Qué macana,Che!

La voz timbrada, salta, penetra en los oídos niños, sin reprimenda.

La pelota satinada en blanco, rojo y verde, veloz, pica la vereda, cruza la calle.

Estira los pequeños brazos, ausentes de su redondez, y las lágrimas huérfanas de reproches, quedan en la imagen de su rostro.

Cruza  el padre tras los colores, y cuando casi llega a la otra acera, se engancha en un fallido rescate, y cae inerte.

En que momento vuelan al cielo, como le dicen,  cuarenta y cinco años plenos de vitalidad, y cual es la pregunta sin respuesta de cinco pequeños sueños frustrados de niñez.

Hoy es nochebuena, la tía Chichí,y su marido, las hermanas de Dolly, el tío Lolo, el que siempre toma de más, la abuela Etelvina, junto a Dolly , Elías y Gabriel en plena adolescencia, ven como la ensalada rusa, corre sobre la camisa del tío Lolo.

y el niño aquel cuarenta años después.

¡Qué macana,Ché! dice con voz clara y timbrada el esposo de Chichí.

Trata el tío de limpiar la mancha, se expande le desastre, en verde, y rojo sobre el blanco.

La voz penetra, en los oídos del que fuera niño, y ve en la redondez del vientre manchado, lo que perdió hace tanto tiempo, y las palabras le llegan como antes, sin reproche, porque nunca se sabe exactamente, el valor de lo ido.

Muchas veces queda en el interior,  como un chapón de puerta, con inútil cadena. y candado,

La que oyó y comprendió todo, fue la abuela, que a fuerza de sonreir ante cualquier contingencia, le ha quedado marcada una mueca en la cara de labios pintados.


«Perdóname las pérdidas;  fui yo la que te la regalé.»

Todos miran la camisa del tío lolo, sonríen, y brindan con él….

 

Foto de Stella.