Qué le iba a decir…

“Es la mente la que crea el mundo que nos rodea y aún cuando nos encontramos juntos, parados en la misma pradera, mis ojos nunca verán lo que los tuyos contemplan y mi corazón nunca se agitará con las emociones que conmueven al tuyo”-George Gissing

Las Torres, la oficina y sus muchas ventanas. Le tocó, no por elección, la que miraba a la Avenida, desde donde se veían las personas como hormigas, y los árboles como manchas. La de las azoteas alquitranadas, los colores lejanos de la ropa tendida, las de los tanques de agua, y la de las otras ventanas, tan blancas, azules, y plateadas de aluminio.

Le tocó la del sol de frente, la del roller, la del mullido sillón, la de la botonera, teléfono y secretaria.

A su socio y amigo, se le asignaron los mismos metros, iguales chiches, pero el azar le concedió  la vista al río grande como mar, le dió la lejanía de los veleros, los atardeceres, y los días de niebla grisácea.

Fué cuestión de suerte, o porque pronto se iría le dieron la más cercana a la puerta.

No podía negar lo logrado, pero siempre fué así, ambicionaba lo que no alcanzaba. Su yo le decía lo apetitoso del otro. Miraba por la ventana equivocada.

Dejaba la oficina con – Salgo a almorzar y regreso a las 14 Hs. Dígale que salí al señor Lores.

– Él se retiró hace apenas unos momentos y también me dijo que almozaría fuera.

– Cualquier duda me llama al celular.

– Bien señor, lo mismo me dijo el señor Lores.

La miró, y pensó. Quién la habrá elegido, pensar que me dijeron en la Agencia que era de las mejores.

– Señor Suvier, si llega su esposa o su hija, les aviso que está almorzando.

La mente de Suvier …Una palabra más y la echo, no la resisto.

Por toda contestación asintió con la cabeza.

Siempre cruzaba por el puente acristalado que unía las torres al shopping, ése trayecto lo hacía por comodidad,  porque ahí, no hay ningún inconveniente, nunca llovizna, los pisos de baldosones blancos, reflejan  siempre los mismos trajes, las buenas cobatas, los impecables zapatos, los deliciosos perfumes, y las piernas mejor torneadas de la ciudad.

Pero ése mediodía, entre el fastidio por la tonta secretaria, y el de sus pensamientos, que desde hacía tanto tiempo lo venían perforando, decidió bajar por el ascensor, a la calle, al aire, atravesar la media cuadra que lo separaba y llegar al shopping a almorzar.

El viento suave venía del mar, y el sol pegaba rojo en la caseta de taxis, y aquí se encontraban en tamaño natural, hombres y mujeres reales, vestidos como podían, cargados con bolsas de compras, con apuro de no perder el ómnibus, aquí se podía pisar las hojas de los árboles, las veredas rotas, oler el carro de chorizos, el puesto de fruta, el de garrapiñadas, y de todo ésto se estaba impregnando. Para éstas personas las Torres aunque las vieran, no existían.

Entró por la última de las puertas automáticas, caminaba entre los pasillos con parcimonia, lejano al entorno, porque en la soledad en que se encontraba, el sentía dentro de sí un hueco morador de la noche,  perforador de voluntades.

Se detuvo, la vidriera daba su reflejo, se veía él mismo, tan bien trajeado, tan escrupulosamente limpio, pero no estaba solo, el estanque hace el mismo efecto, uno se mira y divisa todo el entorno, y queda desamparada la imágen, bailando.

Éso veía, y se conversaba asímismo…

 

P1120076 - copiaFoto de Stella.

Cómo le iba a decir a ésa jóven, que estaba equivocada, si lo miraba con ésos ojos de pájaro, abiertos, despejados, y el cuerpo se dibujaba ante él, en el deseo desnudado, y el contorno se hacía difuso en el azul.

Todo se había transformado en obsesión, y ella le hablaba del otro, de un amor en eclipse, de la noche, del deseo.

Cómo le iba a decir a esos labios, mil veces mirados, ansiados, si ella lo sacaba de sí, contándole del usurpador desconocido y él naufragaba en las palabras, se hundía en el aliento, se sentía sin amarra, mientras ella le contaba, de ése que ella amaba.

 

Hasta que la voz conocida del amigo, con algo de ironía dijo.

-Un marido  ideal, buscando algo para comprar en el cumpleaños de su esposa.

– Él respondió con la voz arrastrando las palabras.

– Estoy mirando.

– Luego nos vemos.

La voz, se fué por los pasillos del Shopping, mientras la imágen con dos focos, se diluía en el entorno de las vidrieras..

16 pensamientos en “Qué le iba a decir…

    • La foto la saqué en una galería de Punta del Este, y me llamó la atención el vestido, tan intemporal, y la sombra como una prenda de niña Parece de los años 30, pero no lo puedo asegurar.Puro vintage..
      Un abrazo.
      Hasta pronto.

  1. ¡Buenos días Stella!, en primer lugar, decirte que me gusta mucho la cita de George Gissing que has elegido para encabezar tu post!!, la encuentro tan real y profunda…

    Después he contemplado tu foto, los colores son llamativos y no he podido demorar bajar a mirarla atentamente.

    Me he paseado por tu escrito, sí, sí, paseado!!, pues me introduces tanto en la historia que me ha parecido estar primero en esas torres y después en la calle, siendo una más de esas personas diminutas para quienes las torres no existen…

    Tus descripciones adornan la historia… ¿o es la historia quién se adhiere al entorno? 🙂 en cualquier caso consigues un conjunto que atrapa el lector!
    Sabes cuánto me gusta venir a leerte… a veces me demoro en llegar, el motivo no es otro que el deseo de leerte sin prisas, cuando dispongo del tiempo suficiente para recrearme en tu casita y saborear cada detalle…

    Muchos besitos, todos y cada uno repletitos de cariño!!

    • Muchas gracias. En el cuento uní dos lugares diferentes, para hacer el pequeño cuento. No estoy muy segura de la foto, quería un contorno de mujer y me basé en el de un traje de otra época, porque los desencuentros siempre han existido.
      Pasea por mis cuentos, tú no te das cuenta pero vamos del brazo por la calle.
      Un fuerte abrazo.
      Hasta pronto.

  2. Mira cariñico, te dejo aquí los enlaces de mis participaciones a la historia compartida, vi que lo preguntabas y te comprendo porque yo misma me he perdido no sé cuantas veces dando a los enlaces de los amigos!!, jejeje, igual que tú, ¡no tengo ningún sentido de la orientación!! 😆
    Muchos besitos!!

    http://emytecuento.wordpress.com/historias-compartidas-de-the-last-bee/the-last-bee-sigue-la-saga/

    http://emytecuento.wordpress.com/historias-compartidas-de-the-last-bee/fin/

    http://emytecuento.wordpress.com/historias-compartidas-de-the-last-bee/y-otro-mas/

      • Sabes yo no puse pendiente de moderación y tampoco se como quitarlo.
        Ya tengo los enlaces. Gracias Emy, ya los empezaré a leer.
        Hasta pronto.

      • La culpa fue mía, Stella 🙂 no reparé en que estaba dejando tres enlaces en el mismo comentario y el sistema viene configurado para que con más de dos se considere spam o «por aprobar».
        En mi espacio no sucede porque sabes que me gusta jugar y cambié esa opción, no recuerdo si hasta ocho por lo menos!!, jejejej
        Muchos besitos y que tengas un gran día!! 😀

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