Encontrar su barca.

Foto de stella.

Levantó los papeles que habían pasado por debajo de la puerta, y los puso dentro de la cartera. El taxi tocaba la bocina, tenía el tiempo justo para llegar a clase.

Alinne, era profesora de literatura desde hacía diez años.  Los cursos que dictaba  eran de una hora y media  tres  veces por semana. Tenía alumnos de diversas edades, y de diferentes niveles educativos. Las clases eran con ese tenor especial que da la libertad de cumplir a su manera el programa,   porque no consistían en ningún ciclo básico.  Eran para aquellos que quieren saber más sobre determinado autor,  como se puede dividir un libro para su estudio, aprender a ver detrás de las palabras. Crítica literaria.

Tenía para el año seis libros para analizar, y una clase con diecinueve  alumnos,  de diferente edades  y conocimientos.  El placer por leer,  conocimiento  sin reconocimiento, el dejar el lucimiento fuera de todo escenario.

Ésa  semana daba a uno de sus escritores favoritos. Horacio Quiroga. Empezó como siempre lo hacía dando una reseña.  Una vida compleja, marcada por el amor y la muerte. La muerte como »  un misterioso fruto.»

Cuando se encontraba para marcar los cuentos que iban a ser leídos, se dió cuenta que el listado de fechas no estaba en el carpetón. Buscó entonces en su cartera, y ahí entre los papeles que había levantado de su casa,  junto a las facturas por pagar vió el papel blanco, y creyó que era su lista.  Lo abrió frente a la clase, y  con letra de imprenta estaba escrito.

»  Boba, no sabés que tu marido tiene otra ? Me dás pena. »

El calor que  le quemó  la  garganta  fué subiendo, y quedó como una jovencita encontrada en falta.  Terminó  la clase, y prometió traer el  listado para el próximo miércoles.

En los días siguientes cuando regresaba de clase siempre había una nota, con alguna referencia a su marido .

» Tú crees, que él se va de viaje sólo ? »  «Sabías que en la calle Canelos al 500, vive la que te saca el marido ? »  » Tiene razón, porque ya estás para el recambio »  » Cuando se pone el traje gris, va con Elisa a almorzar   »

Creo que el último comentario, nota, anónimo, venganza, molestia, fué el que la llevó  al límite.

Para alguien que durante doce años, vivió pendiente , de la apariencia de su marido, del ahorro en el hogar para llegar a la casa, al auto,  para que él fuera todo lo  que requería el cargo de Gerente en la Empresa Internacional,  fué  el desborde.

Primó más su razonamiento que saber si su marido la quería como su eje, o ella era solamente  la que lo hacía lucir, en su parecer.

Alinne enseñaba en clase   que Quiroga  era:  un autor complicado, nacido un fin de año de 1878, en la ciudad de Salto.  Hijo de un argentino y una uruguaya, que   al año de nacido pierde a su padre en un accidente.  Su madre se vuelve a casar, y su padrastro no pudiendo superar su parálisis, se suicida.

La vida novelesca,  atraía y atrapaba a los alumnos.  Ella se sentía un personaje de Quiroga.

Alguién de la clase , o de la Empresa, era el que escribía  las notas, no se atrevían con el celular, o el teléfono de la casa, por miedo a que le reconocieran la voz.

El veneno dado en dosis pequeñas, y el desamor al por mayor harían  su efecto.

Alinne, comenzó a entrar en la trampa.

Fué a la dirección mencionada, y se encontró con una casa de  apartamentos de clase media. Miró la botonera, buscaba una Elisa. Faltaban muchas chapitas, y no había ninguna Elisa.

Al día siguiente, en clase les narró los amores de Quiroga, y su predilección por la mujeres jóvenes, y sin querer el reflejo del vidrio de la ventana,  la mostró como era pasando  la cuarentena.

La luz de la clase la dejó , »  sin poder moverse, enredada en el alambre y a pleno sol.»

La habían seguido, porque el siguiente escrito decía. » Apartamento 203.  No te detengas, dejá el  almohadón »

Ahora sabía era un alumno/a  de la clase. Se refería al cuento  que todavía no había dado.

La clase de hoy dijo Alinne,   se va a basar  sobre la influencia que tuvo sobre Quiroga el haber matado accidentalmente a su amigo Federico Ferrando y su residencia  en la provincia de  Misiones.  Aquí  pregunta cuantos conocen  la vida de Quiroga, y quien leyó sus cuentos. Unas cuantas manos se levantaron y aportaron algo sobre sus dos casamientos, y el suicidio de su primera esposa. Sobre los cuentos, muchos habían leído los infantiles Los Cuentos de la Selva,   y una jovén en clase dijo  – Yo leí » A la deriva.»- Una señora mayor dijo  – Yo recuerdo » El idilio «, y un señor que dijo ser jubilado, comenzó una disertación, sobre la vida de Quiroga en las provincias de Formosa y Misiones, que terminó en un aplauso.

Alinne, miró a todos, sospechaba de cada uno. Una extraña maldad. Estaba en el círculo de ellos, pero se sentía fuera. Cada uno la empujaba a la calle Canelos 500, apto.203.

Cuando miró que decía el 203, leyó Modista,  lamentó no saber más. Tocó el timbre y la chicharra,  la llevó  del largo corredor, hacia el ascensor.

Lo vió venir, y su asombro fué tal que ya no supo, si debía correr al verse frente a  su marido.

– Qué hacés acá?.

– Vine a la modista.

Para qué ?

–  Vine…para hacerme un traje., y tú.?

– Yo vine por un encargo de la empresa. Te tengo que dejar, estoy apurado. Después me contás.

Alinne, demoró un rato en llamar al ascensor. Cómo la dejó subir, cómo no la detuvo.!  Él esperaría el fin que estaba deseando.!  El latido del corazón era tan rápido, los doce años, se fueron diluyendo, se transformaron en un nombre Elisa.

La risa de los otros los que mandaban el anónimo, la sentía en los oídos, le daba vueltas.

Cuando la puerta se abrió, una joven adolescente, le preguntó que deseaba. Alinne le dijo- Quisiera hacerme un traje .

– Pase, en seguida llamo a mamá.

Se sentía como si estuviera, navegando, ahora era ella la que estaba A la deriva, en ese Paraná turbulento, solitario, estaba enferma,  sobre un almohadón de plumas...ella era tan desgraciada y amaba tanto como su preferido

Sintió los pasos, en esa pieza casi despejada, donde se amontonaban  en anaqueles las piezas de telas, con colores, casi todos apagados, azules, grises, negros, blancos, como una tarde lluviosa, supo que alguien va a encontrar su barca.

No podía creer, la persona que veía. Alta, con la cara sin ningún afeite,  mujer de trabajo, con la voz gutural, y el apuro propio del tiempo justo.

– Usted. dirá señora. Me dijo mi hija que quiere hacerse un vestido.? Quién la recomienda ?

Ya Alinne, estaba dentro del círculo, y queriendo zafar o no  dijo el nombre y apellido de su marido.

– Gustavo Sanchís.

– Pero el señor Sanchís acaba de salir ? Él no me dijo nada.

– Se habrá olvidado.  Usted es Elisa. ?

– Sí señora soy Elisa  Musso , lo que pasa es que el señor Sanchís, no sabe que yo no coso para afuera. Yo hago uniformes, mi taller se especializa en eso. Trabajo al por mayor. Me hubiera gustado complacer al gerente de Ieifer , que me acaba de encargar 180 uniformes… pero lamentablemente….Disculpe señora que atienda el celular…un momentito…estoy con usted…

– Alejandro en éste momento no te puedo atender…hijo llamame más tarde…

– Su hijo se llama Alejandro ? ..Alejandro qué..?

– Alejandro Atagar..

– Gracias señora, perdone mi curiosidad, …pero me pareció … su rostro…creo haber visto.. sus ojos en otros ojos..

– No la entiendo mucho, pero igual a sus órdenes…

– No importa, igual es tarde para mí…

Alinne  al otro día en clase.

– Hoy vamos a terminar con la vida de  Quiroga y su época, porque las clases próximas y en particular  el comentario del Almohadón de Plumas, y A la Deriva, van a estar a cargo del alumno Alejandro Atagar..

Los ojos grandes de Alejandro, abrieron  la intriga.

Porqué eligió a su madre … para la maldad..o a ella?  Pero al mirar nuevamente  esos ojos claros vió los ojos de la presa en disputa…su marido…  En un turbio amor

Sigue Alinne con su clase…Cuando Quiroga se sabe enfermo… dice en una carta  »   la esperanza de vivir para un árbol joven es de idéntica esencia a su espera de morir cuando ya dió sus frutos »  Ve a la muerte oscura, pero plena, va ligero de carga, y al saber que tiene cancer,  toma cianuro el 18 de febrero de 1937, en el Hospital de Clínicas de Buenos Airtes…

Manifiesta Alinne…Ésta es mi última clase, viene de  suplente el Sr Cardozo y ya les hablé de los comentarios que va dar el señor Atagar.  Yo viajo a Córdoba…me han ofrecido unas clases, y por un tiempo…no sé cuanto será…viviré ahí…

Lo que quiero decirles es que..

– » Al pensar que nada nos pasa…todo es posible…se pierde el sentido de pertenecia…la ubicación…el eje..Se pierde la fé en el otro…y cuando eso sucede…es porque se entró en el río marrón…en la selva misionera…donde abunda la yarará…y uno está a la deriva..» por eso es tan importante encontrar su barca…

– Así es..» .que cuando uno  no   siente nada…y se cree salvado …es cuando se está muriendo…»

Alinne no regresó…

En cuanto al señor Sanchís,  es un ejecutivo reconocido internacionalmente, con  muchísimo prestigio, y  dinero. Piensa retirarse pronto y establecerse en Boston. Se comenta que elegió esa ciudad para su tratamiento, al no poderse confirmar por los medios su delicado estado de salud.

Su codiciado cargo, se encuentra en disputa entre un ingeniero químico y el jóven y talentoso administrador de empresas, Alejandro Atagar….

Será motivo de votación en la próxima asamblea de accionistas..

 

PD. Hace años tuve el privilegio, en un viaje de aventura, conocer  más profundamente Misiones, y visitar  la casa de Quiroga.

Terminado el jardín, comenzaba  la selva misionera…. los yerbatales, y desde ése lugar  se oye el murmullo del alto Paraná, donde sobre su chalana llamada  Gaviota, construída por él, navegaba Quiroga… con su increible imaginación que llevaba  a sus  cuentos.

Trizar…

El cristal reflejó los labios, carnosos, abiertos, sedientos.

El fogonazo trizó el borde de la copa.

El beso..se rompió  en mil pedazos,  estrujando  pétalos,   fisurando sus colores.

Se mezcló la sangre, se hizo  vino fino, corrió feroz en el trago .

Y la risa apagándose se hizo llanto…

PD. Desde Montevideo Uruguay.Número de palabras 50. Enlace http://tarracoferma.blogspot.com.es/p/proximamente-relatos-breves.html.

El perfume del Panamá.

El Remitente. I.

El Niño Prestado II.

El Perfume del Panamá. III.

» El entusiasmo para encontrar una solución a un problema

muy amenudo excede la comprensión del mismo. «Albert Hirschman.

Beatriz miraba el sombrero, y ahí se dió cuenta que vivía la vida a impulsos. A golpe de balde le diría una de sus amigas.

El sombrero, no solamente se encontrba sucio, aplastado, sino que con el tirón que le dió para sacarlo de la cabeza  del caballo, le quedaron dos agujeros, uno de cada lado , por donde pasaron  el elástico.

En la tintorería le dijeron que ellos no limpiaban sombreros, que éstos eran casi inexistentes. Y ante la insistencia de Beatriz, la misma recepcionista le dijo.

– Haga espuma con un jabón en polvo, y limpie con la espuma el sombrero, después enjuague, y cuando esté seco, le aplica spray, para que tenga apresto. Puede usar también shampo de alfombras.

– Las gracias de Beatriz, fueron dobles, tan sencillo…el trabajo…Tan sencillo.

Sobre una horma antigua  de madera , encasquetó el sombrero y comenzó la labor.

La espuma cambiaba de color, fué del gris oscuro al pálido y terminó en un barcino, claro.

Viendo el desastre, el Panamá fué practicamente bañado y puesto a secar.

Los días no ayudaban, con la humedad no se secaba y cada vez que algo se lograba era que se fuera encogiendo, cosa que  Beatriz no había calculado. Cuando el sombrero dijo basta, tenía un  color indefinido y el diámetro de cabeza  de una niña.

Dos amigas de Beatriz, que siempre la acompañaban, la vieron tan comprenetada con una porquería de sombrero dijo una y la otra con un ridículo y  pequeño canotier de épocas pasadas, que  le aconsejaron tirarlo..

La protagonista omitió los detalles y quedó como que era un recuerdo.

– De tú papá…?

– No,  de un consejero, un asesor.

Marietta le dijo,

– La palabra consejero, asesor, tiene un encanto particular que da el no saber…consejero de qué. Aunque salvando las diferencias, podría ser asesor, pero no de imágen, por cierto. A tí te falta volver al trabajo. Yo le puedo decir a Hernán que está tan relacionado que te busque  algo.

– Así no puedes seguir,replicó la otra,  en dos meses no se lo que te ha pasado, pero estás cambiando. Tienes que reaccionar…

La reacción de Beatriz, fué llevar a la única sombrerería conocida por ella  el Panamá.

Entró a ésa calle y fué como si transitara en el pasado, en la vidriera, se lucían sombreros y gorras. Los había de paño, de cuero y algunos kepis.

Cuando entró  y  vió al comerciante vestido de pantalón, chaleco y camisa blanca, y un centímetro dándole vuelta en el cuello, pensó soy niña nuevamente.

– Traje éste sombrero, para saber si lo limpian y lo pueden arreglar.

El hombre lo miró detenidamente, y al momento dijo.

– Mejor de lo que está puede quedar, hay que limpiarlo,  sacarle la cintas, la vira  de adentro , ver de zurcir los agujeros con cola de carpintero, volver a colocarle una cinta más ancha…o…Es para usted?  porque es un sombrero de hombre con un diámetro muy pequeño.

– Sí, dijo con valentía la interesada. Es que lo lavé.

– Tiene un olor extraño, debe de haber estado húmedo mucho tiempo, una pena, ha  sido un hermoso sombrero. Lo que no sé es si vale la pena el arreglo, con un poco más compra uno nuevo. Son importados, si le interesan le muestro uno, sin compromiso.

– No muchas gracias, yo quiero éste. Espero que se le pueda ir el olor, y ahí someramente contó  la  historia.

Beatriz comenzó a trabajar en la Empresa de Tito..

Hernán el marido de su amiga , se encontró como siempre lo hacía con el jefe de Beatriz y ahí comenzó el diálogo entre copas.

– Sabés Hernán, hace ya un tiempo que te quería hablar de tu recomendada  Beatriz.

– Si no sirve para el cargo, si la ves mayor, conmigo no tenés problema, es amiga desde siempre de mi mujer, y es alguien a quien si despedís no le va a pasar nada. Tiene dinero,  no vive del empleo.

– Pará , no es nada de eso. Primero cuando la ví supe de su edad por su curriculum,  es sumamente capaz, tiene experiencia en lo que hace. Es un lujo para el lugar.

– Entonces, no te agrada su manera impulsiva de ser ?

– No es  eso, es algo más delicado, por eso es que quería que hablaras con Marietta, y le dijeras..

– Qué misterio. Qué tiene que ver mi mujer con el trabajo de Beatriz.

– Con el trabajo nada.

– Entonces ?

– Te cuento. Llega siempre impecable, perfumada, tanto que muchas veces, paso por su lado para sentir los perfumes que usa.

– Tito ! No me digas ? Te flechó. Caiste!

– Tampoco es eso. Ahora que estamos en verano, llega todas las mañanas en hora, con una puntualidad envidiable, como te dije, hermosa en su plenitud…

– Te enamoraste ?

– Dejame terminar. Todos los días de éste verano llega con su melena rubia al aire, trae según se le antoje carteras y zapatos hermosos, espléndidos  trajes,  pero tiene una rarísima  manía. En la mano lleva un sombrero pequeño, que no te sé decir parece de hombre, pero tiene una cinta ancha y dos flores.

 – No lo puedo creer ! Querés que le hable a mi mujer, porque no te agrada el sombrero, que ni siquiera le viste puesto a la empleada.!  Te Flechó y no te das cuenta.!

– El que no te das cuenta sos tú, porque no me dejas terminar…Deja el sombrero y la cartera en el perchero, el que está cerca de  la puerta de entrada a mi despacho. Y cuando paso por ahí, siento que me mareo.

– Pah..Tan fuerte che !

–  Me da la sensación de que el sombrero me vigila, con su cara macilenta,   sus dos flores parecen  ojos abiertos, y la cinta , es una mueca.

– Marietta, me había hablado de un sombrero Panamá, con  el cual estaba obsesionada Beatriz. Cuando sepa que lo lleva hasta la oficina.!  El sombrero del asesor o consejero !

– Un asesor o consejero de  Beatriz   en mi oficina  ! Yo sabía de los espías en las Corporaciones…pero, nunca me lo  pude imaginar que entrara de la mano de ella.

– Te gusta tanto Beatriz, confesate hermano, que te hace delirar…Eso es bueno a nuestra edad…Buenísimo.

Tito le dijo a Hernán.. – Quiero que me ayudes …que entres a mi Empresa, y que te lleves el sombrero de Beatriz.

– Quieres que se  l0 robe a Beatriz, y que lo tire a un contenedor.?  No es para mí ése abuso. Para deshacerte de la prenda se lo pides a ella y basta. Hombre estás muy mal…Creo que hay otra solución, le dices que gustas de ella…

– No me entendiste Hernan, yo lo que quiero es el sombrero, porque para mí está embrujado…es un fetiche… parece un gurú..

– El sombrero del  asesor  ?…Si alguien me lo hubiera contado lo lo hubiera creído..Mañana paso a conocerlo…

PD. Respondo al pedido  de Marietta, y hago éste último cuento enlazando  al  que comenzó con El remitente..  Uno de los personajes lleva su nombre.

Creo  en el poder de las cosas simples, en los recuerdos que llevamos atesorados y que , muchas veces explican nuestra conducta divagante  y el  de muchas personas que a nuestro alrededor se mueven.