Planteamiento.
La quinta duerme con sopor la siesta de enero, cuando el sol aplasta a la tierra y la apisona en sedientas grietas.
Un muro perimetral y su reja, cierra el frente y en parte los laterales. El portón soporta malamente a la cadena y los candados, y el cartel colgando desde un aro de Cuidado con el Perro en blanco y negro avisa, que un viejo can espera que alguien se acerque a darle agua.
La sombra sirve de refugio a las cientos de cotorritas parlachinas, que después cuando sea más tarde azolarán en verde a los sembrados.
Los granados colocados como cerco, con sus hojas verde brillantes y sus frutos, rojos, marrones y morados, nos esperan.
Una piedra colocada del lado de adentro pegada al muro sirve de pescante. Un paso, dos, tres, y ahí están, son las últimas granadas que darán los árboles y las más añoradas.
Comer desde el árbol el mismo fruto que te ofrece, y golpear su cubierta en forma de corona , esperando el milagro de sus compartimentos maduros.
Sabor de niñez, dulce agua, que se desgrana entre los dientes, dejando roja la boca, y pegoteadas las manos..
Nudo
La quinta nunca fué nuestra, las vacaciones sí.
Detenido en el tiempo, suspendido, entre las verdes persianas que daban sombras fastamagóricas a los pisos de madera de tabla ancha, guardado en forma de recuerdo quedó en algún cajón de una cómoda, o de un alto ropero con luna de bisel, donde se miraban las fantasías de la niñez. Ahí, quedó…De ese lugar salió quedamente el recuerdo.
Desenlace
La memoria somnolienta se desperezaba al mediodía, y como un susurro de voces lejanas, me llegó hasta el corazón. La sujetaron los abrazos, y triunfó plenamente la muñeca ígnea brasa de eucaliptus.
Cuatro años de flor, de niñez hermosa, de rapidez en las respuestas, de mirada firme, escrutadora, y mientras todos reían y festejaban, yo desde un lugar en el jardín recordaba algo ocurrido cuando era tan pequeña como ella.
En ése momento no había logrado copiar los colores de las bayas maduras, fue un regalo que me dió el vivir junto con la alegría de su candidez.
Un cuento perfecto en su planteamiento y en su nostálgico desenlace.
Las bellas fotografías acompañan el impecable texto.
Un fuerte abrazo, querida Stella.
Un recuerdo, enlazado por el color y el sabor de las granadas.
Muchas gracias Mercedes, siempre junto a mí.
Hasta pronto.
Es increíble como se reviven los recuerdos…, y se le ponen colores.
Hermosas las fotos Stella, me encanta la similitud de los colores… y ese cabello rojo… hermoso.
Te dejo un gran abrazo.
Viste qué color! Además tiene una corona de rulos, sumamente abundantes.
Gracias Florí.
Un fuerte abrazo.
Hasta pronto.
Bellas fotos acompañan a un bello y nostálgico texto.
Gracias por éste post.
Un Abrazo 🙂 .
No había recordado las granadas hasta ver a ésta niña que me regaló la vida.
Un fuerte abrazo.
Hasta pronto.
¡Una maravilla de relato querida Stella!, cuantos sentimientos brotan a lo largo de su lectura… y también en tus respuestas a los comentarios 🙂
La vida a veces nos hace regalos tan preciados como esa belleza de pelo rojo que no solamente te hace feliz por su existencia, si no que a su vez te obsequia viajando a tu lado por el túnel del tiempo… de su mano recorres el mismo lugar de tu infancia, descubriendo detalles nuevos que te asombran como si los vieses con los ojos de entonces…
Muchos besitos y feliz semana!!!
El mayor de mis hijos tenía el pelo caoba, heredado por mi marido, que fué sumamente rubio. Pero ésta niña con su color ganó por lejos al rojo intenso.
Gracias por tu cariño. Pronto subo un cuentito alegre para tí, que tan buenos momentos sabes hacer pasar.
Un fuerte abrazo.
Hasta pronto.
A veces encontramos en pequeños detalles de la cotidianidad recuerdos que nos dan vida…
Creo que sí. Estoy por responderte sobre el límite. Pronto voy a estar contigo.
Un abrazo.
Hasta pronto.
Me haía perdido este hermoso texto que deja que la nostalgia nos emocione… un beso y un abrazo Rub
Tiene nostalgia es verdad, porque son muchos los recuerdos que quedan adormecidos en nosotros, hasta que un color lo lleva hasta la realidad.
Gracias por mirar mis escritos.
Un abrazo.
Hasta pronto.
Lo retrataste de tal manera con tus palabras, que me hiciste sentir ahí, ver y casi tocar todo ¡wow!
Abrazos de luz
Se llama Camila, y es un regalo que me dió la vida.
Gracias mi querida Silvia.