Lo conocí un domingo quieto, cuando las calles se llenan de silencio, y los autos hacen filas en los boulevares y la rambla.
Él sabía de la ruta de mi vida. Nunca logré entrar en el misterio de su alma.
Poco importa ya, otro cálido domingo él seguirá la línea azul del agua, y en la rompientes de las rocas, será arena de otra playa.