Foto de Stella.
Gritaba caramelos, si se puede decir así a ese llamado de atención. Caminaba despacio por la calle vacía, dando pasos indecisos, e inclinaba su torso por el peso del compensado y las bolsas de plástico conteniendo las prometidas sabrosuras.
Lo presumimos, criado a empujones, sin la caricia en la piel, sin el perdón ante la travesura, dejándose llevar por lo poco que sabía, hacia ese mundo de clasificados.
Llegó al hoy, con la misma grisura de los muros de piedra, durmiendo en los portales de un barrio de lujo, luciendo indiferente, abrigo sobre abrigo, dejando morir su gorro ante el calor del verano.
Surge la indiferencia dándole vueltas al rebusque oloroso de un viejo, que vende dulzuras, desde su mugrosa imagen.
Hoy compré con impiedad deleites, sin tocar ninguno, con aprensión daba la dádiva y de lejos cuando ya me marchaba, con severidad me dejó su voz pasiva….Se venden los caramelos…Se venden..
Precioso y sobrecogedor retrato del abandono…..
Un abrazo Stella 🙂
Hay un abandono visible en todo él, pero uno presume el porqué, el cuando, y el cómo llegó a éso.
Yo presumo que es un,pedigüeño, pero el vende caramelos….desde su abandono.
Un abrazo fuerte para tí.
Tremendamente hermoso! 🙂
Gracias.
Esa agridulce grisura que describes la llenas de deleite con tus palabras. ‘Lo presumimos criado a empujones’. Bien hermoso.
Un abrazo
Le fui quitando palabras, hasta dejarlo, en un llamado de atención. Gracias y un fuerte abrazo
Mucho sentimiento me dan estas imagenes del hombre en la calle en su abandono ofreciendo, ironicamente, dulzuras…
Hermoso mirar a traves de tus ojos querida Stella…
Un fuerte abrazo
Hay tanto portales ocupados, y son pocos los que venden dulzuras.
Un abrazo largoooo
Comprar deleites … bello lamento, querida Stella. Me encantaría ser como tu vendedor de caramelos.
Feliz jueves, amiga.
Así nos conocíamos en las desoladas calles de una Avda., para charlar, como tú haces con tus amigos.De ésa no te salvabas!
Feliz fin de semana, desde la gélida Montevideo.
Un retrato tan triste como brillante, Stella. He sentido esa soledad que lleva en el alma tu vendedor de sabrosuras.
Un abrazo tierno desde aquí.
Muchas gracias.
Un abrazo fuerte, desde éste gélido Montevideo
Stella qué cosa tan hermosa este relato!!
Gracias, y vuelve pronto.