un amigo, y ella ya tenía una idea aproximada de lo que no quería.
Ninguno de los dos sabía que era lo esencial.
Por mucho tiempo fueron los extraños conocidos. Esa fué la recta directriz.
Hoy son como la imágen sobre el espejo.
Esperan ver si de tanto mirarse aparece el otro, para conmutar.