Alzó los brazos tensos con las manos abiertas, era un molinete en poder del viento.
En vueltas desiguales, se le escapó el tiempo como un fugitivo pegado a las paredes, huyendo por la mirilla de la puerta.
Se diluyó con la niebla matinal, y se perdió en las estaciones. Mezcla de burbujas etéreas, de luces artificiales.
Cuando dejó de soñar sus propios sueños, cuando en ése andar vaciaron sus costados, se repitieron lentamente los amores recibidos, pero el tiempo recuperó su forma.
Ya no bastaba que cambiaran los actores, porque la obra ya fué escrita, leída y corregida.
_Y el poeta ? El hacedor ? Dónde está el garante ? preguntaba.
_Todos se han ido le responde amilanado el tiempo.
Mira hacia el cielo la comensal, ve su ceniza gris, y sólo le queda un rescoldo rojo, ardiente, dentro de sí, mientras otro reloj gira sin agujas sobre la esfera blanca, y un cielo azul con voz monótona, espaciada, canta los números en nubes, en otro lugar que no es su sitio.