Un hombre callado

Calló desde niño. Acostumbrado a obedecer, la mayoría de las veces recibía las reprimendas que tendrían que tener otro destinatario, su hermano mayor.

Calló de jóven, y lo que no decía lo volcaba en una imaginación desbordante y una mente de inigualable lucidez.

Eligió el amor,  asumiendo los riesgos, y enmudeció ante situaciones previsibles. A sabiendas, a conciencia, sin límites.

La madurez de él con sus luces propias, encandiló a muchos. La benevolencia en el trato, la humildad de sus acciones, lo llevaron a la cima.

La vejez lo sacó lentamente de su sitio. El hombre callado deambulaba, balbuceando incoherencias por los rincones. Le quitó su andar gallardo, le regaló el vértigo, la ofuscación, y las palabras incorrectas.

La casa se convulsionó, se movieron los cimientos donde estaba construida. Nadie creía lo que veía, pero era así. Corría veloz la desorientación, sin culpa.

Cristina se acercaba a ése anciano y con amor le hablaba.

– Papá soy tu hija Cris, tu reina.

– No eres mi hija, repetía el anciano.

Prendía las luces para que la pudierá ver tal cual era y con angustia le replicaba

– Papá mírame por favor, tengo tus mismos ojos claros, soy tu sol, tu pequeña, tu amor.

Muchas veces las lágrimas quedaron retenidas, imposibilitadas de escapar.

-Ya vendrá la lucidez, y me va a reconocer. Pero cada vez veía más menguado su retorno

Ella se acercaba, y el padre repetía lo mismo, un estribillo grabado en la mente, algo muy hondo.

– No eres mi hija, estás liberada.

Tantas veces la liberó, la desgarró, la desató, la desprendía de su lado en cintas invisibles, en caricias dadas, que cuando la muerte llegó, ya eran dos los agotados corazones, el que se marchaba y el que quedó convencido de la verdad de las palabras.

Ahora,  es Cris la que calla…

Foto de Stella

Foto de Stella

Cultores del pirateo.‏

» Si la cultura que motiva a Snowden se pudiera poner en un cóctel, éste contendría una buena dósis de defensa de la privacidad y los derechos individuales, unas cuantas cucharadas de derecho a la libertad de información y un … Sigue leyendo

La calle

Calle  levantada con ilusiones vanas de avenida, donde los árboles se hicieron dueños de las veredas, y estallan cada tanto, asomando sus raíces viajeras.

Comienzo de adoquines, de un tranvía ido, sobre rieles de fantasía, por donde corre  el agua de la lluvia, cantando con alegría.

Ahí abandonada a su suerte, una ventana muestra las curvaturas de molduras inexistentes, y en ese espacio donde habita la nada, crecen los yuyos, como pidiendo paso al tiempo ido.

El portón de hierro dueño de las paredes, sostiene un orificio, de un pestillo extraído.

Sobre el óxido toma el sol  la dueña del  glamour licuado, con su vestimenta a rayas y sus ojos compuestos.

Por esa calle despoblada camina el vecino Antonio, y a tres pasos reales y tardíos va su mujer desde hace cincuenta años.

– Antonio, no te apures que no puedo seguirte.

Le responde el bastón, que mastica su goma entre las juntas de los adoquines.

Un niño pequeño pica la pelota contra el muro de su casa, y la música del bam,bam, hace que bailen desgranándose los revoques.

Dando saltos, esquivando pozos,  dos autos llegan al cruce, asombrándose del encuentro.

Nada pasa, y todo sucede. Son muchos los ojos cansados, que miran desde de las ventanas, gastando el tiempo..

El cielo se encapotó, la humedad hace brillar las aldabas, los chapones, y los timbres de las puertas.

Se prenden las luces, se refugian los gatos.

Llovizna….La Anacahuita observa desde su copa redonda, y su follaje colgante, liviano,  como ….

Se ceban los mates, y se hace ronda.   Desde las cocinas sale el olor a trotas fritas…

Calle con color gris pardo, con olor a jubilación, a abuelo cuida nietos, a único dueño, a desolada viudez…

  • Anacahuita (Schinus molle): la indígena más popular en Uruguay. Falsa Pimienta.
  • Fotos de Stella.