La vida lenta.

Densa, monótona, repetitiva hasta el hartazgo. Desinfección, prevención, alcohol, enfermedad, lucha, aislamiento, cuarentena, muerte.

Pesa lo vivido y agilmente nos transformamos en  números.

Plúmbeos los informes, estadísticas sanitarias y económicas, música de antaño, fotos acartonadas, rígidas prevenciones…

Se difuminan los colores, las aromas, olvidas las voces, desconoces el uso de la tuya, trastocas las palabras, estás varado en tu propio recinto.

la vida se baña en gel, te acuna el pasado, te sientes niño, desprotegido. Acatas sin necesidad, o con ella viajas a conocer a la Cátedra de Infectología

A quien obedeces? Al que se fue, al que te mira, al que augura sin conocimiento, al optimista con base sólida. Todo se vuelve restringido.

El miedo tiene sed de aire; pero todos los que pueden tapan la sonrisa, cambian el llamado, bajo el barbijo.

Queda el remanente de lenta vida, con basamento en un  acontecimiento que no se da, con presente que necesita tutoría.

Tenemos más, más de lo mismo hasta su propia coagulación.

Foto de Stella