El timbre.

Foto de Stella

Foto de Stella

Nada.. El no ser o la carencia absoluta de todo ser.

Historia mínima.

Barrio tranquilo, quieto, somnoliento durante muchas cuadras. Detenido el tiempo en los jardines de  casas antiguas. Fué un lugar de buzones y chapones, con puertas talladas, balcones con rejas formando flores y volutas, ventanas altas con persianas a dos hojas, y veredas con árboles añosos.

La casa de Marina, era una de ésas. Había pertenecido a sus padres, y vivido con su marido y ahora viuda, con una sobrina que estudiaba y la acompañaba.

Foto de Stella.

Foto de Stella. Serie puertas y ventanas

Se desnorteó, no sabía que hacer cuando le robaron. Le sacaron el farol, el buzón y el timbre, porque eran de bronce. Su lógica fué que hago con una puerta con eterna guiñada!

Consultó por el barrio a un carpintero que la asesoró.

– Señora buzones con agarraderas como el suyo ya no hay, unicamente robado lo podrá encontrar en alguna feria, y no sé si de igual medida. Lo usan en las cocinas para poner los repasadores, y los timbres los funden. Ésa es la realidad. Déjelo así, y úselo de mirilla, otra no tiene. En cuanto al timbre compre uno de plástico, y cualquier jóven del barrio o de la ferretería se lo coloca, son unir dos cables. Disculpe que yo no le haga el trabajo, pero no puedo ir hasta su casa,  porque, me voy a hacer una changa a Piriápolis y no me da el tiempo… El farol y el buzón ya están perdidos. Menos mal que le dejaron un chapón!

Pensó en su sobrina para arreglar los desperfectos. Pero..

Pasaron los meses colocó una bombita donde estaba el farol, y compró el timbre pero siguió sin él, porque nadie lo colocó. Se acostumbró a la manera popular de llamar. Batiendo palmas, a que entraran al pequeño jardín y le dijeran.  – Doñaaa, o que le golpearan la puerta hasta decir basta.

Llamando a la antigua, faltaba la campana. No se conforma el que no quiere.

Esa mañana le golpearon la puerta.  Se agachó y miró por el rectángulo que había dejado el buzón. Vió la campera azul y dedujo que era el muchacho de la provisión que le traía el pedido.

Abrió la puerta, y entre susto y asombro por lo inesperado, se vió frente al viejo. Modestamente vestido, bordeando la miseria, tenía a su lado un perro tan machucado por la vida y en la tercera edad como el dueño.

– Que desea? Marina dijo lo que se dice siempre, y el asombro le hizo más agresiva  la voz. El viejo la miraba, con sus ojos lagañosos y ausentes, mientras el perro le giraba a su alrededor.

– Porqué golpeó, que busca ?

Nada. Respondió al fin el viejo, y se marchó con el perro a su lado, dando dos pasos él y dos el perro, como una danza sin música.

Marina, se lo quedó mirando y lo vió perderse por la calle justo donde comienzan las quintas.

– A lo que has llegado le decía su señora interior, a lo que has llegado. Cómo no iba a golpear, si no hay otra manera de llamar !…Y si era agua lo que necesitaba o algo para el perro, o unas monedas?

Porque trabajar a ésa edad no se puede, porque si se cierran las puertas para los jóvenes..

Marina agarró el monedero, cerró la puerta y corrió hasta encontrar nuevamente al viejo.

Estiró la mano con un billete en ella y le dijo.

– Tome y perdone. Cómprele algo al perro.

El viejo se la quedó mirando, ahora su vista parecía más despejada en la claridad de la calle, y comenzó a hablar lentamente, como se hace cuando hay tiempo y nada es importante.

– El perro no necesita nada. Yo siempre camino por acá, y veo que hace mucho que no tiene timbre. Yo llamé por si quería que le coloque uno. Yo antes era electricista…

– Porqué no me dijo éso cuando abrí la puerta?

– Porque gritó. Y con la gente que me grita Nada

Marina con el billete en la mano, bajó la vista y se encontró con el reproche en la mirada opaca y lejana del perro.

Foto de Stella

Foto de Stella
El viejo se enderezó, y  siguió su camino, con ese andar bamboleante del que ha vivido mucho, daba dos pasos él y dos el perro, y cuando se detenía el animal con la cola gacha, reptaba  girando a su alrededor formando un círculo de compañía…

14 pensamientos en “El timbre.

  1. Se siente la soledad, la nostalgia por los tiempos idos y también se siente la incertidumbre y la desconfianza. El presente no es agradable y más cuando la edad nos ha puesto turbia la mirada, sin embargo tu personaje rescata de su corazón humanidad…. un beso querida amiga rub

    • Rub.
      Quiero aclarar que primero en éste caso saqué la foto, y después escribí la historia, porque al hombre lo ví indefenso, caminando bamboleándose y al perro cuando se detenía el amo daba vueltas a su alrededor.. Era conmovedor.
      Espero que la señora de adentro se sienta desde lejos.
      Gracias. Un abrazo fuerte.
      Hasta pronto.

  2. Se mezclan muchos sentimientos en esta historia…
    La soledad sobre todo…la indiferencia, la desconfianza, el orgullo la tristeza…..y cuando aparece el rayito de sol que parece entre las nubes se abriera…….hay sombras que son capaces con su oscuridad de tragarse tan sutil brillo…
    Precioso…me hiciste pasar un momento quieto y bonito…
    Un abrazo relleno de besos….con alas…

    • Espero que todos esos sentimientos que señalas se vean reflejados en ésta mínima historia.
      Muchas gracias por tu cariño, y la linda manera que tienes de expresarlo.
      Un fuerte abrazo.
      Hasta pronto.

  3. Gracias Joaquín.
    Ésta vez saqué las fotos primero y después viendo el amor del perro por el amo, y la llegada del invierno para ambos, hice mi pequeño relato.
    Un fuerte abrazo.
    Hasta pronto.
    PD. Los robos a todo lo de bronce es real.

  4. Querida Stella, no te quepa duda alguna que de tu historia emanan todos esos sentimientos que ha nombrado Lehahia con esa preciosa manera que tiene ella de relatar que tanto admiro.
    Los he sentido absolutamente todos y cada uno 🙂

    Muchos besitos, bien repletitos de cariño ♥

    • Gracias Emy.
      Cuanto cariño recibo!
      Lo que no sé, es si se demostrar el mío por todos ustedes.
      Un fuerte abrazo, desde Montevideo en primavera.
      Hasta pronto.

  5. Es increíble como se roban hasta los timbres, los buzones, aquí en mi país es mucho peor estoy casi segura. El señor caminando por allí y con tanto tiempo como para detenerse a ayudar sin que se lo pidan, pero con la dignidad aún viva sin dejarse gritar. Y la reflexión de la señora interna, la compasiva, hay mucho sentimiento en esta historia logras transmitir el momento. Me gusto mucho.
    Un abrazo querida amiga

  6. La operación rastrillo. No dejan nada a su paso.
    Aclaro que primero saqué la foto y después hice el breve relato. Lo que está faltando Florí, en mi país, envejecido como está es que lo más jóvenes se den cuenta que al tiempo no lo detiene nada.
    Un poco de comprensión, porque así se van formando con el ejemplo.
    Un fuerte abrazo.
    Hasta pronto.

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