Casas abandonadas XII.

Foto de Stella.
El silencio es denso, secuestró la casa.
Los pasos hacen que se conmuevan las paredes. Guiñan las persianas ante el anuncio del sol.
Resaltan como libélulas, se amontonan, y viajan suspendidas, las partículas de polvo, buscando agua. Ellas los miran con sus ojos compuestos.
Los colores muestran los espacios claros de lo que fue, junto a los persistentes clavos oxidados, mientras las ménsulas lloran, sin protección alguna.
Los pestillos, añoran las manos que los acariciaron, y sueñan con el placer de un apretón, un roce.
Mármol, sin brillo, zócalo, escalón, y como si no bastara tanta tersura, un copón, deja crecer el tiempo, en el viejo espárrago.
Entrar, en la reserva, es al mismo tiempo, entrar en los otros. Los que la soñaron, la habitaron, la amaron, y comprender a los que la lloraron..
Saben el precio, ubicación, y sitio en el mercado. En éste caso su código de tiempo..Un largo metraje.
«Es la casa de la viuda de la que le hable, en el mail,» dice quedamente la oferente, al interesado.
Y toda la morada en mudo coro pregunta, ante la invasión de los extraños.
No es tuya la casa Saulo? » » Donde estás? »
» Estoy aquí, por allá..más lejos..canta por las quebraduras.»
Se encuentra entre todas las sombras, subsiste, asimila…Nada le es foráneo, misterioso, no se puede asir, es su territorio.