Villa Dolores.

Usos y Costumbres.

Relato breve

«Los hechos no son los causantes de nuestras emociones sino la interpretación que hacemos de ellos »

Ir a Villa Dolores.* !! Un premio barato de un domingo cualquiera.

Se necesita coraje para llevar cuatro niños de edades similares, y muchas ganas de jugar.

Un paseo que comenzaba en la panadería eligiendo los bizcochos, el pan con grasa de cuernitos, los ojitos con dulce de membrillo, las margaritas con su crema amarilla, o la galleta dulce con el azucar quemada, puestos en  la bolsa de papel marrón, se seguía  en el ómnibus, donde nos sentábamos tres o los cuatro en un asiento de dos. Tirar de la cortinilla, hasta que se escondiera en la ventana para siempre, o hasta que el guarda se acercara y nos retara. Porque la tía que nos llevaba se hacía la que estudiaba,  con un libro    » no  los conozco » o   » nos lo oí  » al fondo bien al fondo casi en el descanso.

Llegábamos bajando en tropel a Villa Dolores.

Sus altos muros, las pilastras que sostenían un portón fijo, y uno que se abría a nuestro paso.

Andar de niño, salto de gacela, curiosidad de jirafa, morisquetas de mono. Todo podía estar encerrado en jaulas , piletas, lagos azules, blancos,  en los cucuruchos de papel de los maníes, o en la bolsa de bizcochos que llevábamos. Un domingo al sol, al aire,  bajo los árboles, con caminos zigzagueantes, de pequeñas piedritas, algunas de diferentes colores, donde se formaban arabescos.

El mayor cuidado de la guía era que la siguiéramos. La veo aún hoy a Olga  con su gorro de lana azul y su pompón, un Montgómery, que usaba cada vez que iba a los preparatorios y una bufanda  roja y  larga que blandía al aire como señal o que nos ataba a sus trabas del chaquetón si nos alejábamos..

Simple en su vestir, hermosa en su apariencia, bellísima  su inconsciencia.

Nos deteníamos siempre en la casa principal, en una sala de espejos distorsionantes. Para mí la gloria. Verme alta, una tira, con la cara alargada, o los ojos oblicuos, los pies inmensos, con el otro  a  la altura de un zócalo, gorda , panzuda.  Al Ocho, un amigo del barrio, cabezón y bajito, por eso su apodo le gustaba inflar los cachetes, y mantener el aire. Cuando quedaba rojo, largaba el aire frunciendo la boca y haciendo un ruído prohibido e infernal.  Reirnos hasta llorar haciendo de mostruos, estirando los labios, llevando el pulgar a la nariz, estirando las orejas a lo Dumbo y dejando ver los portillos , orgullosos de que los ratones se hubieran llevado nuestros  dientes.

Ver mostruos, o creerse serlo.  Éramos los animalitos del zoo, podíamos ser lo que imagináramos, papagayo, cebra, avestruz, tigre, cotorra, serpiente, lobo, elefante, garza. Todo surtido como los caramelos. Creo que estabamos confeccionados del rosa  Candy.

Quiero quedarme aquí, en ésta sala que visité tantas veces, porque la última vez fué cuando ví al león.

Miré al espejo .  Él estaba ahí a mi lado, inmenso, alto altísimo, sobre una especie de roca, me miraba, a mí fijamente, los ojos tenían brillo, la melena rubia,  la boca cerrada, la iba a abrir en cualquier momento, una pata más adelante, para dar el paso…

Quise avisar a mis primos, pero ellos estaban a mi lado, con la misma cara de espanto, miré para arriba para llamar a mi tía y ví, dos monos  y un chiquitín, colgados de un árbol, todos juntos, en rueda.

Los más rápidos salieron corriendo y yo no lo hice… Pensé si corro me sigue, me come, o me agarran los monos. Se cayeron los maníes. Una  mano amiga me sacó del espanto, y me explicaron que el león y los monos, estaban embalsamados.

Me dijeron  someramente, que era embalsamar, el  quitar y rellenar. Los ojos eran de vidrio !  Fué peor la explicación que la palabra. A determinada edad, es mejor ignorar. No existían los efectos especiales.! Nosotros éramos los que dábamos los sustos.!

Ahí después funcionó no sé por cuanto tiempo un instituto de taxidermia.

Pasaron los años, y no volví al zoológico, cuando lo hice fué llevando a  mi nieta. Al llegar a la casona ella quería entrar y mintiendo descaradamente, le dije que el cartel decía prohibido pasar. Ella no sabía leer.

Con toda inocencia me preguntó. – Abuela cuando tú venías, que había aquí..

– Sólo espejos. Y agregué sabiendo que ella no entendía.  – Aquí tu abuela aprendió  por primera vez a reirse de sí  misma.

* Fue donada al Estado por el matrimonio Alejo Rossell – Dolores Pereira de Rosell.

En 1919, se establecía la villa como lugar para la colección de animales. Tiene un concepto victoriano . Parque de 650 árboles, rejas y empalizadas.  Varios lagos, y estanques para los lobos marinos. Se encuentra  como extensión  en el barrio norte de Pocitos. Se transformará con el correr del tiempo, en parque para la preservación de la fauna nativa.

12 pensamientos en “Villa Dolores.

  1. Miré al espejo . Él estaba ahí a mi lado, inmenso, alto altísimo, sobre una especie de roca, me miraba, a mí fijamente, los ojos tenían brillo, la melena rubia, la boca cerrada, la iba a abrir en cualquier momento, una pata más adelante, para dar el paso…

    Ayyyy mira que es de tener un miedo atroz. Me hiciste pensar que lo tenías cerca… Después saque un suspiro de alivio… Bello texto Stella un abrazo y un beso Rub

  2. Has descrito tan bellamente Villa Dolores, que he sentido el mismo miedo que tú y la misma risa al verme deformada en los espejos.
    Bonita descripción de esta Villa que me apetece conocer.
    Un abrazo grande.

  3. La alegría de los niños, su espontaneidad, ser los animalitos del zoológico y hacer lo que ellos hacen… me acorde de mi niñez. Cuando te vi parada frente a león me asuste mucho, pensé que era de verdad!

    Me encanto tu relato,

    un abrazo.

  4. Qué gloria compartir con tu nieta parajes que marcaron tu infancia. El león y los espejos, dos elementos que quedaron en tu memoria y me has mostrado como si yo tambien hubiera estado ahí y disfrutado y temido con ellos.
    Salut
    PD: Seguro que sacarás lindas fotos del lugar.

  5. Carme.
    Lástima que el tiempo pasó tan rápido.
    No solamente de mi infancia, sino de la de mis nietos. Creo que me olvidé decir éste pequeño y gran detalle.
    Un abrazo.
    Hasta pronto . Hasta cuando gustes.

  6. No sabía que volvieron a colocar los espejos.
    Voy a ir, pero ésta vez, como hace añares ya no temo a los leones. Tengo miedo de mirarme nuevamente, y asustar al Espejo.!!
    Gracias un abrazo.
    Hasta pronto.

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