Mirando al futuro.

ojos-propiosFoto de Andrés Longhi

Nunca reblogueo, pero hoy copié parte del escrito de manoloprofe, porque si querés conocer algo de Perú, no deben de dejar de entrar a su sitio.

Es alguien que tiene tanto para dar, para trasmitir, conocerán un espíritud increbrantable,  su capacidad, su cultura, y sus valores. Alguien que no se detiene..

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Mirando al futuro.

 

OJOS PROPIOS hace que nos miremos a nosotros mismos y les digamos a los demás cómo somos, cuales son nuestros sueños, cual nuestra cotidianidad.

Enseñar que la fotografía es la manera de contar las historias que están ahí, que es el modo de visualizar nuestros miedos y espantarlos o alentar las esperanzas es lo que Andrés y “OJOS PROPIOS” hacen con quienes no tienen voz y están perdidos en las sierras difíciles, patean piedras en las calles de tierra de barrios olvidados y sin embargo tienen mucho qué decir.

Enseñar que una sencilla cámara fotográfica puede cambiar la vida de una persona y de su entorno sin importar la edad que esta tenga; ayudar a descubrir que la belleza se esconde detrás de cada instante y que el tiempo detenido en las fotografías no solo perenniza sonrisas y cuenta las historias, sino que es documento y puede ser protesta.

OJOS PROPIOS” lo único que busca es que el hombre sea humano; sea protagonista, se mire, mire a su alrededor y descubra que el otro está ahí. Que el otro es uno mismo y hay mucho por contar.

Andrés y “OJOS PROPIOS” están enseñando a que el peruano no solo “vea fotos” sino que aprenda que es sencillo tomarlas y use la fotografía para contar a los demás su vida.

Andrés es sembrador y la semilla de “OJOS PROPIOS”, que crece y que está dando frutos, merece el reconocimiento, la gratitud y nuestra ayuda para seguir sembrando.

Con nuestros propios ojos miremos el futuro y veremos que sí hay esperanza. »

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Ésto es lo que tiene de fantástico la comunicaciones sin fronteras, en éste caso viajas de Perú a Uruguay, y conoces algo más de la hermosa América del Sur.

Gracias a todos por hacerlo….

 

Sr Andrés Longhi Traverso.

Director de la Asociación de Fotografía Popular.

http://www.ojospropios.pe/

 

 

 

 

Soslayando al viento.

Foto de stella.

Foto de stella.

Cuento breve.

– Soy Esteban T…dijo

La puerta alta, antigua,  se abrió totalmente y franqueó el paso. Toda la pieza se impregnó de olor a tabaco.

La joven, se lo quedó mirando, esperando alguna palabra del hombre.

– Tome asiento, si gusta .

– Carmela, estás grande niña, más de lo que imaginaba.

– No soy ninguna niña, tengo veintitrés años. Lo que pasa es que hace mucho que usted no nos visita, me costó reconocerlo.

– Que no vengo por éstos pagos hace doce, es que cada vez se me hace más difícil. Yo cada vez camino más lerdo.

– Y Agustín su hijo como está? Yo le recuerdo alto, pícaro. Me gustó la última vez que estuvo, cuando lo trajo para jugar conmigo.

– Agustín…y el viejo se fué inclinando como soslayando a un arrebatador viento…- Partió hace unos ocho meses.

– Partió hacia donde se fué…se fué lejos?

La voz del hombre llegaba desde lo profundo del pecho, cómo si la culpa de la ignorancia fuera compartida.

– No te habló tu madre, no te contó que el caballo lo tiró porque se le enredó una pata, en el momento en que Agustín abría la portera y pegó la nuca contra una piedras.

La voz se hizo aguda en el asombro, sin importar la muerte.

– Usted habla con mi madre?

El viejo se la quedó mirando, con sus ojos acuosos, sus surcos, sus infinitas manchas, sus dientes amarronados.

Callado, abrió una tabaquera de goma que se cerraba en espiral, y las curtidas manos, comenzaron con el ritual.

Por primera vez Carmela, vió en esos rasgos todo lo ignorado, pero fué el olor fuerte a tabaco, el que despertó vivencias.

Ahora compartían el silencio..

El lento armado del cigarro de chala, el yesquero a nafta, y luego el humo gris, ácido le fueron redondeando las respuestas.

 

En redondilla

La linda Leyla, siempre fantaseó con tener un hogar. La suerte le llevó la contraria, le dejó la casa, la madre y la enfermedad a su cuidado.

Hoy parece una página satinada de una revista Para tí, un papel finito de un molde Mac Coll.

Decidió por fin tener una aventura; dejar la casa por unas mini vacaciones, un fin de semana largo, una visita a una playa lejana, o lo que se pueda entender de un pequeño despegue.

Puso en la valija, ésa que contuvo algún recuerdo de la madre, o de la abuela, da igual, porque de ella había poco o nada. Colocó dentro lo que entendía para estar decente, dos días y una noche.

Cuando llegó a la terminal de ómnibus, y vió cuanta gente tomaba como normal, lo que para ella era la aventura de su vida, se sintió como si fuera una navengante solitaria, descubriendo un mundo desconocido.

Miraba el entorno, se detenía en las personas, en sus bolsos grandes, sus mochilas, los carterones, las filas para comprar los boletos, los grupos esperando ser atendidos en los Mc Donald’s, las personas buscando en la terminal su destino.

Se detuvo, alzó la vista hasta los tres pisos, estaba apabullada. El ruido de los restaurantes, las voces, los parlantes anunciando números y destinos, el movimiento incesante de rueditas sobre los baldosones, ese ir y venir de la salida y la llegada.

Había llegado tarde al movimiento. Su mente se negaba a aceptar, ni un punto y coma más.

Él la miraba, a ella le parecía que sí. Bajó la vista y la maleta la puso en el piso. Le pesaba, tal vez fuera el frasco de perfume, o los zapatos nuevos.

Volvió a alzar la vista, y era cierto la miraba y le sonreía.

Fué cuando todo lo pensado, lo deseado, lo oculto emergió, de esa mujer, que se sentía niña. Era la pequeña Libertad de Quino.

Él se acercaba, era alto, pintún, llevaba una campera en el brazo, y una mochila en la espalda.

Le habló sonriendo, la tuteaba.

– Mirá ahora estoy por abordar un ómnibus, por eso no puedo conversar contigo. Le estiró una tarjeta, que la asombrada Leyla, tomó mecanicamente.

Él siguió hablando, cuando quieras me avisas por teléfono y puedo pasar por tu casa, sin compromiso alguno.

A Leyla se le hizo una media sonrisa, como dibujada en  la piel.

– Cuando regrese te veo, no te deshagas de la maleta, es muy interesante.

Se marchó y le hizo adiós con la mano, y la dulce Leyla por primera vez en su vida despedía a alguien sonriendo.

Se calzó los lentes para ver la tarjeta, y ahí en cursiva estaba.

Román Rosas.

Vamos por su casa sin cargo alguno, compramos antiguedades, muebles, alhajas.

Suma discreción. No venda sin consultarnos.

Telef….

Miró la pequeña valija de grueso cartón, forrada en una especie de hule marrón con los bordes redondeados, y el cierre ancho que daba vueltas a todo el contorno.

Desde el piso, la muy cínica, por única y deseada le sonreía en redondilla…

Foto de Stella.

Foto de Stella.