Equívoco

Se tumba el marco, saltan pedazos de pastina, se descubren pequeños clavos, se hace palanca con el filo de la tijera, y quedan a la vista las marcas de óxido en el cartón.

La mano lleva al recorte del contorno de una figura. Foto grupal de vibrantes colores. Tres hombres y dos mujeres, sonriendo, teniendo como fondo un jardín con una Santa Rita en flor.

Queda de pié, solo con su traje a rayas, su camisa y corbata, sus manos ocultas, una en el bolsillo y la otra apoyada tras la madera del banco.

Despiadada mutilación, de piernas y brazos, y cuando se llega al torso, tan cerca del cuello, que cae la cabeza al suelo. No hay canasto que la reciba.

Se busca…se busca…y no se encuentra la cabeza. Tiene que aparecer, no puede ir muy lejos » una cabeza » piensa Aline…

Con el resto del cuerpo, y la mano sudada hace un collage, y lo descarta.

Nuevamente se coloca la foto en el marco, pegada al vidrio falta el paspartú, y queda en un leve y amarillento cartón, ese contorno indefinido, de algo que fue, y no se sabe bien qué.

Se busca por años. Falta la recompensa.

«Cuanto tiempo puede vivir una cabeza sin su cuerpo? »

El sol y el tiempo degradan los colores; el ausente tiene un interior amarronado, y el resto del grupo, ha perdido el color, y quedan como flotando las sonrisas.

Hoy se hace sitio. Aline, lo requiere sin pedirlo.

Lugar, para las flores, para los curiosos vecinos, y para los familiares. Poco sitio para las lágrimas…

…. Tuvo una vida plena….vivió tan bien….tantos años…

Se corre un pesado y hermoso sillón Sheratón, y como un milagro aparece la cabeza, perfecta brillante….Salió de su guarida de pata, de su cobertura de bronce.

Y esta foto, de donde salió?  ….Parece recortada. la degollaron…La tía debe saber quien es.

Se la entregan en la mano, se la acerca a los ojos, demora, la acaricia.  Vuelve el pasado intacto, satinado con el cuello cortado, apreciándose el comienzo de la camisa, y el nudo de una inexistente corbata. Habla casi susurrando… » Es Aldo…una persona…se detiene en su definición, hay una niebla en su palma, es difícil describir una impresión tan fuerte.

Se amaron mucho…»dice como saldo final.

Llora la anciana, y las jóvenes, sin saber que hacer, teniendo la idea de un tributo de amor,  colocan la cabeza sonriente entre las flores que cubre el cajón.

Las tijeras guardadas hace años en el costurero, sienten el acto con intenso temblor.

 

Foto de Stella.