La jóven acaricia su celular..
«Lo llamo o no lo llamo…Él me tiene pendiente… Sabe que lo estoy esperando..»
Reflexiona y duda..
Lo aprieta fuertemente, lo estruja, lo acorrala, y la brillante carcaza, con su pantalla iluminada, se estremece, y en un impulso suicida se resbala y cae del bolsillo, con los ojos puestos en un listado de WhatsApp.
Se rompe en grandes trozos los mensajes dados y los no recibidos, y los números saltan desapercibidos, pero sigue el azul, pulsando el jóven corazón. No cabe la indiferencia en pocos lustros, sólo la desazón momentánea, del llamado instantáneo.
Se levanta al espía, y el chip rápidamente será remplazado de lugar.
De angustia en angustia, y un click, y otro mensaje y dos rayas verticales, dejarán desnudo al nuevo emisario.