Las tapas rígidas se abrieron, emergiendo en la mitad del libro un castillo medieval, satinado en piedra gris, con muralla, puente levadizo, torreones, miradores, patios y puerta cerrada, ante la ingenua fantasía de la niña.
En el hoy, aún avizora desde el matacán, el puente y el foso, creyéndose reina de un camino de ronda de cartón.
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