Tan vestido, tan desnudo, tan rugoso y rústico, como el mármol travertino formado en cuevas.
Se deja adormilar, y quedamente entra en ese morado de quietud absoluta, donde las pequeñas grietas azules, se agrandan, invaden el sitio, y es de aquí, de allá y de más allá.
En soledad los errores, las caricias, la boca sin voz, los prejuicios, la incertidumbre; como la definición porosa de lo que es tuyo ..y para todos lo imperfecto lo inacabado hasta la finitud de tu umbría..
Foto de Stella. Serie Blanco y negro. Ciudad Vieja.
Que hermoso texto en su finitud, en el aspecto marmóreo y en la frialdad. Hay poesía tambien en la muerte. Besos querida amiga y van tus rosas con muchos abrazos.
la frialdad de la soledad, es la muerte. Hay poesía hasta el viaje final ?
Gracias por tu tiempo..
Recuerdo cuando, de muy joven, en un curso postgrado me enseñaron ese concepto que hoy es el título de este post. Leo con cierta envidia esa limpia y sintética manera que tienes de contar lo que cualquiera tardaría siglos en contarlo.
No me gusta hablar de la muerte, de la muerte de nadie y menos de la inevitable. Yo sigo creyendo en que aún estoy en el primer peldaño, tengo tantas y tantas cosas por hacer que … no sé si llegaré a terminar todas mis tareas pendientes, querida Stella.
Me quedo con esos versos del Gran Mario, como justo mensaje para mi situación actual:
«Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía»
Un abrazo muy fuerte, linda señora, linda Stella.
Qué lindo comentario, con esa calidez que tienen los que saber decir lo que sienten. Gracias Enrique..
Te estoy abrazando