Foto de Stella.
Gritaba caramelos, si se puede decir así a ese llamado de atención. Caminaba despacio por la calle vacía, dando pasos indecisos, e inclinaba su torso por el peso del compensado y las bolsas de plástico conteniendo las prometidas sabrosuras.
Lo presumimos, criado a empujones, sin la caricia en la piel, sin el perdón ante la travesura, dejándose llevar por lo poco que sabía, hacia ese mundo de clasificados.
Llegó al hoy, con la misma grisura de los muros de piedra, durmiendo en los portales de un barrio de lujo, luciendo indiferente, abrigo sobre abrigo, dejando morir su gorro ante el calor del verano.
Surge la indiferencia dándole vueltas al rebusque oloroso de un viejo, que vende dulzuras, desde su mugrosa imagen.
Hoy compré con impiedad deleites, sin tocar ninguno, con aprensión daba la dádiva y de lejos cuando ya me marchaba, con severidad me dejó su voz pasiva….Se venden los caramelos…Se venden..