El yo pequeño

» No puedo más con la razón al hombro,

quiero inventar el mar de cada día » J.Amado

 

Se alió con el viento y por los intersticios que dejaba la puerta, se apoderó de toda la estancia.

Fue suyo el recinto, sin pago alguno.

Compinche del desvío de la mente arcaica.

El yo pequeño del hombre anciano, fue compañero de interminables aventuras, de los  caminos sinuosos que por temor no se transitó, en su momento..

Hoy sin límites, son suyos todos los viajes, a todas las ciudades, los pueblos, los barrios, las casas, las veredas.

Sin restricción alguna lo presenta ante cualquier audiencia.

 

Hasta que la muerte los separe.

Foto de Stella