El niño pobretón.

Un niño y una mujer mayor pedían limosna en la plaza. Hacía mucho tiempo que lo hacían.

Cuando los vecinos hicieron la denuncia al INAU, el niño desapareció de la zona. Las conciencias se aquietaron.

Hay dejadez de medios en dos etapas de la vida; la niñez y la vejez. Las dos forman parte del círculo de la desprotección

Ahora hay un hombre mayor, casi imposibilitado estirando la mano, en un dame sin horario, la misma mujer duerme sola muchas horas en un banco, y un marginal  ocupa todo un asiento, con sus varias bolsas de eternas pertenencias.

Los graffitis de la pared, hablan de un renovado arte, burlándose con larga y roja lengua, de los paseantes entre árboles de plásticos, y las brillantes estrellas luminosas.

Todo se anticipa en la ciudad, las compras, la decoración de las vidrieras, los precios, los préstamos y la desolación.

Los umbrales se ocupan, es para muchos el único cobijo, vienen juntos, forman una oscura colonia y toman los resguardos de cuanto portal encuentran, cada saliente de balcón, cada rendija, son la fotografía negada a los turistas y regalada a los citadinos.

Todos entran ofrendando en la fiesta de los allegados y conocidos.

Los derechos humanos, esperan  el milagro del niño pobretón, donde hay tanta estremecedora invalidez, física, cultural, moral, económica, de pensamiento, de creencias, de forma.

Por eso cualquier mano se puede fisurar, resquebrajar, la de los otros, la mía, y caer ante la indiferencia…Hasta la de las estatuas…

 

Foto de Stella. Serie blanco y negro.

Foto de Stella. Serie blanco y negro.