Efecto Alfa.

Foto de Stella. Efecto Alfa

Foto de Stella.
Efecto Alfa

Subido a Flickr, el 21 de abril de 2013.

La vejez.

El dorado otoño, contempla desde la vastedad al invierno. Tan distante y tan próximo, como si se pudiera suspender en el aire, retener en un paisaje.

Un suspiro guardando el aliento, y lo verás arribar a tu lado, mirando los árboles del parque donde desnudas ramas, ya no sostienen a los nidos, cuando sus habitantes se fueron lejos..

La paralaje – cambio, diferencia. La paralaje es mayor cuanto más cerca se encuentra el motivo que se va a fotografiar, mientras que a partir de varios metros el efecto se hace insignificante.

Nos hablan

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El mirar y no ver, el no saber lo que se tiene, lo que  no es mío, no me importa, lo que se pierde no se llora, lo que no duele no existe; ha llevado a que tengamos según estimaciones publicadas, 46.000 casas abandonadas en la ciudad de Montevideo..

Los juicios, los bienes compartidos, las deudas, las especulaciones, las herencias, la titulación, la desidia, el desconocimiento, la ignorancia, la complejidad de la ley, ha llevado a que desde mi andar con mucha rebeldía, llevara a mi sitio,  XI relatos cortos sobre casas abandonadas, desde mansiones, hasta taperas.

La mayoría de los relatos contaban historias acontecidas dentro de sus paredes. Hoy acerco el susurro de una casa.

 

Casas abandonadas XII:

Hoy era el gran día. En un salón instalado en una antigua casa de la Ciudad Vieja, se efectuaba el remate, se decidiría  el destino de una residencia de dos plantas, situada en el corazón del Prado.

No se pudo con el alquiler o la venta. Al mejor postor, la hermana de las mejores de la zona, la prima de las casas quintas, y la tía lejana de la Iglesia de los Carmelitas, se le daba dueño al golpe del martillo.

Por causas que no vienen al caso, descuidó como dama su belleza. Dejó, o no la ayudaron y permitieron que su piel se arrugara, que por falta de pintura su boca perdiera su color y sus ojos, esas grandes ventanas, al faltarle las  marquesinas cejas, y pocas vidriadas  pestañas, fuera la oculta oportunidad para que don óxido, hiciera de las suyas.

Perdió el recato con la substracción de sus persianas, y dejó de lado sus orígenes ilustres con el cerramiento con bloques de su amplio garage. Las resistentes flores fueron pocas,  nada más que las necesarias en el jardín, para que compartieran su agonía.

Sólo la reja sobre su muro, habla y comenta, de su momento grandioso de privacidad. Cuando desde un timbre de bronce, se pedía permiso para entrar.

Muchos la habían visitado, criticado, apabullado con futuras reformas, entró en crisis con comentarios como – Muy alto el techo, muchas piezas, no tiene placares, muy grande la despensa, muy chica la cocina, mira que horror, bañera con patas de león.

La vieja dama, sintió cuando los autos llegaban, las voces, las risas, los pasos.

Se despertó de su modorra, llamó a los azulejos portugueses, a los mármoles de carrara, a las aberturas de cedro, a las puertas talladas. Se adhirió a los chapones, hizo sonar la campana.

Pero una voz anónima la devolvió completamente a la vida, casi sin tocarla, diciendo solamente.

– Martín, viendo nada más que la escalera de la entrada, el macetón y las marquesinas, te digo que  – Hoy compramos la casa soñada.

Y los niños corrían sobre el parquet de taracea, diciendo.

– Mamá el piso tiene dibujitos, y el techo tiene reglas largas con hojas y uvas.

– Papá la casa tiene como la iglesia, una virgen y una campana.

Las casas sufren, entran en estados depresivos, pero sueñan, lloran, aman y se despiertan sonriendo con las voces que halagan, y nos cuentan historias olvidadas, mientras nos hablan.

 

 

Foto de Stella.

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La angustia.

Mini relato. 50 palabras.

 

Foto de Stella.

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De velado entorno, en los ojos te atrapa, y lentamente, dejas tu yo, porque como filoso puñal, y engañosa gasa te posee el alma.

Dañado el marco, se astilla, se rompe en varios trozos el espíritud.

Ya nada será igual, ni el reflejo aparente, ni el color, ni la luz.