Marcos de caoba, óvalos batientes de lunas de azogue.
Alta cómoda; quieta bajo su estructura, se escondía la infancia solitaria..
Su carpa un edredón, con ensoñaciones de almohada de lana.
Cubierta protectora de quimeras, bailando cometas en la aurora, en cielos despejados, sin manchas, sin fronteras.
Extravió lo óvalos en su andadura; perdió sus alas, para saber que ya no importa la mecedura de la imagen.

Son como brotes en la quietud de la tarde los fugaces recuerdos.
Fugaces recuerdos de toda una vida, querida Stella-
Escribes bonito, muy bonito, tu corazón herido sigue siendo muy hermoso.
Un abrazo muy fuerte.
Gracias Enrique.
Un fuerte abrazo