El convite

 

La decoración pesada, barroca, de arañas de caireles, cortinas de brocato, y alfombras de arasbescos, en dorados y azules, amortiguan las palabras.

– Qué es lo que más te agrada de mí ?

Él duda, decir la verdad significa aventurarse al rechazo.

Pantallazos de caderas con música y senos redondos que auguran, círculos concentricos de placer, de cintura de junco, de andar candencioso, que se ofrece sin decirlo, y dice con voz aniñada…

– Decime…

La mano cálida, quemante, busca la otra. Divaga la mente, bajo un temblor de labios, que besan rozando, cuando mordería la roja pulpa, y se enredaría en el ensortijado cabello, hasta perderse en su laberinto, y bajaría desde la nuca, hasta morir…

– Tus ojos…Tus ojos son mi perdición..

Ella sabe que él miente, y que de ahí va a al bajo, donde no falta compañía.

La empuja suavemente al marcharse, cuando el sudor empapa su cara y todo su cuerpo hierve bajo el chaleco y la levita.

Cierra la pesada puerta, pasa llave y pasador.

Siente la necesidad imperiosa de desnudarse, de quitarse la enagua,  el corpiño que aprisiona sus jóvenes senos, toda la ropa va cayendo en su pieza.

Hoy sería una más del pecaminoso Yerbal

Sin mentirse en el ensayo, danza…Toda ella desnuda es un convite.

 

 

 

La desaparecida calle Yerbal de la ciudad de Montevideo se ubicaba en el «barrio sur» de la antigua Ciudad Vieja

» Hasta 1930, el sector comprendido desde la calle Reconquista hacia el mar se caracterizó por sus terrenos bajos y calles tortuosas que eran inundadas con frecuencia por el feroz oleaje del Plata. En este hostil e irregular territorio se levantaba el »Barrio Infame», un acentamiento densamente poblado por burdeles y prostibulos donde la práctica de bailar tango era la antesala de la relación privada con la meretriz.» Andrés Parrado

 

Ciudad Vieja. Foto de Stella

Ciudad Vieja. Foto de Stella